Los alfareros de Alcalá de Henares celebran su fiesta anual en torno a la festividad de sus patronas, Justa y Rufina
La extraordinaria calidad de su arcilla convirtió a la ciudad de Alcalá en un importante centro alfarero, especialmente desde que el Cardenal Cisneros fundara la Universidad en 1499 y, con ella, creciera exponencialmente la demanda de los objetos de barro, tan necesarios en la vida de entonces. Desde entonces hasta la década de 1960, el gremio creció y Alcalá se consolidó como cuna de alfaferos. De hecho, aún recordamos a Lali, quien fue el último alfarero artesano que quedaba vivo en Alcalá de Henares hasta el cambio de milenio. Tras el año 2000, solo nos queda el recuerdo.
Aún así, un año más, los descendientes de los alfareros de Alcalá, cada mes de julio, celebran con el entusiasmo de siempre la fiesta de sus patronas, las santas Justa y Rufina. Este año se celebró el pasado fin de semana.
La jornada comenzó con la celebración de una misa en la parroquia de San José. En la eucaristía, oficiada por el sacerdote salesiano P. Nicolás Calvo, estuvo presente el estandarte de esta antigua cofradía que representa a estas dos hermanas mártires sevillanas del siglo III y que está fechado en 1897.
En el momento del ofertorio, un pequeño grupo de niños de la cofradía se acercaron al altar, como signo del oficio cacharrero de sus antepasados, para entregar al sacerdote unas pequeñas vasijas de estilo tradicional.
Tras la comunión, tuvo lugar el traspaso del cetro del hermano mayor saliente, D. Daniel Perrino López, al nuevo hermano mayor, D. Pedro Garrido Martínez.
Finalizada la misa, los cofrades se trasladaron a un restaurante cercano para celebrar la junta ordinaria. El secretario, Santiago Vivas Gago, inició su intervención con unas emotivas palabras dirigidas a su madre, Rosario Gago (viuda del alfarero Braulio Vivas “Lali”), fallecida el pasado mes de septiembre.
A continuación se pasaron al cobro las cuotas de la hermandad, destacando que se han producido este año tres ingresos: el joven jurista León González Yebra, la filóloga austriaca Carina Windhager y su pequeño hijo Mateo Guillén Windhager. Con ellos, el número de hermanos asciende a cincuenta y seis.
La jornada concluyó con un ágape fraterno y un brindis final del nuevo hermano mayor. En sus palabras, Pedro Garrido quiso subrayar el honor que para él significaba recoger el testigo de una tradición milenaria y recordar, con gran cariño, a todos aquellos miembros de la cofradía que ya no están físicamente con nosotros.