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Cómo prolongar la (mala) vida del «árbol» de Navidad / Por Manuel Peinado

Cómo prolongar la (mala) vida del «árbol» de Navidad  /  Por Manuel Peinado

Si a usted le gusta decorar las navidades con un “árbol” recién cortado, es posible que se pregunte cómo mantenerlo para que puedan verlo los Reyes Magos. Los árboles de Navidad pueden permanecer frescos durante semanas: un corte oportuno y agua constante son la clave. Pero después, ¿qué pasa con ellos después del 6 de enero?

Empecemos por dejar las cosas claras. He entrecomillado “árbol” para subrayar que usted no ha comprado un árbol: ha adquirido un muñón. Por definición, un árbol está formado por raíz, tallo (incluyo aquí tronco y ramas) y hojas. Salvo muy pocas excepciones, habrá comprado un ejemplar sin raíces, ergo, no es un árbol completo y con él tiene que lidiar. Como las raíces sirven, entre otras cosas, para que el árbol se hidrate, tarde o temprano se secará.

Cada año es menos frecuente encontrar árboles de Navidad naturales en interiores. Los consumidores optan cada vez más por los árboles artificiales, más baratos y reutilizables cada doce meses. Pero todavía hay quien, siguiendo una tradición nórdica que no llegó a España hasta bien entrado el siglo XIX, prefiere decorar con bolas y luces un abeto o alguna otra conífera viva, que generalmente no sobrevivirá a las fiestas.

Aunque no cuentan con cifras exactas, los cultivadores de abetos gerundenses, los mayores productores españoles, calculan que venden en territorio nacional unos 500.000 árboles, la mitad de su producción; el resto se destina al mercado internacional. Muy poco si se compara con Estados Unidos donde cada año se venden entre 25 y 30 millones de árboles navideños.

La mayoría de los abetos que se comercializan en España pertenecen a la especie Abies nordmanndiana, aunque se comercializan también Abies pinsapo y el híbrido Abies x masjoanis, además de falsos abetos como Picea abies, Picea excelsa o Pseudotuga menziesii. En cualquier caso, una nimiedad si se compara con Estados Unidos donde se comercializan 35 especies diferentes).

Algunos compradores se preguntan cómo evitar durante el mayor tiempo posible que un arbolillo lozano, verde y fresco se convierta en montón de agujas parda. No importa la especie que se haya adquirido: para conservarla el mayor tiempo posible es fundamental prolongar el verdor y la frescura del ejemplar. Para conseguirlo hay que tener en cuenta su tratamiento en origen.

¿Cuándo cortaron este árbol? 

Podría ser una pregunta interesante en algunas compras, pero es probable que delante de un árbol navideño carezca de sentido. Al fin y al cabo, usted no le preguntará al empleado de una tienda cuándo se ordeñó la vaca, le bastará con leer la fecha de caducidad en el tetrabrik.

Los árboles de Navidad no llevan fecha de caducidad, pero si fueron bien cultivados en condiciones de humedad y estibados durante semanas al fresco en el vivero antes de distribuirlos, retendrán la humedad y lucirán en Nochevieja tan frescos como cuando los cortaron. Por el contrario, si un árbol recién cortado se ha dejado a pleno sol, expuesto al viento y sin riego, no verá a Papá Noel. Y es que un árbol cortado puede perder hasta la mitad de su agua en un solo día si no se controla adecuadamente.

¿Qué hay tener en cuenta a la hora de elegirlo?

En el punto de compra, seleccione un árbol que se vea fresco y cuyas agujas no se desprendan al rozarlas. Elija uno que emita un aroma potente y tenga un color verde oscuro natural. Evite comprar lo que tengan agujeros en la corteza, síntomas infalibles de plagas de insectos taladradores, sacos de huevos de araña y otras señales de daños por plagas.

Las diferentes especies tienen varios colores, formas, hábitos de ramificación, tipos de agujas, cortezas e incluso diferentes aromas. Pero, como ocurre con el pescado, todo eso es independiente de su frescura, que generalmente está directamente relacionada con el contenido de humedad de sus agujas. Si el tronco del árbol está pegajoso por la resina, esa es también una buena señal. Sacuda al árbol con algún vigor. Eso hará que caiga cualquier animal escondido como polizón. Si al hacerlo se desprenden muchas hojitas o incluso ramillas secas, busque otro.

¿Qué hacer una vez comprado? 

Si no va a llevar de inmediato el árbol al interior de su vivienda, guárdelo en una zona fresca y húmeda que lo proteja del viento y del sol. Después de cualquier corte, un árbol trata inmediatamente de sellar o compartimentar la lesión, lo que dificulta que absorba agua. Para evitarlo, haga un nuevo corte recto en la base del árbol un par de centímetros por encima del corte original.

Tan pronto como haga el nuevo corte, coloque el árbol en un balde de agua tibia. Asegúrese de que se mantenga lleno mientras el árbol absorbe. Si permanece fuera del agua aproximadamente durante más de un cuarto de hora después del corte, comenzará el proceso de curación y sellado: piense en hacer un nuevo corte.

Para mantener fresco en interiores un árbol cortado, debe mantenerlo en agua. Use un recipiente con un depósito incorporado y compruebe que esté siempre lleno. Una regla general es un litro de agua por dos o tres centímetros de diámetro del tallo. Un árbol recién cortado puede absorber varios litros de agua el primer día, pero ese volumen disminuirá a medida que el árbol se aclimate al ambiente interior. No taladre un agujero en la parte inferior del tronco del árbol pensando que mejorará la absorción de agua: no sirve para nada.

Si tiene que rebajar los costados del tronco o rebañar la corteza para que quepa en el tiesto, no insista: el árbol es demasiado grueso para la maceta; consiga otra. Las capas exteriores de la madera son las que absorben la mayor parte del agua, por lo que, si las mutila, el árbol tendrá problemas.

No tiene que preocuparse de añadir nada al agua. Si le han dicho que le añada cualquier cosa, incluyendo melaza, aspirina, vodka, Coca-Cola u otra bebida carbónica, azúcar o cualquier otro fertilizante o gel destinado a conservar el verdor de las plantas vivas, olvídelo: con el agua es más que suficiente. Tampoco es necesario que el agua tenga una determinada temperatura especial: basta con que no esté ni helada ni hirviendo.

Una vez que su árbol esté listo, su objetivo es evitar que se seque. Recuerde que necesita que el árbol esté fresco. Para evitar que se seque demasiado rápido, mantenga el árbol al menos a un metro de cualquier fuente de calor y disminuya o evite la exposición directa al sol. Bajar la temperatura en la habitación también puede ayudar a mantener el verdor.

Como doy por supuesto que no quiere provocar un incendio, asegúrese de que todas las luces y los cables estén en buenas condiciones y apáguelos cuando usted no esté cerca. Desenchúfelo por completo si sale de casa o se va a la cama. Dejar apagadas las luces del árbol cuando no sea necesario lucirlas, puede ayudar a retrasar la desecación del árbol. Y, sin caer en la paranoia, asegúrese de que los detectores de humo funcionen y tenga un extintor de incendios a mano por si acaso, que nunca se sabe.

¿Qué ocurre con los árboles después de Reyes? 

Si se cuida adecuadamente, un árbol fresco durará de tres a cuatro semanas y puede que incluso cinco. Después viene el problema de qué hacer con la pobre planta mutilada, esté viva, maltrecha o muerta.

Si su árbol comienza a secarse, lo más seguro es deshacerse de él. Si está en su mano, astillarlo para compost es la opción más sostenible desde el punto de vista ambiental. Si, como es probable, no dispone de compostaje doméstico, no lo tire al contenedor ni lo deje en la acera como hacen los malos ciudadanos con los enseres: avise a los servicios de recogida municipales. Casi todos los ayuntamientos cuentan con alguno. Todos los árboles, independientemente de su estado, acaban convertidos en mulching (acolchado natural que protege el suelo vegetal y evita la pérdida de humedad) o abono orgánico para los parques y jardines de la ciudad.

Aunque digan que van a “recuperarlos” no se lo crea. Recuerde lo que dije al principio: usted no ha adquirido un “árbol” propiamente dicho. Hasta ahora nadie ha conseguido que un árbol sin raíces rebrote. Una rama es una rama; no tiene raíces y, por lo tanto, está condenada a morir de sed, aunque con los cuidados que he resumido podamos alargar su lozanía (y su agonía, que todo hay que decirlo). La excepción son las pocas decenas de abetos que comercializan los estudiantes de la Escuela de Ingenieros de Montes de Madrid, que los venden con raíces, una garantía imprescindible si queremos que tenga una oportunidad de ser replantado después de Reyes.

Los colectivos ecologistas, por su parte, se oponen mayoritariamente al que consideran un dañino «uso de la naturaleza para decorar». Los productores opinan otra cosa: la mayoría de los abetos de Navidad proceden de producciones controladas y dedicadas precisamente a eso, a ser árboles de Navidad. Donde queda el hueco del árbol vendido plantarán otro, argumentan. Además, hay que tener en cuenta que durante su crecimiento han estado generando oxígeno y fijando dióxido de carbono, mientras que el árbol de plástico sólo habrá generado contaminación.