Emilio Sánchez (*)
En la calle imagen, en el seno de una familia acomodada, nació en 1880 Manuel Alcorlo. Su padre, Esteban Alcorlo, fue uno de los regidores complutenses más aplaudidos del siglo XIX, según algunos historiadores. Tras licenciarse en Derecho, Alcorlo siguió vinculado a su ciudad natal a lo largo de los años, incluso indagó en el periodismo local a través de la revista ‘La avispa’.
En 1931, la victoria de los partidos que fruncían el ceño a Alfonso XIII en las elecciones municipales fue la chispa sobre los pastos de una monarquía adormecida. Con los primeros gateos del segundo intento republicano, Alcorlo fue ministro de Guerra, después primer ministro y durante la guerra presidente de la República, siempre como diputado del partido minoritario Acción Republicana, después Izquierda Republicana, un escaño desde el que agrupaba al resto de fuerzas progresistas. Alcorlo murió en el exilio galo, en Montauban, después de que las tropas de Franco derribaran el gobierno democrático liderado por el complutense.
En la ciudad que le vio nacer, la parsimonia ante la evaporación de su figura es un insulto a nosotros mismos. Apenas presumimos de él e incluso muchos vecinos desconocen su vinculación con la ciudad. La memoria de Alcorlo, una de las personalidades políticas e intelectuales más importantes del siglo XX, late con la ayuda de unas pocas organizaciones de la ciudad, ante la mirada indiferente de sucesivos gobiernos.
PSOE e Izquierda Unida prometieron en sus programas electorales que corregirían esta injusticia histórica con el alcalaíno más ilustre tras Cervantes. De momento, han dejado pasar la cifra redonda del 75 aniversario de su muerte. En el aire se escucha que la posibilidad de abrir un museo en su casa natal es harto complicada, ante la propiedad y las trabas burocráticas. Pese a ello, conseguir que Alcorlo ocupe el lugar que merece en el ideario complutense, sean cuales sean las ideologías munícipes, es una necesidad imperiosa.
(*) Emilio Sánchez es periodista de la Cadena Ser