Hoy en día, la esperanza de vida ha aumentado considerablemente, lo que implica que hay más personas mayores. Esto hace que cuidar la calidad de vida en la vejez sea más importante que nunca. No se trata solo de vivir más años, sino de vivirlos de manera saludable, feliz y plena.
Además de cuidar el cuerpo, para envejecer de manera saludable es preciso atender a la mente y las emociones. Adoptar un estilo de vida que nos permita disfrutar de cada etapa es fundamental, y eso incluye practicar ejercicio y fortalecer las relaciones sociales.
Si nos enfocamos en estos aspectos, cada año de vida puede ser más enriquecedor que el anterior. Las personas mayores pueden seguir contribuyendo activamente a la sociedad, disfrutando de la vida y sintiéndose realizadas.
La actitud y su impacto en la longevidad
Un estudio impulsado por la Universidad Autónoma de Madrid y publicado en 2020 en la Revista Española de Geriatría y Gerontología demostró que los adultos mayores con una actitud positiva, como el optimismo, la gratitud y la resiliencia, son más felices y sus vidas más saludables. En cambio, aquellos con una visión negativa del envejecimiento son más propensos a la depresión. Esto demuestra, entre otras cosas, que una mentalidad positiva favorece un envejecimiento saludable.

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La resiliencia: cómo adaptarse al cambio
Según el trabajo mencionado,la resiliencia es uno de los factores que condicionan el modo en que envejecemos. Ahora bien, ¿en qué consiste exactamente esta facultad del ser humano, y por qué influye especialmente en nuestros años postreros?
La resiliencia es la capacidad de adaptarse a las dificultades. En la tercera edad, las personas se enfrentan desafíos como la pérdida de seres queridos, enfermedades y cambios en su independencia. Los resilientes tienen más probabilidades de superar estas dificultades y reducir el estrés y la depresión.
Además, ayuda a prevenir problemas de salud mental y física, como la depresión y el deterioro cognitivo. Las personas resilientes tienden a vivir más tiempo y con mejor calidad de vida.
El optimismo: una herramienta para vivir más tiempo
La convicción de que sucederán cosas buenas, lo que se entiende por optimismo, también influye en la longevidad. Esta afirmación cuenta con el respaldo de la ciencia. Así, los estudios muestran que las personas optimistas viven más tiempo que las pesimistas. Este optimismo está relacionado con mejores estrategias para manejar las emociones y afrontar los desafíos de la vida.
Las personas optimistas tienen menos riesgo de sufrir enfermedades graves, como problemas cardíacos o hipertensión. Además, el optimismo promueve hábitos saludables que, a su vez, contribuyen a una mayor esperanza de vida. Los estudios publicados en revistas como BMC Public Health y Aging and Mental Health respaldan estos hallazgos, demostrando que un optimismo elevado mejora la percepción de la salud y reduce el riesgo de mortalidad.
Fuertes y felices, también en la vejez
A la luz de los estudios realizados hasta el momento acerca de la relación entre longevidad, optimismo y una mentalidad resiliente, es posible concretar los siguientes efectos positivos sobre la salud física, y también en la mental:
- Menor riesgo de enfermedades crónicas: reducir el estrés y mejorar la gestión emocional fortalece el sistema inmunológico.
- Mejor salud cardiovascular: las personas optimistas tienen menor riesgo de sufrir hipertensión y problemas cardíacos.
- Mayor bienestar emocional: la resiliencia y el optimismo ayudan a prevenir problemas como la depresión y la ansiedad, comunes en la vejez.
- Más conexiones sociales: estas cualidades fomentan relaciones saludables, lo que también contribuye a vivir más tiempo.
Estrategias para potenciar la resiliencia y el optimismo
Identificadas dos de las claves para disfrutar sumar años de calidad a la vida, solo queda averiguar cómo fomentar la resiliencia y el optimismo en la vejez. Para ello, es fundamental practicar algunas estrategias que fortalezcan estas cualidades:
- Cuidar nuestras emociones: practicar la gratitud, la meditación y la relajación reduce la ansiedad y mejora la actitud ante la vida.
- Mantener relaciones sociales: estar en contacto con amigos y familiares nos ayuda a sentirnos apoyados y menos solos.
- Hacer ejercicio regularmente: la actividad física no solo mejora la salud, sino también el estado de ánimo.
- Tener un propósito de vida: establecer metas o aprender cosas nuevas da motivación y sentido a la vida.
- Modificar los pensamientos negativos: practicar el pensamiento positivo y ver los desafíos como oportunidades fortalece la resiliencia.
La importancia de ver el lado positivo
Vivir más tiempo no depende solo de la genética o la salud física, sino también de nuestra actitud hacia la vida. La resiliencia y el optimismo son herramientas poderosas que pueden ayudarnos a vivir más y mejor. Adoptar una mentalidad positiva y flexible no solo favorece un envejecimiento saludable, sino que nos permite disfrutar de todas las etapas de la vida. Invertir en estas cualidades es una forma de asegurar un futuro lleno de bienestar.
María Antonia Parra Rizo es doctora en Psicología de la Salud por la Universidad Miguel Hernández.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.