Cogolludo honró a San Isidro Labrador entre devoción, tradición… y lluvia

Cogolludo honró a San Isidro Labrador entre devoción, tradición… y lluvia

Cogolludo ha vuelto a rendir homenaje a su patrón, San Isidro Labrador, con una celebración marcada por la devoción, las costumbres agrícolas y el agua caída del cielo, tan bienvenida como inoportuna para algunos actos. A pesar de la lluvia, vecinos y agricultores mantuvieron viva una de las tradiciones más arraigadas en la villa serrana, marcada en el calendario anual de festejos del pueblo.

Cogolludo ha vuelto a rendir homenaje a San Isidro Labrador, con una celebración marcada por la devoción, las costumbres agrícolas y el agua caída del cielo, tan bienvenida como inoportuna para algunos de los actos previstos. A pesar de la lluvia, vecinos y agricultores mantuvieron viva una de las tradiciones más arraigadas en la villa serrana, una cita fija en el calendario anual de festejos del pueblo.

La festividad comenzó en la tarde del 14 de mayo, en la ermita del Santo, situada en el camino de Aleas, un auténtico mirador natural sobre los campos de labor cogolludenses. Allí se celebraron las vísperas y las tradicionales Flores a María. A las 19:00 horas, el párroco Mauricio Muela ofició la misa en honor a San Isidro, en una ermita restaurada hace más de una década con fondos de ADEL Sierra Norte. La imagen del santo lucía engalanada con un arco de chopo y rosas, como marca la tradición, y la ceremonia concluyó con el canto del himno de San Isidro.

La esperada iluminaria, que suele encenderse al caer la noche junto al mayo plantado frente al Palacio Ducal, tuvo que ser suspendida a causa de las precipitaciones. Sin embargo, no faltaron las brasas encendidas para la barbacoa organizada por los miembros de la Asociación de Agricultores y Ganaderos, en la que se asaron productos locales como espárragos, chorizo, morcilla y carne de Cogolludo.

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La jornada grande se celebró el 15 de mayo, con la misa solemne a las 13:00 horas en la ermita. Como es habitual, estaba prevista la procesión con la talla del santo por el camino de Aleas, acompañada de una simbólica yunta de bueyes y el característico manojo de espigas que San Isidro lleva en la mano. También debía realizarse la bendición de los campos en la encrucijada desde donde se divisan los olivares. No obstante, la persistente lluvia obligó a modificar los planes. La bendición se realizó en las inmediaciones de la ermita y la procesión fue cancelada, al igual que las tres vueltas en honor a la Santísima Trinidad, alrededor de la ermita.

Finalizada la celebración litúrgica, los labradores ofrecieron limonada y aperitivos, incluido un jamón, a los asistentes. Aunque el tiempo no acompañó del todo, la lluvia fue bien recibida en un municipio agrícola como Cogolludo, con cerca de 2.000 hectáreas de cultivo, donde San Isidro sigue siendo símbolo de trabajo, esperanza y comunidad.

José Antonio Gamo, presidente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Cogolludo, destacó que, a pesar de las dificultades del sector, la tradición sigue viva gracias al arraigo popular. “Estamos arropados por todo el pueblo, aunque cada vez somos menos agricultores. Se mantiene la devoción al santo y a la gente le gusta venir a la ermita. Antes había muchos más labradores en el pueblo”, afirmó. Respecto a las lluvias de estos días, Gamo señaló que “el agua siempre es buena, aunque en algunas zonas hay exceso y eso puede hacer que se pierda parte de la cosecha. Aun así, en principio va a ser un buen año, sobre todo para el cereal: cebada, trigo… también se está sembrando girasol, leguminosas, bezas y forraje”.

Sin embargo, Gamo advirtió sobre la difícil situación que atraviesa el campo. “Cada vez es más complicado vivir de la agricultura. Los gastos necesarios son impresionantes, mientras que los precios son ridículos y cada vez más bajos. Todos los insumos suben constantemente y el beneficio se reduce. Aguantamos como podemos”, lamentó. La falta de relevo generacional es otro de los problemas que preocupan al sector. “A no ser que los hijos continúen con la explotación de sus padres, empezar de cero es inviable por la inversión que requiere en maquinaria, naves… es imposible”, aseguró.

Gamo concluyó con una reflexión que resume el sentir de muchos agricultores: “Los problemas del campo son muchos. Ya no hay años buenos. Cuando hay producción, bajan los precios. Y cuando no hay grano, tampoco hay precio. Y muchas veces se dan las dos cosas a la vez. Se malvive. Para muchos es necesario tener otro trabajo, porque vivir solo del campo es muy difícil. Solo es posible si tienes una explotación muy grande”, terminó.