La historiadora María Jesús Vázquez Madruga nos desvela hoy historias del Corral de Comedias de la Plaza de Cervantes
VICISITUDES DEL CORRAL DE COMEDIAS
Hoy contaré algo del Corral de Comedias, sí, el nuestro, el más antiguo, el que llamábamos el “Cine Chico o Pequeño” cuando yo era niña.
Larga es su historia y mucho habría que contar. Para no aburrir al sufrido lector, aquí va una mínima, que digo, ínfima parte. Al más interesado en el tema le recomiendo el libro de Miguel Ángel Coso Marín, Mercedes Higuera Sánchez-Pardo y Juan Sanz Ballesteros: El Teatro Cervantes de Alcalá de Henares 1602-1866. Estudio y Documentos, ed. Tamesis Books Limited, London – Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1989.
Pues bien, resulta que la titularidad del Corral no era de una persona única o una institución, sino de varios: Una parte era del Ayuntamiento que tenía derecho a un porcentaje sobre las comedias que se representaran y era quien daba permiso para actuar; otra, la cofradía del Santísimo Sacramento, otra de la cofradía de Pobres de la Cárcel, otra más de la familia de doña Francisca López Mogro…En fin, que el producto obtenido de las representaciones llegó a ser un problema con tantas manos esperando su beneficio.
Veamos algunos datos: En 1664, Bartolomé Romero y Juan de la Calle, autores de comedias, representaron 15 y cobraron a razón de 75 reales por cada una, pero como fue muy poco público no cubrían gastos. No digamos para repartir entre los que tenían derechos sobre el Corral.
¡Que mérito tenían los comediantes!
En 1670 se representaron también 15 comedias, esta vez de la compañía de la Viuda de Camacho (como pasa a menudo con las mujeres, no aparece su nombre propio en los documentos)
En 1704 la cofradía del Santísimo Sacramento reparó el Corral, pero desde esa fecha hasta 1720 hubo que hacerlo varias veces porque el Ayuntamiento alojó en él a los cuerpos de guardias y reclutas que, como dice el documento “…encendían fuego y quemaban asientos de tablas y puertas, por lo que piden al señor Corregidor coloquen a los soldados en otro sitio” Pero en la sesión del 12 de agosto de ese año el Ayuntamiento dictamina que no ha lugar. Un milagro que no se incendiara.
En 1745 el prioste de la citada cofradía paga a doña Ana María, heredera de doña Francisca López Mogro, 8 reales que le correspondían como copropietaria del Corral por las comedias representadas.
El caso es que acudía tan poco público que estuvo, como ya dije, ocupado por soldados y a punto de cerrarse, por eso los copropietarios piden al Ayuntamiento de nuevo en 1769 que se adecúe para que se utilice únicamente para representaciones y no para alojamiento de soldados.
Finalmente, el Ayuntamiento cede a ello.
En 1774, el prioste de la cofradía del Santísimo Sacramento, Gregorio Ramírez de Arellano, pide al Ayuntamiento le perdone los dos ducados por comedia representada que le correspondían al Concejo de las 30 comedias de ese año “…por la ninguna concurrencia de gente y porque para pagar esa cantidad deben empeñar o vender alguna alhaja de las que disponen para el culto”.
Así vemos cómo a lo largo de casi un siglo, el Corral dio pocos beneficios, a veces ninguno y su uso para alojamiento de tropas no fue precisamente buena idea por los desperfectos que causaban. Pero sobrevivió, y ahí tenemos una auténtica joya para disfrute de todos.
Foto Archivo: Comunidad de Madrid. Corral de Comedias