Adel, del Tempranillo. Hasta que llegó su hora / Por Rubén Gámez

Adel, del Tempranillo. Hasta que llegó su hora  /  Por Rubén Gámez

¿Quién no recuerda a Henry Fonda? Era uno de los actores más fotogénicos de los años 50 y 60. Se le podía temer en “Hasta que llegó su hora” o amar en “El estanque dorado”. 

Hoy se jubila nuestro amigo “Adel del Tempranillo” este apellido con el que se jubila, ha cambiado a lo largo de su larga carrera, porque durante 50 años ha dado de beber y comer a distintas generaciones y gran parte de la ciudadanía alcalaína.
Se jubila por la puerta grande como los grandes toreros en Las Ventas: con dos orejas y rabo.

Es verdad que había que conocerlo, ¿vale? El día que le cogías con mal genio… no se movía nadie de las mesas, todos rectos: “¡Señor, sí señor!” y acojonados si se me permite decirlo. No fueras a pedir nada a la barra si estabas en una mesa, porque le descuadrabas todas las comandas.

Pero los que le conocíamos bien… sabíamos que eso era sólo una cortina de humo nada más. Lo más gruñones en mi vida siempre han sido las mejores personas que me he encontrado en el camino. Y como le decía Katharine Hepburn a Henry Fonda en El Estanque Dorado: “Eres el hombre más encantador de la Tierra, pero yo soy la única que lo sabe.”

Si llegabas al Tempra y te decía: “¡Hey, macarraque!” con su sonrisa de medio lao…sabías que iba a ser hoy un buen día. Te tomaba nota en su vieja comanda a bolígrafo con una caligrafía extremadamente perfecta, legible y sin una falta de ortografía. Y a la hora de pagar sumaba todo a mano sin equivocarse, porque para equivocarse… ya estaban las calculadoras.

Yo lo conocí por mi afición a las barras, soy coleccionista de recuerdos y casi todos han tenido que ver con ellas y con mi inquietud de crecer personalmente, porque lo que se aprende trabajando de cara al público y sobretodo en un bar cuando los clientes están desinhibidos…eso daría para una serie de Netflix. Y tengo que decir amigo, que tristemente me quedé con ganas de coincidir contigo trabajando en una barra, porque si uno suma las palabras: lealtad, complicidad y sacrificio tengo claro que apareces tú.

Espero que en esta nueva etapa disfrutes de tus viñedos y tu campo que tanto te gusta y que como no, nos volvamos a ver en aquellos lugares a que nos dieron tan buenos momentos.

Y me voy a despedir como empecé, porque como decía el señor Fonda a Katharine en la película que les hizo ganar a los dos el Óscar: “La vida continúa, Chelsea, te sugiero que camines con ella.”