Soy la Jane Fonda del siglo XXI / Por Anabel Poveda

Soy la Jane Fonda del siglo XXI / Por Anabel Poveda

En este mundo que vivimos en el que todo cambia a una velocidad de vértigo, lo de reciclarse o morir se ha convertido en una máxima. Consciente de ello, yo hace un año decidí reciclarme en Jane Fonda y convertirme en instructora oficial de Zumba. Con más grasa que músculo, poco amiga de los gimnasios y ninguna experiencia previa, me tiré en plancha a vivir una aventura que se convirtió, sin duda, en lo mejor que me pasó en el 2015.

Dice un amigo mío que en todas las familias hay un hermano guapo y otro listo. Yo debo ser la “bonica del to” porque está claro que el cerebro que rige es el de mi hermano pequeño. Ingeniero de Telecomunicaciones, tengo que reconocer que a veces tiene unas ideas brillantes. Hace un año, un poco harto de la inestabilidad financiera de su hermana periodista y con complejo de ser mi Cofidis personal, tuvo la genial idea de proponerme ser instructora de Zumba. Al principio me entró una carcajada pero sus motivos me hicieron reflexionar. Parece que le estoy escuchando: “Hermana petarda llevas toda la vida bailando, tomando clases, participando en congresos, cursillos, has hecho danza española, ballet, ritmos latinos. Cierto que no eres ninguna Tamara Rojo pero igual es momento de verle algún tipo de recompensa a tanto tiempo y dinero invertidos en ¡aprender a mover el culo!”.

Al más puro estilo Pigmalión decidió creer en mí más que yo misma, me pagó la formación oficial y, sintiéndome Audrey Hepburn en My Fair Lady, me dispuse a dar lo mejor de mí misma para no defraudarle.

Aunque lo mío nunca han sido los gimnasios y disto mucho de ser una “Diosa del fitness” con glúteos firmes y piernas de acero, lo cierto es que bailar siempre ha sido mi pasión y, como dicen que el secreto de un buen instructor de Zumba es ser capaz de transmitir alegría y amor por el baile a sus alumnos, parece que tenía más herramientas en mi mano de lo que creía.

Selfie con Beto Pérez, el creador de ‘zumba’

Le suerte me acompañó y tres semanas después de titularme me estrenaba con tembleque de piernas en un gimnasio de Las Rozas que se convirtió en un segundo hogar. Confieso que subirme a la tarima cada día para motivar, divertir y ayudar a sentirse mejor a las alumnas es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.

Me obliga a mantener el cuerpo y la cabeza despiertos, ver, escuchar, bailotear por la casa buscando canciones nuevas, encontrar la forma de no aburrirlas y, sobre todo, intentar ser un poquito mejor cada día.

anabelpoveda

Aunque tengo claro que nunca seré la Jane Fonda que conquistó al mundo entero en los 80 haciendo aeróbic, una hace lo que puede. Además, ¿dónde se ha visto una periodista zumbera que se sube al carro del mundo del fitness con 38 años? Pues como dicen en Galicia “haberlas, haylas”.

Mi moreleja es que los límites nos los ponemos nosotros mismos y somos capaces de mucho más de lo que creemos. Da igual la condición física, la edad o las circunstancias personales cuando priman las ganas. El secreto es decirle adiós a los miedos y yo estoy aprendiendo a decir adiós en 30 idiomas.

Anabel Poveda