Cada semana recibo más feedback de las entradas del blog para sorpresa y carcajada continua de la que escribe. Andaba yo el otro día cotilleando en Facebook cuando de pronto recibo una ristra de mensajes entre confesión, reivindicación, queja, desahogo y súplica. ¡Era una víctima de un Ferrari pidiendo auxilio y comprensión!
Cuando creía yo que las solteras de ciudad lo teníamos complicado, me escribe una amiga y me confiesa que no tengo ni pajolera idea de lo que supone ser single en pueblos pequeños y provincias.
Yo creía, ilusa de mí, que todo el mundo tenía ya superado que cada uno puede hacer con su cuerpo lo que quiera y que la promiscuidad es una opción más pero ¡va a ser que no!, de pronto llega alguien y te cuenta que en su pueblo está prohibido ligar si no es con el único fin de pasar por el altar. ¡No ligan, buscan marido y padre para sus hijos!
La afectada en cuestión, a la que mantendremos en el anonimato, me ha explicado detenidamente lo que supone luchar cada día con los descendientes directos de “La vieja del visillo”.
Ella, que se encuentra de “luto oficial” porque acaba de salir de una breve relación, tendrá que esperar, palabras textuales “a que todo el pueblo, comente, critique y juzgue la ruptura” antes de pasar a lo siguiente con la venia del tribunal popular. Si ese luto será de un mes o un año es algo que el pueblo tendrá que determinar, para desesperación de la protagonista.
El problema surge cuando tu siguiente objetivo viene antes de lo que esperabas y te las tienes que ingeniar para llevarte al huerto al guaperas en el que has puesto el ojo, saltándote una red de vigilancia que no ves, pero que existir, existe. Pero vamos a ver, si en los pueblos son tan amigos del refranero, que pongan más en práctica eso de que “¡Un clavo saca otro clavo!”.
¿Cómo iniciar acercamiento cuando los bares, las calles, los sitios públicos y los pueblos cercanos son territorio comanche? Es un peligro cuando cualquier familiar, amigo de amigo o vecina de tu madre puede hacer un informe detallado de cómo ibas vestida a la cita, quién era tu acompañante, cuál fue vuestra ruta y si terminaste la velada en su casa o en la tuya, de la mano, la cintura o haciendo eses.
Lo de salir chico-chica parece estar muy complicado, así que el truco que utilizan es llevar siempre a un tercero a modo de carabina, que evite el momento parejil. Vamos… que te puedes “jartar” a hacer tríos y nadie dirá nada, pero no puedes tomarte un café con un chico sin levantar sospechas y comentarios.
Pasar desapercibida al parecer es prácticamente imposible, ya que siempre te encontrarás con alguien que se preguntará si vas con un amigo, un amante o un proyecto de marido.
Para colmo de males, cualquiera sale un sábado por la noche con la lentejuela y el tacón y sale de una casa que no es la suya el domingo por la mañana, con los ojos de panda y los zapatos en la mano.
Estás cometiendo una imprudencia temeraria que, como mínimo, llegará a oídos de tus progenitores (aunque tengas 40 años) un minuto después de abandonar el portal.
Al plan estratégico para quedar con el muchachito en cuestión, saltándose las líneas de vigilancia 24 horas, hay que añadir que la competencia en los sitios pequeños se multiplica por diez y no faltarán las solteras y divorciadas del lugar que te increpen y te pregunten quién eres tú para intentar seducir al soltero de oro del pueblo.
Y digo yo que si las demás lo intentaron sin éxito, que dejen paso a las nuevas candidatas ¿no? ¡Fair play chicas!
Madre mía, entre evitar hijos de amigos de tus padres, ex compañeros de colegio tuyos y de tus hermanos, ex novios de amigas y conocidas y no caer en la trampa de casados que se quitan el anillo para campar a sus anchas, esto es misión imposible sólo apta para valientes.
Eso sí, como contrapartida me juran y perjuran que en provincias todo tiene otro ritmo, si empiezas a salir con alguien la presentación en sociedad tiene lugar a los quince días, las madres se conocen entre ellas y de esa forma evitan rumorología porque si los padres de ambos te dan su bendición, el tema se relaja considerablemente y ya no tienes que esconderte (siempre y cuando seas decente y “honrá” en público).
Esta semana he aprendido que no tengo motivos para quejarme y que, aunque no sea un consuelo, siempre hay gente que está mucho peor que tú.
“Lo que diga la rubia” está resultando un blog de lo más didáctico entre llamadas de teléfono, whatsapp y confesiones de los lectores. Me encanta que os identifiquéis con mis anécdotas y me hagáis cómplice de las vuestras. ¡Gracias porque sois una inspiración continua!