La Ceapa ha convocado, durante los fines semana de este mes, una huelga en contra de los deberes. Quienes tenemos niños en la escuela primaria sabemos la carga de trabajo con la que muchos días suelen llegar a casa, después de haber pasado algunos hasta ocho horas en el colegio.
No me gustan los deberes en edades tan tempranas. Los acepto si vienen como refuerzo de lo aprendido y trabajado en clase y sirven para crear, poco a poco, hábitos de estudio tan necesarios para las etapas posteriores de la educación. Pero no cuando provocan todo lo contrario de lo que se espera de una escuela pública: desigualdad y desprotección hacia los chicos que, justamente, más integración y protección necesitan.
Cuando gran parte del desempeño académico pasa a depender de lo que se realiza en casa, los niños con mayores dificultades, con familias desestructuradas, con padres y madres que no tienen la formación suficiente para poder guiarlos y que no se pueden permitir pagarles profesores particulares o academias de refuerzo, van quedando en el camino.
Sin embargo, no creo que debamos focalizar nuestra voluntad de rebelión sólo en este problema. Porque significa poner en el punto de mira en los profesores –siempre sagrados, nos toquen mejores o peores-, cuando no son más que otras de las víctimas del sistema educativo. Los programas están para cumplirlos y los trimestres no suelen alcanzar para abarcar la cantidad de contenidos que la LOMCE considera que se tienen que tragar y memorizar nuestros hijos.
La educación necesita un debate mucho más profundo que las horas que se pasan los alumnos haciendo los deberes. Veo a muchos padres y madres indignados porque no pueden ir el sábado al museo en familia, pero las aulas llenas cuando se llama a dejarlas vacías para protestar contra una ley que no ha tenido en cuenta a los principales actores de la comunidad educativa y que, en vez de modernizar el sistema y las metodologías de estudio, buscar salidas que ayuden a mejorar las cifras de fracaso escolar, idear contenidos que tengan mucho más que ver con los nuevos trabajos que les esperan en el futuro a los estudiantes de hoy, no hace más que profundizar los principios y estructuras de un sistema desfasado y caduco.