Miles de personas fallecen cada día a causa de diferentes enfermedades infecciosas. Solo en el año 2019, más de trece millones de personas en todo el mundo murieron por diversos síndromes infecciosos. De ellas, tres millones eran niños menores de 5 años .
Con este panorama, resulta conveniente saber que las manos son una de las principales vías de transmisión de los gérmenes, por lo que, en muchas ocasiones, bastaría con una buena higiene de manos para reducir drásticamente el número de infecciones mortales. De hecho, diferentes estudios apuntan a que la correcta higiene de manos puede reducir hasta en un 50 % la posibilidad de contraer enfermedades gastrointestinales, hasta en un 20 % el riesgo de adquirir enfermedades respiratorias en la población general y hasta en un 40 % la probabilidad de enfermar de diarrea.
Restregar las manos al menos durante 20 segundos
Para asegurarnos de que el lavado de manos es efectivo, debemos empezar mojándolas con agua corriente limpia. A continuación, podemos cerrar el grifo y enjabonarnos las manos, frotándolas con jabón hasta que haga espuma.
Es fundamental restregar y friccionar la espuma por el dorso y la palma de las manos, entre los dedos y debajo de las uñas. La espuma jabonosa genera micelas –esferas de jabón– que atrapan y eliminan la suciedad, los microbios y las sustancias químicas nocivas.
Tras restregarnos las manos durante al menos 20 segundos, toca enjuagarse bien, con agua corriente limpia, da igual que sea fría, tibia o caliente.
¿Y el secado? Podemos secarnos las manos con una toalla limpia, papel limpio o al aire. Siempre que sea posible, conviene evitar los secadores de manos, porque pueden facilitar una mayor diseminación de los microbios por el aire. Las toallas de papel son muy útiles, porque además de secar, eliminan físicamente las bacterias de las manos, algo que los secadores de aire caliente y los secadores de aire por chorro no hacen.
En el caso de no disponer de agua y jabón, podemos emplear un desinfectante de manos que contenga al menos un 60 % de alcohol, pero esta alternativa puede no tener la misma eficacia. Y ni que decir tiene que las toallitas húmedas para bebés no están diseñadas para eliminar los gérmenes de las manos.
Después de tirar algo a la basura, estornudar o tocar un animal
Existen algunos momentos clave en los que las probabilidades de contraer y propagar microbios aumentan y resulta conveniente lavarse las manos, para proteger tanto a las personas del entorno como a uno mismo:
- Antes, durante y después de preparar alimentos.
- Antes y después de comer.
- Antes y después de cuidar a alguien que manifieste síntomas de enfermedad o que presente vómitos o diarrea.
- Después de ir al baño.
- Después de cambiar pañales o limpiar a un niño que haya ido al baño.
- Después de tocar o manejar objetos sucios.
- Antes y después de manipular una herida.
- Después de sonarse la nariz, toser o estornudar.
- Después de tocar a un animal, alimento para animales o excrementos de animales.
- Después de tocar la basura.
Médicos y enfermeras deben ser especialmente cuidadosos
En hospitales, consultas médicas y centros de salud, la higiene de manos es incuestionable. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), puede ser considerada la práctica más importante para reducir la transmisión de gérmenes en los entornos sanitarios. Algunos estudios reportan tasas de contaminación de las manos de hasta el 75 % entre los profesionales de la salud, siendo la bacteria Staphylococcus aureus el microorganismo predominante implicado.
En el año 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó unas directrices preestablecidas conocidas como los “Cinco momentos para la higiene de las manos en el ámbito sanitario”. Son los siguientes:
- Antes de tocar o entrar en contacto con un paciente.
- Antes de realizar un procedimiento limpio o aséptico.
- Después de exponerse (o sospechar la exposición) a fluidos corporales, y al quitarse los guantes.
- Después del contacto con un paciente y su entorno inmediato.
- Después de tocar un objeto inanimado en el entorno inmediato del paciente, incluso si no hay contacto directo con el paciente.
Seguirlas a rajatabla no solo disminuye el riesgo de infección sino también, en consecuencia, los costes sanitarios generales e incluso la duración de las estancias hospitalarias.
La higiene de manos disminuye cuando hay conflictos bélicos
Microbiólogos y epidemiólogos tienen muy claro que aplicar estas medidas de higiene de manos reduce el riesgo de sufrir infecciones gastrointestinales, pero también respiratorias y dérmicas.
Por desgracia, se estima que en la actualidad la proporción de la población mundial con acceso a higiene básica es tan solo del 70 %.
En el año 2020, 2 300 millones de personas todavía carecían de servicios básicos de higiene de manos en el hogar, incluidos 670 millones sin instalación alguna para lavarse las manos. Las guerras y los conflictos bélicos empeoran aún más esta indeseable situación.
Raúl Rivas González es miembro de la Sociedad Española de Microbiología y catedrático de Microbiología por la Universidad de Salamanca.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.