Los ‘todólogos’ / Por Rosa María García

Rosa María García (*)
Miren, si no lo digo, reviento: estoy harta de poner la televisión y ver el careto de Francisco Marhuenda, de Eduardo Inda y Alfonso Rojo, por poner un ejemplo de periodistas estrellas devenidos en tertulianos-showmen. Y lo que es peor: estoy hasta el moño de escucharles hablar de todo, de cualquier tema, ya sea, por seguir citando ejemplos, sobre una posible alianza parlamentaria entre la CUP y Artur Mas, del alarmante crecimiento de las víctimas de la violencia machista, la disparidad de criterios pediátricos por comunidades para el uso de la vacuna Bexsero o las propuestas de España en la colaboración internacional en la lucha contra el terrorismo yihadista.

Y todo en el mismo programa, en una vertigionosa sucesión de temas, solo comparable al ritmo de las preguntas del rosco de Pasapalabra. Claro, a una le da por pensar que es una suerte que en este tipo de programas se dediquen más a preparar respuestas rápidas y audaces y a chillarse los “y tú más”; porque como para todo en esta vida, también para preparse los temas (ellos más que nadie, que hasta hacen dobletes) se necesita tiempo.

Y precisamente éste que nos ha tocado vivir, el del impacto inmediato y mediático, el de ciento cuarenta caracteres, el del tuit y retuit, el del doble check azul, como quieran llamarlo, paradójicamente choca frontalmente con el que verdaderamente necesitamos, que es el de poder arañar unos minutos de tranquiliad al reloj para sentarnos a escuchar, entender y reflexionar. Pero no. Parece que no nos queda más remedio que quedarnos en la superficie, sin tiempo para que ni emisor ni receptor profundicemos.

La ignorancia es osada, sí, y el miedo, libre. Y contra estas máximas solo se puede luchar con educación, con información

Quizá si profundizáramos a la hora de informar, sin repetir hasta la extenuación los mismos titulares en todos los medios, se podría evitar que, tras la masacre del Bataclan, comience a extenderse con preocupación la creencia de que musulmán y refugiado sirio son sinónimos de yihadista. La ignorancia es osada, sí, y el miedo, libre. Y contra estas máximas solo se puede luchar con educación, con información. De los mendrugos xenófobos no nos ocupemos ahora; pero puede que los desinformados no sepan que ha habido decenas de atentados como en Francia en otras partes del mundo por las mismas razones. Esas explosiones de coches bomba a las que no prestamos atención en los telediarios, porque están descontextualizadas para nosotros. O demasiado lejos, quizá. Hay una gran carencia de programas de televisión que se dediquen a profundizar en la información, que expliquen cómo surgen los grandes problemas, cuál es su raíz y cómo ha desembocado en su estado actual. Se necesitan muchos “Informe Semanal” y muchos “Salvados”. Muchos.

Hay una gran carencia de programas de televisión que se dediquen a profundizar en la información

Las redes sociales, internet, están al alcande de las generaciones más jóvenes; pero hay un gran porcentaje de ciudadanos a quienes convendría informar con documentales y reportajes sobre los temas que conviven con nosotros y de los que mayoritariamente opinamos por lo que escuchamos a los “todólogos”, un término que escuché en A vivir que son dos días, de Javier del Pino, y que viene a ser, lo que decíamos al principio: quienes hacen creer que saben de todo.