«CERVANTES ÍNTIMO» O LA PREGUNTA INTELIGENTE, de José Manuel Lucía Megías
Por Francisco Peña
Universidad de Alcalá
¡Una delicia! Acabo de terminar de leer el libro de José Manuel Lucía Megías (foto inferior Universidad Complutense) «Cervantes íntimo» y me queda un légamo de placer inmenso por haber disfrutado de una lectura entretenida, amena y, sin embargo, profunda, no solamente sobre la vida de Cervantes o “Amor y sexo en los Siglos de Oro”, como subtitula el libro, sino, sobre todo, por la mirada inteligente y aguda sobre la vida misma. Cuando en el último capítulo, José Manuel deja a un lado a Cervantes y se pone él mismo como ejemplo del devenir de la vida, nos muestra las infinitas posibilidades de interpretación que tiene, no solo, cada vida, sino cada momento de nuestra existencia. Todo es cuestión de perspectiva, como decía Pérez de Ayala a través de esos inteligentes zapateros Belarmino y Apolonio.
Todo el libro se basa en una acumulación de preguntas. José Manuel, con la profundidad digna del más inteligente filólogo, desgrana un abanico excepcional de conocimientos, pero tras cada capítulo, cuando cualquier investigador expone sus conclusiones categóricas, José Manuel, solo lanza una batería de preguntas. Viene muy al pelo una famosa cita de Montaigne (1537-1592), quien en sus ensayos dice: Odio lo verosímil cuando me lo plantean como infalible. Me gustan estas palabras que ablandan y moderan la temeridad de nuestros juicios: «quizá», «alguno», «se dice», «creo». Y si tuviera que educar niños les hubiese imbuido tanto esta manera de responder, que pregunta y no resuelve («qué dice», «no lo entiendo», «podría ser») que, seguramente a la edad de 60 años hubieran conservado la manera del aprendiz y no presentarían las de doctores a los diez años, como hacen.
Quien quiere curarse de la ignorancia tiene que confesarla.
Y no hay nada más inteligente que una buena pregunta. Esa es la actitud de José Manuel. Siempre nos deja la puerta abierta para que cada uno de nosotros tengamos la libertad de poder elegir el camino que mejor nos cuadre. Él expone, cuenta los hechos, matiza las situaciones… y luego pregunta. Como digo, una delicia de lectura donde el lector ha dejado de ser el mero receptor de las opiniones ajenas para ser capaz de crear las suyas propias… acertadas o no, ¿qué más da?… porque, como insiste José Manuel, ¿dónde está la verdad?
De esta manera la biografía de Cervantes cobra una nueva dimensión. José Manuel va presentándonos tres tipos de Cervantes que se van entrelazando como los hilos de una soga: el Cervantes-mito, el Cervantes-personaje y el Cervantes-hombre. A José Manuel le interesa que lleguemos a preguntarnos sobre el Cervantes-hombre pero para eso tiene que ir contando todas las referencias -bueno, muchas- que hay sobre el Cervantes-mito y el Cervantes-personaje. Desde la primera biografía, la de Mayans y Siscar, allá por 1738, hasta las más actuales, se ha ido manteniendo un Cervantes al que había que resaltar como ejemplo de heroicidades y bondades. Incluso, si era necesario, se cambiaban los datos para destacarlo. Este es el caso de las relaciones de Miguel de Cervantes con Ana Franca y del nacimiento de Isabel, su hija, fruto de esas relaciones. De repente, esa realidad biográfica y humana, como está mal vista socialmente, se convierte en una hipotética relación que Miguel tuvo con una dama desconocida en Portugal, como dice Martín de Navarrete en su edición del Quijote, y resalta con gracia José Manuel.
La inmersión de José Manuel en el mundo interior de Cervantes, especialmente en el erótico, nos abre una puerta de par en par para conocer a un Cervantes-hombre que, como cada uno de nosotros, no es ni bueno, ni malo sino todo lo contrario… sin que eso desmerezca un ápice la calidad de su obra.
Solo con leer los títulos de los capítulos, se comprende la nueva perspectiva con que podremos mirar a Cervantes: “Cervantes-hombre, ese oscuro objeto de deseo”, “Un Cervantes con mil caras ( y ninguna de ellas verdadera)”, ¿El verdadero Cervantes o un curriculum maquillado?” “¿Cómo organizar cuatro fugas y no morir en el intento?”, “Los cuatro documentos que hacen tambalear al Cervantes-mito”… Como vemos, las interrogaciones no solo van al final de los capítulos sino incluso en alguno de los títulos.
Este es el gran acierto de este excelente libro. Con un lenguaje cercano a lo coloquial, directo, sin tapujos, empapado de la emoción más sincera pero al mismo tiempo con la profundidad de un filólogo y cervantista de reconocido prestigio, José Manuel nos ha regalado una pequeña obra de arte y, sobre todo, ha conseguido que la figura de Cervantes se nos acerque mucho más. Ahora le podemos leer con la confianza del amigo del que conocemos sus secretos y nos podremos dedicar a preguntarle a través de sus personajes sin las tremendas distancias que siempre crean las inmensas peanas de las estatuas.
Gracias José Manuel Lucía Megías.
Por Francisco Peña (foto superior)