Firmeza del Alcalá humilde frente al Intercity del parquet bursátil (RSD Alcalá 2-0 Intercity)

Firmeza del Alcalá humilde frente al Intercity del parquet bursátil (RSD Alcalá 2-0 Intercity)

Vuelve la Real Sociedad Deportiva al horario sabatino incompatible con la costumbre religiosa judía, pero al uso de los rituales complutenses, solo que la humedad fluvial del Henares se apodera sin previo aviso del ánimo aficionado.

El Intercity, natural de la “millor terreta del mon”, para entendernos por Alicante, todo vestido de negro y como sociedad mercantil del equipo perteneciente a BME Growth, habitual del parquet de compra venta de acciones, o sea, que cotiza en bolsa. Un detalle que, comparado con el Alcalá, dota al equipo levantino de un caché del todo distinguido. Pero lo cierto es que militan en la misma categoría, aunque las Brigadas Alcalaínas, ya digerido el episodio de Las Palmas de Gran Canaria, gritan con denuedo al final del partido que su destino es….”primera federación!!!”.

Partido de los denominados trampa, porque la diferencia es muy escasa entre ambos contendientes, lo que quedó meridiano en la primera parte y no tanto en la segunda, merced a la fe, primera de las excelencias y virtudes de la teología cristiana. Pol Roigé, estupendo extremo visitante, trotamundos con experiencia en el fútbol sueco y rumano, acreditó en la primera mitad los valores alicantinos, pero el portero complutense Pantoja hizo ejercicio de “courtoneización” en versión garrapiñada para el salvamento y el socorrismo del equipo local. El banquillo del Intercity estaba ocupado por un ilustre del balompié nacional. Nada más y nada menos que Javi Moreno, con 51 años en su DNI, pero que a principios de siglo disputó una final histórica, la del Alavés contra el Liverpool, con resultado 4-5 en contra de sus intereses. Dos goles en su casilla y aquella formación integrada por Téllez, Geni, Iván Alonso, Jordi Cruyff, Contra y Karmona, su capitán,  Mané como entrenador. Moreno conserva intacta su alopecia ya exhibida frente a Owen y Gerrard. En el banquillo anfitrión no se encontraba Vivar Dorado por sanción y se notó su ausencia precisamente porque había mucho tráfico de gobierno en su área, auxiliares y delegados que, en algún caso, se dedicaban a exacerbar los ánimos ya con alguna ebullición.

El goleador de casa, Javi Hernández,  lesionado, despertó la nostalgia hasta el penalty que propició el gol de Izán. Y de ahí al sufrimiento y del agobio al dos cero en el descuento. Intercity paseó su barniz de equipo traspasado no solo por el curriculum de su entrenador, a las órdenes de Ancelotti en su etapa en el Milán, sino que al final hizo trotar la experiencia de Emilio Nsue, nacido hace treinta y seis años en Palma de Mallorca pero con ascendente guineano ecuatorial y paso por, entre otros, Real Sociedad, Middlesbrough, Birmingham. Solo por ello hay al menos una razón para asistir regularmente al Municipal del Val, convertido en segunda federación en una pasarela de agentes de la historia del fútbol, ya con la  urgencia de los ruidosos seguidores de las Brigadas en potencial primera federación. Lo que permite algún privilegio del club para con la legión brigadista: “número premiado en la rifa de Brigadas, el 573, cinco-siete-tres”, que quede esclarecida la relación club y afición.

Ruido el aportado por las brigadas, en colisión con la megafonía oficial del descanso, con proliferación de tops y megahits, todos sordos para hacer imposible el comentario del intermedio, aquel que genera estima entre aficionados y recién llegados, con o sin argumentación de panceta. El himno entusiasta del fondo alcarreño que mide el progreso del amor al equipo de la ciudad, “poco a poco me enamoré de ti”. Es decir, todo a su tiempo. En la tribuna, en primera fila de autoridades, se encontraba un coronel del ejército de Tierra, con todas sus estrellas y todas sus condecoraciones. Sin duda, marcaba un liderazgo institucional no se sabe si por mandato del equipo que recibía o el que acudía al campo contrario.

Antonio Campuzano.

Nota de redacción: en el comentario del partido Alcalá-Tenerife B se mantuvo erróneamente que Mazinho vistió la camiseta del Deportivo de la Coruña, cuando en realidad fue la del Celta la que exhibió en la Liga española, hace una generación.

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