Alcalá de Henares, 2 de diciembre de 1998… Así éramos

Alcalá de Henares Patrimonio de la Humanidad, 20 años, 20 cambios

Por Óscar Sáez / @oscarsaez

Eran las 11:20 horas de la mañana en Alcalá de Henares cuando Bartolomé González y Manuel Gala, los entonces alcalde y rector de la Universidad respectivamente, anunciaron desde Kioto que Alcalá era declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Lo hicieron con el manos libres de un teléfono puesto en la mesa de una sala del Ayuntamento de Alcalá. Hace veinte años no existían el Skype, ni WhatsApp, ni se estilaban las videoconferencias. No fuimos trending topic, ni se compartió en Facebook la noticia más importante para la ciudad en las dos últimas décadas. Las redes sociales eran cara a cara y los medios de comunicación no habían conquistado todavía internet. Existían los faxes (mensajes para millenials: el fax es un sistema de comunicación que permite mandar y recibir información gráfica a través de la línea telefónica), y las arrobas todavía se entendían más como unidad de peso que como signo para los emails.

Por entonces, Alcalá era un páramo turístico. Sólo se podía visitar la Universidad de Alcalá, las Bernardas y el Oratorio San Felipe Neri. La Casa de Cervantes estaba en obras, el Corral de Comedias buscaba su uso, el Arqueológico todavía no tenía programación y sobre Complutum aparcaban los coches. Los vehículos también circulaban por la Plaza de San Diego, donde los cañones presidían lo que hoy es una gran biblioteca. Escopetas frente a libros, una gran paradoja. El Mercado Cervantino, el gran reclamo turístico de la ciudad, aún no había nacido. Alcalá tenía apenas 50 camas hoteleras y hora rozan las 2.000.

Por entonces, Alcalá de Henares tenía 161.288 habitantes, de los que 2.543 eran extranjeros (1,6%). Ahora, con 195.000 vecinos, la cifra de inmigrantes roza el 20% (más de 32.000 personas), con una mayoría importante de población rumana. La economía del lugar se recuperaba de la crisis de años anteriores y el número de parados se situaba en más de 8.300 personas (9,2% tasa de paro).

Entre la M-50 y el AVE a Valencia

En los medios locales se hablaba entonces de la posibilidad de que la M-50 cruzara el barrio de La Garena, que estaba desarrollándose y donde El Corte Inglés todavía no se había asentado. También estaban llegando los primeros vecinos a Espartales y El Ensanche, donde el Alcalá Magna tampoco era un lugar de peregrinaje. Aunque ahora tampoco se utiliza, El Ensanche tampoco contaba con la actual plaza de toros para 7.000 espectadores, que ya había clausurado la existente en la Avenida Guadalajara. También se discutía sobre la posibilidad de que el AVE a Valencia partiera de la estación de tren de Alcalá. Igual nos habría ido mejor porque hace 20 años se tardaba menos en llegar a Madrid, porque se han multiplicado las estaciones entre la ciudad y la capital, pero no los Civis. También quizás nos hubieran enterrado las vías del tren, que era uno de los grandes temas de conversación en esos tiempos. Otra de las preocupaciones era la liberación de las telecomunicaciones y del telefonazo que padecía una ciudad donde pisos del Paseo de la Estación con cuatro habitaciones se vendían por 90.000 euros; 70.000 en Juan de Austria, o 105.000 en la Cuna de Cervantes.

Cines a 750 pesetas la entrada

Entonces Alcalá contaba con tres cines: La Dehesa, El Val y Cisneros. Apenas había cinco canales de televisión (La1, La2, Antena 3, Telecinco, Canal  y Telemadrid) y Netflix era una quimera. ¿En cartelera en diciembre de 1998? Algo pasa con Mary, El abuelo, El show de Truman, Mulan o El Zorro de Antonio Banderas, que llenó las salas el primer fin de semana. Las entradas entonces costaban 750 pesetas y 500 el fin de semana.

La ciudad también se preparaba entonces para las Fiestas de Navidad, con una macrofiesta en el pabellón del Val, que aunque ha cambiado de nombre -ahora se llama Demetrio Lozano- sigue igual de vetusto.

El Alcalá de Calleja contra el Real Madrid de Casillas

La RSD Alcalá jugaba en Tercera División. Ahí no hemos progresado demasiado, aunque por entonces aparecieron las figuras de Rodofo Gómez y Miguel Ángel Lara con un proyecto ambicioso que hablaba incluso de llevar al club a Primera. El equipo, que como ahora coqueteaba con los puestos de descenso, acababa de fichar a Javier Calleja, actual entrenador del Villarreal, y venía de perder contra el Real Madrid C de Iker Casillas. También perdió contra el Leganés B, donde jugaba Nene, que ahora es un actor que triunfa en series como Gigantes y en los escenarios con sus monólogos. El CB Alcalá militaba en EBA y el deporte rey en Alcalá era el fútbol sala femenino: el Alca-Sala de Francisco Casanova y Jesús llenaban el pabellón del Val en División de Honor, la máxima categoría.

Raúl González Blanco, que un día antes de que Alcalá fuera declarada en Kioto Patrimonio de la Humanidad marcaba el famoso aguanís para dar el Mundial de Clubes en Tokio, visitaba días después con Manolo Sanchís la Peña Madridista Ramón Mendoza de la ciudad complutense.

Borrell, Aznar y ETA

A nivel nacional, Josep Borrell, hoy ministro de Exteriores, aspiraba a ser presidente del Gobierno por el PSOE hasta que le apartaron. Su rival sería el entonces presidente del Gobierno José María Aznar, que por entonces iniciaba los contactos con ETA para avanzar hacia la tregua.

En Alcalá de Henares gobernaba el PP en minoría con Bartolomé González como alcalde. Pablo González era el portavoz del PSOE, Miguel Polo, de Izquierda Unida, y Javier Ocaña, del PDNI. Todos viajaron a Kioto, junto a José Miguel Rueda, director general de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, el rector de la UAH, Manuel Gala, el vicerrector de Infraestructuras, Manuel Mazo, concejales del Gobierno como Marta Viñuelas o Beatriz Díaz Manzanares, técnicos como Cristóbal Vallhonrat, o las periodistas Ruth Parra y Noelía Martín. En otras administraciones, Manuel Ureña era el obispo de Alcalá de Henares y el General Sierra tomaba posesión como máximo exponente de la Bripac, en un año que era preelectoral.

A partir del día 2 de diciembre

Tras el informe previo de Didier Repellin, el encargado de realizar el informe para la Unesco, y la defensa de Henry Cleere, abogado inglés de ICOMOS, de la candidatura de Alcalá frente a 21 embajadores de la Unesco de países como Ecuador, Marruecos, México, Francia, Brasil, Canadá o Tailandia, Alcalá logró la deseada declaración como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Els Comediants incendiaron Alcalá con demonios de fuego mientras miles de alcalaínos se echaban a la calle para tocar el cielo. El entonces presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón prometía 10.000 millones de euros para Patrimonio, inversiones que se las llevó el viento (o el Politécnico de la UAH).

Aznar nos felicitó y también la Casa Real. Nos colocamos en la Liga de las grandes ciudades, como Santiago, Salamanca o Toledo, aunque no nos hayamos lograr clasificar para la Champions, al no conseguir el Real Patronato. Y eso que todos los políticos que visitaban la ciudad -desde cualquiera de los presidentes del Gobierno que ha tenido España, hasta alcalde del pueblo más pequeño- repetían la mantra de Alcalá, una maravillosa Ciudad Patrimonio de la Humanidad. En la mayor parte de las ocasiones, las palabras venían huecas de inversiones. Alcalá se convirtió en Ciudad Patrimonio de la Humanidad; la legionella y el resto de la crónica de sucesos por la que se conocía a la ciudad quedaron en un segundo plano. Hemos avanzado desde entonces, ¿pero lo hemos hecho lo suficiente?