Plaza de Bernardas. Aúna tres grandes edificios: el Palacio Arzobispal, a otro el Museo Arqueológico Regional y el Monasterio de las Bernardas.
“Si no fuera por su sexo, podría haber desafiado a todos los héroes de la historia”, dijo de ella su enemigo Thomas Cromwell –secretario de Estado y ministro de Enrique VIII de Inglaterra- Y todo empezó aquí, en Alcalá un 16 de diciembre de 1485. Quién lo diría de esa menuda figura que hoy observamos a la sombra.
A solo unos metros, en el Palacio Arzobispal nacía Catalina de Aragón, la primera mujer embajadora de la historia europea para la Corte Española en Inglaterra a principios del S XVI. Tras su matrimonio con Enrique VIII, mientras éste estaba en Francia, como regente Catalina fue determinante arengando, según reza la leyenda, a las tropas británicas contra la incursión escocesa y posterior victoria sobre estos. Pero la ausencia de un hijo varón y la aparición de Ana Bolena hizo que Enrique la repudiara e intentara la nulidad.
Pero la menor de los Reyes Católicos se mantuvo firme y la única opción para Enrique fue una suerte de movimientos diplomáticos que provocaron la ruptura con la Iglesia Católica y el destierro para Catalina.
Nada que ver con el sentir de parte de la nobleza y del pueblo. “La Reina de todas las reinas y modelo de majestad femenina”, como la describió el mismísimo William Shakespeare. Catalina de Aragón inició un programa de socorro de los pobres, fue mecenas del Humanismo renacentista y amiga de eruditos como Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro. En aquellos mismos años, aquí, muy cerca de la escultura que hoy miramos, se levantaba el convento de San Bernardo. Lo ordenaba otro mecenas de la cultura, el cardenal Bernardo Sandoval y Rojas, gran protector de escritores, como Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo o fray Luis de León.