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Catalina de Aragón: las cosas que usaba la niña-infanta / Curiosidades de Alcalá, por María Jesús Vázquez Madruga

Catalina de Aragón: las cosas que usaba la niña-infanta / Curiosidades de Alcalá, por María Jesús Vázquez Madruga

Las cosas que usaba la niña-infanta Catalina de Aragón

Nacida en Alcalá de Henares un 16 de diciembre de 1485, en el palacio arzobispal, que era donde se alojaban los reyes cuando visitaban nuestra ciudad; visita, que en esta ocasión fue más larga, por el parto de la reina y que, quizá por esa tardanza, Colón se entrevistó con los reyes por primera vez, justo ahí, en ese palacio el 20 de enero de 1486.

Don Gonzalo de Baeza era el personaje, -hoy diríamos contable- que llevaba las cuentas de la reina Isabel la Católica. Y lo anotaba todo, lo que se compraba, cuanto costaba cada cosa, para qué o para quién eran, etc.

Uno de los apartados es el de las cuentas de Catalina de Aragón, porque cada miembro de la familia Real tenía sus propios gastos y hoy diríamos, su propio presupuesto, proveniente del de la Corona, claro, o sea, juntos, pero no revueltos.

Catalina, desde su nacimiento tuvo sus propios servidores, ayas, criadas, lavanderas…y su propio menaje, como cubiertos, cuchillos, platos, mobiliario, etc, además, naturalmente de su vestuario.

En las cuentas que apunta don Gonzalo aparecen objetos curiosos, como una efigie de cera pintada, un caldero, una escudilla de plata y un paño para la plata. Una cuna, una mesa de bisabras de León o plegable, un carretón para andar, (andador o tacataca) una bacinica, -orinal- un  perfumador, un vaso de vidrio, una copa de vidrio de Valencia y otro de veril.

Como la Corte Real era itinerante, no solían parar mucho tiempo en ningún lugar, ella también tenía sus carros, carretas y acémilas para el transporte de todas sus cosas, con las arcas donde se guardaban, en unas las ropas, en otras, objetos y en otras, incluso comida.

Capítulo aparte son las ropas y vestidos que se compraban para la niña infanta: baberos, pañales, sábanas, colchas, colchones de lana, fajas y rebozos. Toallas de manjar, es decir, servilletas, paños de mesa o manteles, pañizuelos o moqueros, cintas para abrochar, cintas de adorno que llamaban colonias, sayos de noche o camisones.

Las ropas que las costureras confeccionaban para la pequeña, eran de telas de igual calidad que las que se compraban para la reina o para sus hermanas. Así, una mantilla azul de brocado (tejido de seda con hilos de oro y plata) forrada de terciopelo (tejido de seda que se hace con 3 pelos, dos de urdimbre y uno de trama, de ahí el nombre) sayos (túnica holgada) y fajas de grana de Florencia y fustán (tela de algodón gruesa afelpada) blanco, sayos de raso negro (el negro era muy muy caro) y de terciopelo negro; un mongil (prenda de encima, más corta y con vuelo) de seda morada, faldrillas (faldas) de seda verde y tiras blancas, cos (corpiño) de seda verde, terciopelo y raso negros y seda carmesí.

Habito (prenda amplia para encima de la saya) de terciopelo carmesí, faldrilla de seda turquí y terciopelo carmesí, basquiña (falda de encima para ceremonias o calle) de grana (tejido rojo muy caro) y terciopelo verde, calzas de grana…

Como se ve, terciopelo, seda, raso, brocado, grana, algodón e hilo, todo digno de una infanta.

Y luego estaba el calzado. La reina Isabel gustaba mucho de los chapines, y los encargaba a Valencia para ella y sus hijas, incluso para las muñecas de las niñas. Y todo lo apuntaba minuciosamente don Gonzalo. También usaban chinelas, alcorques, que eran como nuestras sandalias, sin punta ni talón; borceguíes o botas y botines.

Y las cofias para cubrir la cabeza, a las niñas, de algodón fino de Holanda con algún adorno en oro, plata o cinta carmesí.

En Alcalá vivió Catalina sus primeros meses de vida, con su cuna, sus baberos y pañales, como todos los niños, eso sí, todo digno de una infanta.

 

María Jesús Vázquez Madruga. Historiadora