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Alcalá-Dakar: el rally solidario / Por Antonio Campuzano

Alcalá-Dakar: el rally solidario   /   Por Antonio Campuzano

Mil ciento treinta y cuatro personas miran por quizá última vez las costas de Senegal para mirar de frente y con detalle la ciudad de Alcalá de Henares.  En números, son 3063 kilómetros los que separan el territorio senegalés de la capital de España. Cuatro horas y media de vuelo, quién sabe cuánto tiempo si se suman embarcaciones artesanales, cayucos, lanchas de encargo con depósito de todos los ahorros amasados durante tanto tiempo. El millar de senegaleses no ha tenido tiempo de comparar las rentas per capita de su país con la de España (1600 dólares frente a los 30000 de nuestro país). Si lo hicieran puede que aumentase muy poco su nivel de decepción sobre la suerte de haber nacido en el país africano que el azar biológico les ha deparado.

El turismo, la minería, agricultura, no son suficientes para sustentar la decisión de permanecer en el país. En gran parte adultos, los inmigrantes procedentes de Senegal, según la conferencia telemática con alcalde y autoridades mantenidas por el ministro Escrivá, tienen la tarea pendiente de la adaptación a un país nuevo, con organización nueva, con nueva paleta de colores, de edificios, de administración, de sanidad, de clima, de estaciones, de lengua. Su indumentaria, adaptada en calidades textiles a las temperaturas y humedades tropicales, necesitará de cambios que quizá supongan una superposición de colores, con abandono de las telas wax, que un tejido peculiar de la zona, de las túnicas de colores restallantes, azul amatista, y combinaciones geométricas. La viveza de colores tenderá al apagón de tonos y largos de vestidos y sayones. En su mayor parte de fe musulmana.

Mil personas inmigrantes, generalmente llegados de Canarias, donde arribaron en embarcaciones de gran riesgo y construcción casera, se enfrentan a las sorpresas y novaciones de un país de acogida, donde no existe unanimidad respecto de la idoneidad de su presencia.  El cuartel Primo de Rivera, en memoria de un teniente coronel hermano del dictador Miguel Primo de Rivera y tío del fundador de Falange, está unido de una manera siamesa a la historia de la ciudad de Alcalá, antigua dependencia psiquiátrica, de ahí el mote del “Manicomio”, y más tarde a la existencia de un centro de formación de reclutas, CIR por sus siglas, donde el “firmes” y el “sobre el hombro” inundaban las mañanas de gritos y órdenes preventivas y ejecutivas, todo en el orden cerrado, constitución de la instrucción que los soldados oían mucho y sin entender nunca. En 1980, se instaló la Bandera Paracaidista, y el 23 de febrero de 1981, fiesta de los paracas, unos guardias civiles se encargaron de enfriar la fiesta y y hacerla desaparecer del santoral. Todo este arsenal histórico de naturaleza militar, ahora enclaustrado en algún espacio que contiene armamento custodiado para misiones especiales, queda desactualizado en beneficio de los mil ciento treinta y cuatro senegaleses merced al designio de los ministerios de Interior y de Migraciones, el último bajo una ministra titular de muy reciente llegada.

De idéntico modo que la aplicación de la disciplina médica de la psiquiatría tuvo que compadecer su existencia con el desarrollo de la milicia, ahora los predicamentos de la enseñanza para la guerra y el orden de combate deben coexistir al menos históricamente con las labores de la humanidad y el asentamiento de la inmigración huida de un país en guerra y con las ansias depositadas en una vida alejada de las penurias. El acuartelamiento Primo de Rivera va a experimentar una digestión histórica y sus usos y costumbres tenderán a una gentrificación. Sus moradores más inmediatos descansarán en las literas que tanto roce han tenido con guerreras y correajes, con munición y atavíos de guerra; las perolas de sopas y potajes resonarán para la intendencia de los nacidos en el continente africano, de colores zahínos y betún. Y entrarán y saldrán por la puerta de acceso a la bienaventuranza europea y occidental de la plaza de José Cadalso, nombre bifronte de la España del XVIII apegado a la milicia y a la composición poética. Por esta puerta abatible de entrada y salida el “ejército” humano de Senegal vivirá bajo techo otrora castrense y de instrucción aguijoneado de actualización civil y asistencial para poder abrir y orientar sus perspectivas a los jardines de Juan Pablo II con tantas especies vegetales, un poco más allá los campos de fútbol de la escuela del Atlético de Madrid, con sus camisetas originales, solo iguales en los colores rojiblancos que llegaban a Dakar como material elaborado en Taiwan y correr la banda en los pedregosos terrenos de juego de allá.

Alcalá se encuentra ante una prueba de fuego de carácter humano. Los inmigrantes vienen a crecer en solidaridad. “Tres veces me han arrebatado la casa y la existencia”, dice Stefan Zweig, en sus memorias “El mundo de ayer” (Acantilado). Entre todos se puede olvidar a Zweig.