Mañana es mi cumpleaños. Parece que fue ayer cuando esta rubia estaba celebrando su cumple-boda para darle la bienvenida a los 40 y ya están aquí los 41. ¡Qué relativo es el tiempo y nuestro cerebro!, que pretende que me crea que ha pasado rápido con lo largo que se me ha hecho el 2017.
Puro mecanismo de defensa, imagino, para superar los dramas en tiempo récord. «Pa fuera lo malo» que diría Aitana War.
Teniendo en cuenta el fiestón que me marqué el año pasado, el listón está tan alto que es imposible superarlo, así que he decidido cambiar el chip y que los 41 y el fin del mundo me pillen bailando. Os diré que tengo la firme y friki creencia de que todo lo que hagas durante el día de tu cumpleaños, el anterior y el posterior marca tu año; así que entenderéis que es importante elegir personas y actividades que quieras para los siguientes doce meses, o te estás haciendo la puñeta tú solito.
Yo este 2018 lo voy a celebrar ensayando porque sí queridos lectores, he decidido darle rienda suelta a la artista que llevo dentro y mi salto al estrellato es cuestión de días. Por obra y gracia del coreógrafo francés Jerome Bel, voy a formar parte de un espectáculo de danza que reúne encima de las tablas a 22 personas cada una de su padre y de su madre.
El experimento se llama «The show must go on» (El espectáculo debe continuar) y estaremos del 4 al 8 de abril dándolo todo en la sala roja de los Teatros del Canal, compartiendo escena con los bailarines de la Compañía Nacional de Danza.
He firmado una cláusula de confidencialidad, así que no os puedo adelantar nada… por lo que tendréis que venir a verme para poder decir aquello de «yo estuve allí». Como recompensa, tendré la gentileza de firmaros un autógrafo a la salida.
Ya que he aceptado el voto de silencio (con el esfuerzo que me supone mantener la boca cerrada), he incluido dos o tres anexos a mi contrato, indicando las necesidades básicas de cualquier diva de la danza que se precie:
Quiero flores frescas en el camerino, toallas blancas extra suaves, fruta, bombones Godiva, agua Evian sin gas, un masajista personal e intransferible que deberé elegir previamente, un segurata de dos metros en mi puerta, secretaria, maquilladora, peluquera, estilista, incienso Nag Champa, un maestro de Reiki, fotos promocionales para regalar a los fans y una limusina en la puerta de artistas lista para devolverme a mi hogar.
La duda ofende si pensáis que no han aceptado estas fruslerías… creo que hubieran hecho cualquier cosa por tener a esta periodista cuarentona en el elenco.
Si ya tenéis clarísimo que debéis bloquear el fin de semana del 7 de abril para disfrutar de mi salero, os invito a que saquéis pronto las entradas… que tengo más tirón que Shakira, Beyoncé y Madonna juntas.
¡Venga, aflojando el bolsillo que la cultura nos alimenta y nos ensancha el alma, y a mí el ego!
http://www.teatroscanal.com/espectaculo/jerome-bel-compania-nacional-de-danza/