Alcalá se recorre con el pensamiento. Pasear por sus calles empedradas te trasladan a otro momento. Una ciudad que representa como ninguna otra, la literatura y la lengua que hablan más de 400 millones de personas en todo el mundo. Una lengua que se enriquece por todas y cada una de las identidades que definen el mestizaje de una urbe como la complutense.
Su gran riqueza patrimonial, le valió, merecidamente, ser declara patrimonio mundial por la UNESCO, hace ahora veinte años. Un honor y un reconocimiento internacional, que supondría al mismo tiempo, una gran responsabilidad que se debe asumir para garantizar la protección y conservación de todos esos valores para las generaciones venideras.
Alcalá atesora importantes yacimientos arqueológicos que nos hablan de la Complutum de los romanos, un excelente entramado urbano medieval que posibilitó la convivencia de culturas y religiones. La Ciudad del Saber, con una de las universidades más prestigiosas de España, diseñada por la sabia mano del Cardenal Cisneros. Atributos que permiten disfrutar hoy de un conjunto único del Renacimiento y el Barroco, entre las que destacan conventos e iglesias, museos y casas palaciegas, entre otros muchos edificios relevantes. Esta excepcional riqueza proyecta a Alcalá de Henares en el siglo XXI, y la consolidad como en referente turístico y cultural, hoy.
Pero, existen una serie de obligaciones que se deben abordar imperativamente, como el mantenimiento del casco histórico, la protección medioambiental que en muchos casos ha sido degradada por desafortunadas intervenciones modernas, la restauración y rentabilización de gran cantidad de patrimonio edificado de carácter monumental y todos aquellos problemas que produce el hecho de enfrentar una configuración del pasado con la vida actual.
Convencidos de los grandes retos que supone conservar estos valores y del esfuerzo económico que exige, es fundamental contar con una clara política municipal que anteponga la defensa del patrimonio histórico y cultural de la ciudad y el mantenimiento y la potenciación de determinadas formas de vida que este núcleo histórico necesita, realizando proyectos y propuestas de valor para la ciudad que garanticen la conveniencia social y el disfrute de su riqueza por el viajero.
Han pasado veinte años desde que Alcalá recibiera el título de ciudad patrimonio de la humanidad, y esto debe impulsar el esfuerzo compartido de los responsables municipales y autonómicos a seguir manteniendo la riqueza patrimonial de la ciudad a través de una política enfocada a un turismo sostenible y responsable, donde además se deben implementar políticas de promoción creativas a la vez que competitivas.
En esta línea de reflexión y de acción, se debería potenciar, que este patrimonio de riqueza singular, se preservarse para el futuro, como referencia del pasado, pero con un destacado protagonismo en el presente de la Comunidad de Madrid y de España.
(*) Ricardo Megías es alcalaíno y diputado en la Asamblea de Madrid por Ciudadanos