Y la Segunda Federación habitó entre nosotros: Alcalá 2-Conquense 1

Y la Segunda Federación habitó entre nosotros:  Alcalá 2-Conquense 1

El fútbol de potencialidad y proyecto vuelve a Alcalá. La Segunda Federación, esa clasificación que sucede a las antiguas Segunda y Segunda B, como antes sucedió con la Tercera, se vuelve familiar al lenguaje de la afición a medida que se juegan los partidos que anidan en su denominación.

El Alcalá, rarará, estrena categoría en el Municipal del Val, que exhibe algunas mejoras en accesos y asientos, señalética nueva pero mejorable, aquella suerte impresa y geográfica en los espacios que mejora la orientación del género humano cuando se dirige a un estadio de fútbol y una vez allí agita el billete o el abono de plástico para hacer valer su derecho a no perderse. Visita la Balompédica Conquense, titular en fútbol de la ciudad encantada y su relación artística con el Grupo El Paso, seguramente en injusta posición social en su representación futbolística, tal y como le sucede al Alcalá, eternos ambos al aspirantazgo de una mejor consideración por derechos históricos y demográficos.

La megafonía, menos carraspeante que en otros períodos contemporáneos, anuncia los onces con voluntad de nitidez no siempre reconocida en su realidad de audición. Bullicio en la avenida Virgen del Val con la camiseta rojilla como enseña, con tapones en la entrada que no repercuten en los huecos sin relleno de las gradas. Las doce menos diez coinciden con la tapa de tortilla jugosa del Bar Ramírez, frente a la Piscina del Val. Blanca la camiseta de la Balompédica Linense, con el rótulo comercial de Viales y Obras Públicas, con sede en el polígono industrial de la carretera de Motilla. El patrocinio más el subconsciente de las formaciones rocosas de las casas colgantes ofrecían la guardia sentimental de una defensa corpórea en el equipo visitante. Las incursiones verticales de Izan y Nico Sánchez desmintieron la imagen socorrida. Únicamente Josiel Núñez, “panamericano” de Panamá, internacional por su país, imponía orden y jerarquía en el equipo que visitaba el Val, sustituido y por tanto blasfemante por el canal de su país. Vivar Dorado, con outfit aún veraniego, en la línea modal de Xabi Alonso, anatómicamente cada día más parecido al Quique Setién que divertía cuando sus equipos jugaban al deporte rey, justamente lo que pretende Vivar. El estilo del dueño del otro banquillo, Rubén Pulido, respondía, por el contrario, a la confusión de un “coach” en la preocupación del hallazgo de una especie rara de mariposa, incluido el cambio del panameño Josiel.

Y todo ello en medio de la proliferación de hongos en el césped otrora modélico del Municipal. La mitad de la mitad de la pradera y viceversa ha sido pasto del hongo más hostil contra las superficies deportivas, según acreditada versión transmitida por Alberto Blázquez, autoridad en el palco de la misma cosa y concejal socialista de la ciudad, habitual desde siempre en el rincón derecha del espacio de gobierno. En ese palco faltaba la referencia deportiva de Cuenca en este momento, Joaquín Caparrós, afincado en la ciudad desde aquel rocoso Sevilla Club de Fútbol.

El terreno de juego, si fuera redondo sería albero y también sería la Maestranza y no el Municipal del Val. El fungicida, jugador número doce en el siguiente partido.

(Crónica de Antonio Campuzano).

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