Es verdad que, cuando levantaron las pirámides, los egipcios no disponían de una tecnología ni por asomo parecida a la actual. No había grúas, ni elevadores, ni máquinas para cortar la piedra y desplazarla hasta el lugar de construcción. No existían ni siquiera herramientas de hierro (ten en cuenta que estaban aún en la edad del Bronce).
A simple vista, no parece que tuvieran capacidad técnica para levantar esas gigantescas tumbas faraónicas. Sin embargo, sus métodos de construcción fueron tan precisos que nada tienen que envidiar a los que se han empleado hasta el siglo XX.
Ingenieros y arqueólogos han investigado qué medios pudieron utilizarse en la construcción de las grandes pirámides. Las más conocidas son las tres situadas en Guiza, construidas por los faraones Keops, Kefren y Micerinos.
La de Keops es la más grande y alta –tiene 146 metros de altura– y fue edificada hacia el año 2550 antes de la era común (a.e.c.). Se calcula que se utilizaron 2,3 millones de bloques de piedra de entre 2,5 y 15 toneladas cada uno. Una mole de semejante tamaño pudo levantarse gracias a mucha mano de obra, tiempo y unos recursos que demuestran el gran conocimiento técnico de los egipcios.
Y paso a paso, se alcanzó la perfección
Erigir estas grandes tumbas reales requería unas técnicas que se fueron probando y depurando poco a poco.
Empecemos con el primer logro. A partir de la mastaba –un tipo de tumba con forma trapezoidal–, el faraón Zoser se hizo levantar en Saqqarah una pirámide escalonada mediante la superposición de pisos cada vez más pequeños en el año 2630 a.e.c.
El siguiente paso tuvo lugar bajo el reinado de Seneferu (2575 a.e.c.). Por primera vez, los egipcios intentaron construir pirámides de caras lisas. Sin embargo, no dominaban aún la técnica, y una de ellas acaba teniendo forma romboidal debido a un error de diseño: es la llamada Pirámide Acodada.
La segunda que también mandó levantar Seneferu, conocida como Pirámide Roja, sí demuestra ya un perfecto dominio de la técnica. Podemos considerarla la primera pirámide que merece tal nombre.
Obreros libres y bien alimentados
Para edificar estos soberbios monumentos hacía falta una gran cantidad de mano de obra: se ha calculado que en las pirámides de Guiza, por ejemplo, trabajaron nada menos que unos 10 000 obreros.
Durante los 30 años que duró la construcción de este complejo, los trabajadores se alojaron en poblados de carácter temporal cerca de las pirámides. Los huesos de animales que han encontrado los arqueólogos revelan que disfrutaban de una dieta rica en carne y, en general, de una buena alimentación.
Siempre se ha supuesto que las pirámides fueron construidas por esclavos, pero no es verdad. En realidad, eran habitantes egipcios libres, obreros organizados en cuadrillas que tenían tareas especializadas: tallar, transportar o colocar los bloques de piedra.
Funcionarios y arquitectos organizaban y coordinaban este trabajo, que demuestra la capacidad del faraón para concentrar riqueza y desviarla a la construcción de su grandiosa tumba.
Unas técnicas de construcción aún por descubrir
Uno de los mayores desafíos era mantener estable la estructura de la pirámide, y para ello se logró nivelar el terreno con un margen de error de menos de un centímetro. Una precisión similar solo es comparable a los métodos de construcción actuales, en los que se emplea láser. Para nivelar los cimientos, supuestamente emplearon zanjas llenas de agua y técnicas para apisonar y alinear los bloques de piedra.
El material más empleado fue piedra caliza, extraída de canteras cercanas y cortada en bloques con herramientas de cobre, bronce o granito. Para el revestimiento, utilizaron piedra caliza de mayor calidad, obtenida cerca de la actual ciudad de El Cairo. Y en algunos elementos usaron granito procedente de Asuán, situado a más de 800 kilómetros al sur.
El transporte y la colocación de los bloques de piedra han dado lugar a un sinfín de teorías. Lo más seguro es que estos materiales fueran llevados desde las canteras hasta la zona de construcción mediante un sistema de canales de agua conectado al Nilo.
Ya en tierra, los bloques eran desplazados mediante cilindros y rampas y se deslizaban hasta el lugar previsto con poleas y cuerdas. También sabemos que emplearon una especie de trineos arrastrados por cuadrillas de trabajadores.
Para facilitar el deslizamiento, los obreros vertían agua en la arena, lo que reducía la fricción. Los expertos han probado que gracias a este truco solo harían falta la mitad de trabajadores.
La colocación de los bloques se realizó mediante rampas que se iban construyendo conforme subía la pirámide; los obreros podían así acceder a la parte más alta. Los investigadores han propuesto distintos tipos de rampas –rectas, en espiral, en zigzag, internas…–, aunque las internas ya han sido descartadas.
Pero las rampas no parecen ser suficientes por sí solas. La respuesta estaría en el uso de varios métodos a la vez: los obreros egipcios también habrían empleado palancas y contrapesos para mover los bloques de piedra.
En la actualidad, los expertos siguen analizando el interior de la gran pirámide de Guiza para buscar alguna pista sobre la tecnología empleada en su construcción. Este es el objetivo del proyecto ScanPyramids.
Y aunque se han llegado a realizar curiosos experimentos como construir pirámides a pequeña escala, aún sigue sin desvelarse por completo el misterio de cómo consiguieron levantar aquellas asombrosas moles de piedra.
Este artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años.
Clelia Martínez Maza es catedrática de Historia Antigua por la Universidad de Málaga.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.