La Navidad está aquí, y con ella los esfuerzos publicitarios de las marcas por hacer que sus productos estén en nuestra lista de deseos. Aprovechan estos días para incentivar el consumo compulsivo mediante significativas ofertas para inaugurar las compras navideñas, que ya se iniciaron con el Ciber Monday y, sobre todo, el Black Friday.
Sin embargo, el famoso viernes negro es un nombre muy apropiado para describir su impacto medioambiental. El aumento global de la demanda resulta en uno de los días más contaminantes para el planeta. Según la organización Greenpeace, “en el año 2019, solo en esa jornada se generó el 1,7 % de las emisiones anuales de CO₂ de Madrid, seis veces más que un día normal, por el transporte, el embalaje y la producción de los productos”.
Se calcula que al menos un 20 % de las compras procedentes del comercio electrónico se devuelven, generando toneladas de envoltorios y costes (económicos, logísticos y ambientales) de gestión.
A esto se une la corta vida que damos a nuestros aparatos electrónicos. Esto incrementa la basura electrónica que generamos, con el consecuente impacto en el medio ambiente. Estos aparatos contienen metales que pueden contaminar el agua, el suelo y el aire si no son reciclados adecuadamente.
Consumidores más responsables
Como alternativa al Black Friday surgió hace unos años en Estados Unidos el Green Friday para promover un consumo más responsable. Esta iniciativa –promovida en Europa por representantes de la Comisión Europea y las organizaciones ECODES, WWF y Ecoserveis– invita a pensar antes de comprar, a ser conscientes de cómo y dónde se produce lo que compramos y de apoyar a marcas más conscientes y respetuosas con el medio ambiente.
El Green Friday es un movimiento que tiene en cuenta el futuro y que busca generar un cambio positivo en los hábitos del día a día de los consumidores y de las empresas.
A lo largo del curso, en el Programa de Ecología Integral y Sostenibilidad de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia Comillas hemos trabajado para concienciar a los alumnos y al personal para que sean más sostenibles en su día a día. Para estas fiestas queremos hacer algunas recomendaciones de cómo reducir nuestro impacto medioambiental.
Con pequeñas acciones como las que se presentan a continuación podemos generar un impacto positivo en nuestro entorno.
1. Utilice papel de regalo reciclado
Utilizar revistas o periódicos reciclados como papel de regalo es una opción perfecta para un envoltorio original. Otra forma de hacer un empaquetado eco es utilizando cajas que tengamos por casa, se pueden decorar y personalizar.
2. Olvídese de los árboles de plástico
Si aún no tiene árbol de Navidad, no se preocupe porque está a tiempo de hacer su propio árbol con palés. Se pueden desmontar y hacer la forma de las ramas o hacerlo como una estantería en forma de triángulo, colocando las piezas de menor a mayor.
Un árbol de plástico no es la mejor opción. Si quisiera compensar la cantidad de CO₂ generada, debería alargar su vida útil al menos 12 años. Si las manualidades no son lo suyo, un árbol natural es mejor. Si conserva las raíces, al acabar las fiestas, lo puede plantar en el campo o en un parque cercano.
3. Elabore adornos con materiales usados
Reutilizar chapas de refresco o de cerveza para crear guirnaldas dará un toque retro a sus adornos navideños. Las cápsulas de café pueden convertirse en campanas bien sea para una guirnalda o para cubrir las luces navideñas y darles un toque diferente.
Las botellas de plástico o de cristal pueden convertirse en los Reyes Magos, en Papá Noel o, incluso, en un muñeco de nieve.
Por último, hacer un belén con corchos de vino y figuras de arcilla es un reto, pero una gran idea que proponemos a los amantes del do it yourself como actividad en familia.
4. Reduzca el gasto energético
Reducir al máximo la utilización del coche y usar el transporte público. El coche se utiliza, en la mayoría de los casos, para trayectos cortos que podrían realizarse a pie o en transporte público.
Además, aconsejamos reducir la compra de productos que no son realmente necesarios, ya que para su fabricación se consumen enormes cantidades de energía. También utilizar aparatos electrónicos que se puedan conectar a la red, en vez de aquellos que usan pilas.
5. Elija juguetes artesanales y con poco embalaje
Buscar juguetes de artesanía local y no comprarlos con mucho embalaje. Buscar aquellos que estimulen la creatividad y no comprar los que usen pilas. Comprobar que estén hechos de materiales naturales y biodegradables.
6. Compre productos de proximidad
Comprar en tiendas del barrio próximas a su domicilio (productos de proximidad), en los mercados tradicionales (agricultura ecológica) o en tiendas de comercio justo. En ellas se pueden obtener productos con garantías de que han sido producidos de manera sostenible y que se ha pagado un sueldo digno a los productores en países en vías de desarrollo.
Además, podría entrar a formar parte de cooperativas de consumidores: en ellas los consumidores se ponen en contacto directo con los productores, eliminando en gran medida a los intermediarios.
7. Evite desperdiciar alimentos
Despilfarrar comida no solo es malo para nuestros bolsillos, también para el medioambiente. Se estima que se tiran en el mundo más de 1 300 millones de toneladas de alimentos al año. La Navidad supone un importante aumento del consumo de productos alimentarios y, como consecuencia, de su desperdicio.
¿Cómo podemos evitar desperdiciar la comida durante estas fiestas? Primero hay que organizar el menú navideño con antelación y calculando las cantidades adecuadas por persona. Hacer una lista ayuda a comprar solo lo necesario, pero en el supermercado intente meter en la cesta únicamente aquello que va a utilizar y evite los caprichos de última hora.
Intente comprar alimentos con poco embalaje y de proximidad, así cómo productos de temporada o ecológicos. Con las sobras, puede buscar recetas para aprovecharlas o congelarlas para comer otro día.
Puede reciclar incluso la bebida. Si le ha sobrado mucho vino, puede calentarlo en una olla con nuez moscada, canela, pimienta de Jamaica y azúcar morena y disfrutar de un clásico de los mercadillos navideños del norte de Europa.
Heike Pintor Pirzkall, es profesora de la facultad de Ciencias Humanas y Sociales en la Universidad Pontificia Comillas
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.