Y ahí en lo alto del frontón, rodeada de motivos vegetales y figuras fantásticas, al abrigo de una hornacina, la pequeña escultura que da nombre a esta calle, la de la Imagen.
En realidad da nombre a la calle y al convento. Porque aunque la advocación de este último sea la Purísima Concepción, de Carmelitas Descalzas, popularmente se le conoce como convento de la Imagen. Pero son otras imágenes las que trufan su historia de anécdotas…
Comencemos por una imagen ya perdida, la bautizada popularmente como “el cuadro de la cantarilla de miel”. Y es que las religiosas encargaron un cuadro sobre el martirio de San Andrés a un pintor con más picardía que arte. Cuando éste lo llevó a las monjas pidió cien ducados que ellas consideraron no valía. Surge entonces la solución de tasarlo y Gregorio Utande, que así se llamaba, lo lleva en realidad al célebre Juan Carreño de Miranda para que lo retoque, premiándole con una cantarilla de miel. Los tasadores que conocían al autor real estiman que el cuadro vale doscientos ducados. Precio que recibe el pícaro pintor que sólo tuvo que invertir astucia y un poco de miel.
La siguiente imagen es la de unos naipes. Aunque en algunos documentos consta que este edificio fue propiedad de los Marqueses de Lanzarote, muchos otros legajos aseguran que perteneció a un desafortunado Juan de Arenillas. Al parecer éste lo perdió en una partida de cartas. Posteriormente la esposa del ganador de esta partida, Luisa de Muñatones, lo vendió por 2.800 ducados – un chollo para la época teniendo en cuenta que frontón y escalera interior se atribuyen a Covarrubias- a las carmelitas descalzas. Así en febrero de 1576 éstas se mudaron a su segundo y definitivo monasterio.
No sabemos si la nueva morada sería más del gusto de las dos mujeres que protagonizan las últimas imágenes… Más allá de la placa que en el exterior nos lo recuerda, un atril y unas cartas dan testimonio de la celda que solía ocupar Santa Teresa. Se dice que las monjas de clausura, todavía hoy se agachan a besar el último escalón de la escalera en recuerdo de la Santa, que ejerció de priora en varias de sus visitas al convento alcalaíno. Menos imágenes quedan de otra ilustre priora, Sor Luisa de Belén de Cervantes, hermana del “Príncipe de los Ingenios Españoles. Aquí ingresó con 18 años y aquí murió y fue enterrada. Y no deja de ser curioso que aunque apenas tuvo contacto con el escritor es la única familiar de Cervantes de la que se conoce fehacientemente dónde están sus restos.
Y ya que hablamos de imágenes… Sepan que en el convento hay una imprenta donde las religiosas siguen desarrollando parte de sus tareas.
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