¿Quién desactiva el wifi cuando sale de su casa o de su lugar de trabajo? ¿Quién no ha tenido la tentación de encender el wifi en algún espacio abierto para ver si alguna red libre le permite acceder a Internet cuando los datos se acaban? El profesor del departamento de Automática de la Universidad de Alcalá, Enrique de la Hoz lo advierte: dejar el wifi o el bluetooth de nuestro teléfono móvil activado en plena calle, un centro comercial o en un campo de fútbol puede tener consecuencias perjudiciales para nuestra privacidad.
Esas acciones, aparentemente ‘pueriles’, no lo son tanto en realidad. Como señala De la Hoz, activar el sistema wifi es una acción con la que se asume responsabilidad y también riesgos: «para conectarse a una red inalámbrica el dispositivo tiene que conocer que existe esa red y conocer sus parámetros. Esto se puede hacer de dos maneras: o el dispositivo ‘escucha’ las redes inalámbricas disponibles, detecta cuáles son y las muestra para que el usuario pueda seleccionar la idónea, o el dispositivo toma la iniciativa y trata de conectarse a redes a las que el usuario ya se ha conectado en el pasado».
Es decir, trata de acelerar el procedimiento -por eso cuando llegamos a casa con el wifi activado, se conecta directamente a la red de nuestro domicilio-. El problema es que el dispositivo trata de hacer lo mismo con todas las redes conocidas a las que el usuario se haya conectado con ese mismo dispositivo. Redes de hoteles, redes de acceso libre, redes de bares y cafeterías, redes de casas de los amigos… ‘Cuando el dispositivo llega a un espacio público cualquiera, también difunde esa lista de redes en las que en algún momento hemos estado conectados y esa información puede ser identificada por cualquiera que esté en los alrededores. Y a partir de ese momento, ese cualquiera puede obtener mucha información sobre tu persona, aunque no sepa quién eres. Además, en ese proceso de búsqueda, el propio móvil difunde un identificador, que es único para cada móvil, que puede emplearse para ‘rastrear’ al usuario’, agrega el experto.
Es cierto que las últimas versiones de iOS y Android intentan limitar ese comportamiento e, incluso, tratan de que el identificador vaya cambiando -lo que se conoce como aleatorización- pero nunca está de más, en estos casos, la prevención.
El acceso a la información de nuestro ‘histórico’ de redes facilita al que lo monitoriza de forma interesada datos sobre nuestras vidas: dónde estamos, qué bares frecuentamos, dónde hemos estado de vacaciones… En definitiva, le permite acceder a información que, en manos de distintas empresas, incluidas las de publicidad, son tesoros por explotar.
«Como principio básico de seguridad, deberíamos tener activado exclusivamente lo que necesitamos en cada momento. Porque cuantas más aplicaciones y funcionalidades de nuestro dispositivo móvil tengamos activas, más información divulgamos y más posibilidades existen de que ataquen a nuestro sistema», explica el profesor.
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