“Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, ésta te escribo.”
Miguel de Cervantes incluía estos versos en la dedicatoria, que en su obra póstuma Trabajo de Persiles y Sigismunda, historia setentrional, dirigía al Conde de Lemos cuatro días antes de morir un 23 de abril del 1616 y que a mí me van a servir para iniciar el balance de este año en el que hemos conmemorado los 400 años de la muerte del escritor.
A menudo, estos aniversarios se convierten en una, más o menos, atractiva serie de actividades que brillan mientras se realizan, pero que al acabar, poco a poco, se van olvidando y de la que pasados los años, los meses, las semanas e incluso, me atrevería decir, que los días nadie se acuerda. De esto, a mi entender, hemos tenido y en abundancia este año que, ya puesto el pie en el estribo, nos disponemos a despedir. Muchas han sido las acciones que han ido sembrando nuestra geografía patria, desde las grandes acciones en las más populosas ciudades hasta las modestas celebraciones en los pequeños pueblos, nadie ha querido quedarse sin honrar la memoria de don Miguel.
Cuando he tenido la suerte de gestionar este tipo de eventos, siempre me ha guiado la necesidad de combinar los fugaces actos más festivos, con aquellos otros que debían quedar para siempre como huella indeleble, a modo de homenaje permanente. Quiero recordar alguno de esos testigos que nos dejó, en el año 2005, el IV Centenario de la publicación de la primera parte de El Quijote. A pesar de que en aquel centenario que, en palabras de la entonces ministra de Cultura, doña Carmen Calvo, recordaba al libro no al autor y que su nacimiento en Alcalá fue circunstancial, ridícula excusa, sirvieran para excluir a Alcalá de Henares de las celebraciones estatales. Pero el empeño de la sociedad civil alcalaína, copartícipe de la programación, y el compromiso de toda la Corporación Municipal, convirtieron cada uno de los 365 del año en un homenaje a nuestro paisano más ilustre.
Me viene, en primer lugar, a la memoria esa escultura de don Quijote y Sancho Panza, que sentados a la puerta de la casa de su padre literario, dan la bienvenida a ella a los paisanos y a todos aquellos visitantes que se acercan hasta Alcalá de Henares. Cuando paseo por la calle Mayor, cualquier día de la semana y a cualquier hora, siempre les encuentro acompañados, y les reconozco, sin sonrojo, que me siento orgulloso de haber sido el promotor de la iniciativa y de haber elegido al artista Pedro Requejo, para realizar esta escultura que se ha convertido en la fotografía de la ciudad.
Entonces pensamos en el futuro y apostamos por nuestros niños y, así de este modo, todos los alumnos complutenses recibieron en sus aulas como regalo del consistorio un ejemplar de la novela cervantina. Después desde la Concejalía de Educación se les animó a que entre todos escribieran con su propia letra un fragmento de El Quijote para componer una edición manuscrita singular que presenta la inmortal obra de Cervantes con las letras y dibujos originales de los escolares alcalaínos.
Los participantes fueron 2.700 escolares y 160 profesores de la totalidad de los centros de primaria de la ciudad. El resultado puede leerse hoy en la edición preparada por la citada Concejalía y, además, cada poco tiempo en la sala de exposiciones “Los Universos de Cervantes”, el ejemplar original se exponía abierto por los escritos de los alumnos de colegio distinto, avisando al centro correspondiente. Esto último ya no es posible al haber decidido la actual Corporación Municipal, precisamente en este año cervantino, cerrar esta sala de exposiciones ¡Paradojas del destino!
También ese año nos dejó una nueva edición de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha ilustrado por Eustaquio Segrelles, pero en este caso no por iniciativa municipal, fue editado por Francisco Gutiérrez y por José Quijada. ¡Cuánto te echamos de menos amigo Pepe!
Sin duda, uno de los grandes acontecimientos fue el estreno, el 8 de octubre de 2005 en el Teatro Salón Cervantes, de Clavileño, obra musical encargada por el Ayuntamiento a la Sociedad Lírica Complutense y a la Orquesta Ciudad de Alcalá, y que, gracias al compromiso y tesón del alcalaíno-aragonés Vicente Ariño, sus acordes se volvieron a escuchar el día 30 de diciembre, en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, en la Gala de Clausura de los Actos del IV Centenario del Quijote. Hubiera sido bonito este año haber podido disfrutar de nuevo con esta alcalaína composición. ¡Triste olvido!
He referido tan solo cuatro de las muchas actuaciones que se desarrollaron en aquel 2005 y que sirvieron sobre todo para relanzar turística y culturalmente la ciudad de Alcalá, no solo en el ámbito regional y nacional, sino que conseguimos una proyección internacional. Entonces pensamos que el turismo cultural debía ser una de nuestras principales señas de identidad y, sin pecar de modestia, creo que lo conseguimos. Hoy, a pesar de la apatía del gobierno local, gracias a las empresas turísticas que operan en la ciudad, Alcalá sigue siendo uno de los destinos turísticos más atractivos del centro de España.
Este año sí celebramos al autor y no a su obra, y la ciudad, mejor dicho el Ayuntamiento, como su máximo representante, tenía la obligación moral de hacerlo, pero con todo el dolor de mi corazón tengo que decir que no ha estado a la altura. Y no me valen excusas como que no ha colaborado la Comunidad de Madrid o el Gobierno Central, o el tan socorrido que no había dinero por nuestra mala gestión anterior. En el 2005, con el empuje de los alcalaínos llamamos a muchas puertas públicas y también privadas, unas, la mayoría, se abrieron, otras se entreabrieron y tan solo algunas pocas, a las que ya me referí anteriormente, permanecieron cerradas.
Nuestras autoridades locales no han querido, o no han sabido, rentabilizar esta oportunidad y estoy profundamente convencido de que Alcalá de Henares este año ha perdido una ocasión irrepetible para proyectarse nuevamente en el exterior aprovechando a su mejor embajador, Miguel de Cervantes Saavedra. No hemos sacado partido del IV Centenario de su muerte ¡Es una pena!
Pero afortunadamente, otros sí han aprovechado el aniversario y nos han dejado muchas imágenes para el recuerdo. Por ejemplo, en la Biblioteca Nacional de España (BNE), en el madrileño Paseo de Recoletos, la pasada primavera, pudimos disfrutar del más completo conjunto de piezas relacionadas con Cervantes y sus obras, genialmente comisariada por José Manuel Lucía Megías, catedrático, escritor, presidente de honor de la Asociación de Cervantistas y ligado a nuestras ciudad por ser el coordinador del Centro de Estudios Cervantinos. En tan magna exposición, “Miguel de Cervantes: de la vida al mito (1616-2016)”, se reunieron obras procedentes de los propios fondos de la BNE, que conserva la mayor colección cervantina del mundo y de otras muchas instituciones nacionales e internacionales como el Archivo Histórico Nacional, la Real Academia Española, el Archivo de Simancas, el Museo del Prado, el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, la Biblioteca Nacional de Francia y el British Museum. En la exposición, entre otras muchas obras excepcionales, se pudieron ver, por primera vez juntos, el retrato de Cervantes pintado por Jáuregui, que durante mucho tiempo fue considerado la imagen real de Cervantes, y el retrato de Miguel de Cervantes, anónimo, pero atribuido a Alonso del Arco.
Casualidad o no, el mes de mayo fue subastado en la sala Alcalá Subastas de Madrid, un retrato de Cervantes al óleo firmado y fechado en 1762 por Pedro Rodríguez de Miranda. Es uno de los retratos conocidos más antiguos de Cervantes, basado en el grabado que Willian Kent realizó para la edición de El Quijote publicada en Londres en 1738 y que, a juicio de nuestro cronista oficial, Vicente Sánchez, tiene similitudes en el tratamiento del rostro con el atribuido a Alonso del Arco, por lo que éste último podría ser en realidad obra de Rodríguez Miranda. Pues bien, nuestras autoridades locales, conocedoras de dicha subasta, una vez más haciendo gala de un total y absoluto desinterés por la cultura, dejaron pasar la oportunidad de comprar este cuadro que se adjudicó por su precio de salida, 1.500€. Este cuadro hoy está en una colección privada, pero que, si se hubieran hecho los deberes, estaría en nuestra ciudad para el disfrute de todos.
También este año hemos podido disfrutar de una de las principales exposiciones artísticas de España, esta vez en la catedral de Sigüenza: “Cervantes 1616-2016 Shakespeare”. Más de trescientas obras artísticas y culturales, medio centenar de ellas restauradas para la exposición, con las que pudimos recorrer la sociedad, la cultura y el arte sacro del Siglo de Oro. Entre las piezas expuestas una bandera arrebatada al pirata inglés Francis Drake durante su incursión a España y Portugal en 1589, y que fue donada a la catedral por Sancho Bravo y Arce de Laguna, sobrino-nieto del llamado Doncel de Sigüenza, Martín Vázquez de Arce.
Cité anteriormente de José Manuel Lucía que ha sido, sin lugar a dudas, uno de los grandes protagonistas de este año de celebración cervantina, no solo por la ya mencionada exposición, sino por una nueva biografía de Miguel de Cervantes, publicada por la editorial Edaf en dos partes: La juventud de Cervantes y La madurez de Cervantes. Obras de obligada lectura para todos aquellos que estamos interesados en Cervantes personaje. Y, en este capítulo bibliográfico, destacar la reedición que la editorial Almuzara ha hecho de la biografía novelada de Cervantes, publicada originalmente en 1934, escrita por Bruno Frank Un hombre llamado Cervantes. En la misma línea la editorial Biblioteca Golpe de Dados, ha reeditado la novela El ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes, publicada por primera vez en francés en 1926, escrita por Han Ryner, seudónimo del filósofo anarcoindividualista francés Jacques Élie Henri Ambroise Ner. Junto a ellas, el año pasado y este han aparecido una larga relación de novelas en las que, en mayor o menor medida, Cervantes es protagonista: El hidalgo que nunca regresó, de Carlos Luria; El impostor, de Enrique Javier de Lara; El ingenioso hidalgo, de Álvaro Bermejo; El manuscrito de Gaspar Montiel, de José Sánchez Chapela; Hermanos de tinta, de Nahuz Montt; Las sombras del imperio, de Ricardo Ramos Rodríguez; Madrid 1616, de Eloy M. Cebrián y Francisco Méndez; Misterioso asesinato en casa de Cervantes, de Juan Eslava Galán; El gran imaginador, de Juan Jacinto Muñoz Rengel; El viaje de los fingidos, de Santiago Martín Bermúdez; Luisa de Cervantes. Una vida imaginada, de Javier Ruíz Martín; Musa décima, de José María Merino; En un maldito lugar de la Mancha, de Juan José Picos Freire; El despertar de Cervantes, de Vicente Muños Puelles y finalmente, Confesiones del apócrifo Cervantes, de Jaime Cavarsi.
Recomendar otros libros interesantes, que nos deja como legado este 2016: Cartas de un joven escritor a don Quijote, de Eduardo Martínez Rico; Don Quijote de Manhattan, de Marina Perezagua; Don Quijote en la España de la reina Letizia, de Armando de Miguel y El viaje de Don Quijote, de Julio Llamazares. De las nuevas ediciones aparecidas de El Quijote, señalar solo una, la de Andrés Trapiello, adaptada al castellano actual por este escritor y experto en Cervantes. Y de los muchos ensayos, El juego en tiempos de Cervantes, de Arsenio Lope Huerta, en una preciosa edición de la editorial Reino de Cordelia. Al mismo autor, tenemos que agradecerle la reedición de su libro Los Cervantes de Alcalá, tan esperada por muchos alcalaínos.
Hasta aquí un muy personal y, por tanto, poco riguroso repaso de lo que nos ha dejado este año 2016, hecho sin ánimo de molestar a nadie, pero que espero sirva de reflexión y como crítica constructiva. Y, ahora sí para despedirme, tan solo me queda desear que acabado el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes y a punto de empezar otro, el V centenario de la muerte del cardenal Cisneros, que no perdamos la oportunidad de hacer algo perdurable y no nos quedemos solo en los fuegos de artificio, porque el personaje lo merece.
(*) Bartolomé González Jiménez es ex alcalde de Alcalá de Henares y graduado en Humanidades por la Universidad de Alcalá