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Cinco años sin Agustín Drake, cinco años recordando su legado

El 10 de noviembre de 2012 falleció en Alcalá de Henares el jesuita Agustín Drake, quien dedicó su vida a ayudar a los demás.

– ¿Me regalas un lápiz?, le solicitó.
– ¿Y tú para qué lo quieres?, le interrogó.
– Para que no nos aplasten, le replicó.

El episodio sucedió hace más de 30 años en uno de sus continuos viajes a Nicaragua. El primer interlocutor era un pequeño niño que pretendía rebelarse contra su destino. El segundo, Agustín Drake, quien lo tenía todo y lo dejó para darse a los demás.

El próximo 10 de noviembre se cumplirán cinco años de su fallecimiento, una figura cuya llama del recuerdo se mantiene viva gracias a la fundación que lleva su nombre y a aquellos con los que conversó, abrió los ojos, compartió, escuchó y ayudó, sin juzgar ni prejuzgar y ofreciendo alternativas a los que sólo veían un futuro de callejones sin salida.

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En un mundo cada vez más hostil y egoísta, resaltan personalidades como la de este jesuita madrileño que a finales de los años 50 llegó a la facultad de Filosofía y Letras de Alcalá de Henares, donde trabajó como bibliotecario. Desde esta posición, Drake, que dejó una vida desahogada para darse a los demás y aflojar la soga a los que la cuerda les aprieta la vida, realizó una gran labor social en la ciudad complutense, visitando como él decía las tres C: Cárceles, Cuarteles y Colegios, brindando esperanza, enseñanza y solidaridad, tres pilares en los que se basaban una vida rebosante de generosidad con todos los necesitados, palabras manoseadas y vacías de contenido de tanta repetirlas en nuestros días, pero que puestas al lado de Agustín Drake cobran todo su significado.

Dicen los que le conocieron que hablar con él era reencontrarte, ver la luz cuando la oscuridad lo cubría todo. Era divertido, honrado, honesto, llano y siempre buscaba una solución a los problemas, por difíciles que fueran. Era el clavo ardiendo, la última esperanza de muchos que la habían perdido hace ya muchos trenes. Drake, que contaba con numerosos contactos, aprovechaba esas influencias para ayudar a los demás, no para beneficio propio. Removía Roma con Santiago para intentar prestar colaboración a todo aquel que se le acercaba, buscaba fondos sin cesar para fines sociales en los que se embarcaba y embarcaba a los demás.

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Después de pasar por Alcalá de Henares, en una época en la que por entonces también estudiaba en la ciudad otro conocido jesuita, el Papa Francisco, se marchó a Badajoz antes de regresar a Madrid y hacer escala en el Pozo del Tío Raimundo, uno de los barrios más deprimidos de la capital, donde entró en contacto con el Padre Llanos (el más conocido de los llamados curas obreros de España) y posteriormente con José María Díez Alegría.

Allí dejó huella. Fue prefecto de las Escuelas 1º de Mayo y, posteriormente, profesor de religión en el IES García Morente. Fundó una residencia para estudiantes y trabajadores llamada Ravidranar, en Entrevías. Cada acción era una luz a la esperanza; cada movimiento, una oportunidad para los más desamparados. Su labor, junto la de otras personas, contribuyó a convertir esta zona de Madrid repleta de chabolas y marginación en un barrio con jardines, escuelas y servicios públicos.

Años después comenzó a viajar a Centro América gracias al Comité de Solidaridad Óscar Romero, de la que fue su presidente en Madrid. Sus viajes estaban cargados de solidaridad, luz y futuro. Nicaragua, uno de los rincones más pobres del mundo, fue una de sus paradas obligatorias.

Becas en Nicaragua
Allí creó unas becas para que los jóvenes sin medios económicos no tuvieran que abandonar los estudios. De las 5 primeras becas se ha llegado a nuestros días a las 134 gracias a los padrinos y madrinas de la Asociación Solidaria con Centro América ‘Agustín Drake’, que extiende su obra a nuestros días, recordando una figura que dio todo a todos los que lo necesitaban.

EN NICARAGUA

La mayoría de estas becas son de Primaria, dirigidas a niños de entre 6 y 12 años, aunque también ofrecen ayudas en Secundaria y, excepcionalmente, en formación de grado superior. Algunos alumnos han superado todas las expectativas. Desde su creación en 1986, el programa de becas que ha permitido que más de 2.000 niños y niñas hayan obtenido su graduado escolar desde entonces, y hoy día trabajan en la región nicaragüense de Estelí ingenieros, maestros, enfermeras y todo tipo de licenciados cuyos primeros pasos fueron dados merced al impulso del programa de becas de la Asociación Agustín Drake.

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Y es que dicen que Dios está en las pequeñas cosas, en los pequeños gestos. Estas becas, por modestas que sean, han rescatado de una vida de desamparo a centenares de jóvenes, que hoy son médicos o ingenieros y que hacen de su país un lugar más próspero y con más esperanza. Es la semilla que hay que regar, la semilla de la dignidad humana.

Foto de Agustín Drake con Yadira Martínez, máxima responsable de la Asociación, puesta en marcha por Agustín en Nicaragua. Actualmente, reside en Estelí.

Drake permitió a muchas personas leer y escribir, no sólo para aprender, sino para soñar con un mundo mejor.

– ¿Me regalas un lápiz?

Sigamos pintando un bonito sueño con el lápiz de Drake.

¿Cómo ayudar?
Hoy esa Asociación sigue en marcha. Si quieres poner tu granito de arena a una buena causa, hay dos tipos de beca: de Primaria y Secundaria, de 150 euros al año; y de Técnica y de Adultos, de 200 euros al año. Se puede contribuir mediante trasferencia bancaria a la cuenta de la asociación.

Con la aportación de los padrinos, se compran libros, cuadernos, papelería, calculadora, mochila, calzado, pantalones, camisas y en ocasiones, se les paga también el transporte hasta la escuela si dista de su hogar varios kilómetros. En situaciones excepcionales, una parte del dinero se entrega en metálico a la familia para que resuelva emergencias severas.

Solicita información en solidarios.drake@hotmail.com o en www.facebook.com/solidarios.drake.