Ahora que estamos encerrados en casa por la gran nevada, ahora que nuestra vida normal se hace más difícil y que la solidaridad y la generosidad surgen como comportamientos que nos definen como humanos, tengo que recordar que en plena pandemia, en lo peor del estado de alarma, cuando no podíamos salir o lo hacíamos muertos de miedo al contagio de una enfermedad nueva y no controlada, no tuve la ayuda de dos policías locales de Alcalá de Henares, que no solo no me ayudaron, sino que se comportaron de una forma inaceptable.
Mis padres no salen a la calle por su avanzada edad y por su débil estado de salud que los convierte en población de riesgo extremo ante un posible contagio de COVID19. Como otros muchos, les llevaba la compra quincenal o semanal con mucho cuidado. Limpiaban las bolsas y los envases que les dejaba en el rellano. En su barrio del centro han quitado muchos aparcamientos, es imposible aparcar, y el aparcamiento público más cercano está a 500 metros. Situé el coche en la acera enfrente del portal, en el lugar más cercano posible, con los avisos de emergencia conectados, sin cerrar para facilitar la descarga y en un lugar en el que ni se interrumpe el tránsito, no se molesta a los demás vehículos estacionados. Subí y bajé dos veces con las cinco grandes y pesadas bolsas de la compra. Les ayudé a sacar lo más pesado en la puerta de la vivienda y sin más pérdida de tiempo bajé a recoger mi vehículo. Tenía un boletín de denuncia y los policías locales se encontraban a escasos metros denunciando a otro vehículo en la misma calle.
Rápidamente me acerqué a ellos para justificar lo que había ocurrido y que no había aparcado sino que sólo me había detenido a subir la compra a mis padres. Uno de ellos me dijo en alta voz y tono chulesco que “todos tenemos problemas” y que él no estaba allí para escucharme ni para asesorarme sobre cómo debía conducirme la próxima vez que llevara la compra a los ancianos. Hasta tal punto fue descortés e inapropiada su actuación que, cuando ya me marchaba del lugar, dijo en alta voz “que todo el mundo se inventa cosas aprovechándose del COVID, que estaba harto, (a pesar de que quise enseñarle el ticket de Mercadona, el pago con tarjeta en los que se odia ver la hora, unos minutos antes, y se negó a mirarlo, y chilló ostentosamente “pobrecito, qué pena”. Me volví y le dije que no me esperaba eso de la policía local y me parecía una actitud anti reglamentaria por su parte. Se vino hacia mí y me exigió que me identificara. Así lo hice mientras yo también tomaba nota de su identificación. Me dijo que si con eso “le estaba amenazando”. Le pregunté el motivo de mi identificación porque no había causa legal para ello, y me contestó que “quería saber con quién estaba hablando y cual era mi domicilio real”.
Ante esa situación de vía de hecho, de extralimitación en sus funciones y de ilegalidad de su actuación, abandoné el lugar y puse una queja contra el funcionario, que por supuesto no ha sido respondida por el Ayuntamiento. Y por supuesto la multa de 200 euros me ha llegado puntualmente.
Me siento desasistido por la policía local. No quieren entender, no quieren ayudar, son autómatas y no humanos. Es más, me siento intimidado cada vez que los veo. Me da la sensación de que, en cambio, quienes incumplen las normas habitualmente no se sienten intimidados, la policía local se pasea mucho por el centro con sus coches y sus móviles, pero en los barrios no se les ve tanto, ni toman nota de las necesidades y problemas de los ciudadanos.
Ahora en plena nevada no los he visto. Supongo que estarán poniendo multas en lugar de ayudar a quien lo necesite.
Un saludo.
José María Lledó Collada. Vecino de Alcalá de Henares. DNI 08959440C