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Concha Albertos: «La educación es la mejor arma para combatir las desigualdades»

Concha Albertos: «La educación es la mejor arma para combatir las desigualdades»

Concha Albertos es una de las mujeres con nombre propio en la educación en Alcalá de Henares. Profesora y directora del Pedro Gumiel antes de ser directora del instituto Lázaro Carreter de Espartales, donde se convirtió en una de las personas referentes de un barrio pujante, que tenía carencias y que con su lucha y la de otros hizo que se atendieran algunos problemas acuciantes. Ya jubilada, no olvida su compromiso social y ayuda al grupo de mujeres del colectivo CAJE en el Distrito II y colabora con la Asociación ADYF en la prisión de Alcalá-Meco. Esta maestra con mayúsculas nos habla de igualdad, un campo en el que todavía queda mucho por avanzar.
¿Cree que hay igualdad entre hombres y mujeres?
-No, hay que distinguir entre la igualdad legal  que en buena parte de los países desarrollados se ha conseguido, de la igualdad real -laboral, económica, social- que se distancian mucho entre sí. Además en muchos países en vías de desarrollo ni siquiera se da la igualdad legal y ante esta cuestión hay que tener una mirada global.
¿Estamos más concienciados actualmente?
-La conciencia, el darse cuenta de las desigualdades, sí ha avanzado y es el primer paso para la solución del problema. Desconocer, dar por bueno el sometimiento, asumir la desigualdad como algo natural ha impedido y sigue deteniendo el logro de los derechos de las mujeres.
¿Cuál es el principal problema para alcanzar la igualdad?
-Precisamente el ocultamiento, el enmascaramiento del problema y la falta de sensibilidad de los que ostentan el poder para reconocer la desigualdad y proponer políticas valientes para ir equilibrando los derechos de hombres y mujeres.
¿Está el machismo demasiado socializado?, ¿se resta importancia a comportamientos que, aunque hayan sido tradicionales, son machistas?
-Por supuesto, que en muchos casos se acepta socialmente la discriminación, vistiéndola de respeto a la condición femenina, al bienestar de las mujeres, al bien de los hijos, cuando solo se intenta perpetuar el sometimiento.
Fue docente durante muchos años, ¿qué se debe hacer en los centros educativos para reducir la brecha?
-La educación es la mejor arma para combatir las desigualdades y las injusticias del tipo que sean. Y la educación es competencia de «toda la tribu». Los centros escolares deben asumir este objetivo. Se hace en ellos mucho menos de lo que se debe. La supresión de materias como Educación para la Ciudadanía, Ética, Filosofía, precisamente de las que yo era profesora, restó posibilidades a la adquisición de esa conciencia del problema a la que me refería y a buscar caminos para conseguir la igualdad. Pero sin ese marco académico se pueden hacer muchas cosas: la primera actividad extraescolar que realizamos en el «Lázaro Carreter», el instituto de Espartales, a los pocos días de su inauguración, fue un 25 de noviembre, día contra la violencia de género. Todos los años hemos llenado de  lazos morados, de carteles, de actividades, los días 8 de marzo para , precisamente, visibilizar y reflexionar sobre la discriminación de la mujer. Buscando fomentar en las alumnas la idea de que su formación, el desarrollo de sus capacidades, su incorporación al mundo laboral, su participación en la política, en las instituciones, es imprescindible para conseguir la igualdad.
¿Nos educan en igualdad?
-No, se mantienen los valores patriarcales en gran medida. Se tiende a perpetuar la diferencia en muchísimos ámbitos: sociales, laborales, educativos, en los medios de comunicación, en las instituciones. Poco a poco, afortunadamente, se van corrigiendo.
¿Qué papel tienen las familias en la educación en igualdad?
-Las familias son, en muchas ocasiones, responsables del estancamiento en ese camino hacia la igualdad. Es una institución conservadora que mantiene roles muy definidos en cuanto a lo masculino/femenino. Los cuidados, la atención a niños y mayores dentro de ella siguen siendo tareas mayoritariamente de las mujeres; en la elección para incorporarse a la actividad laboral casi siempre prima el hombre sobre la mujer; el trabajo no remunerado en la casa -cocina, limpieza- siguen haciéndolo  la mayoría de las veces las mujeres. Los modelos que la familia trasmite son mucho más fuertes que los discursos y es, por tanto, una causa más del freno en la lucha por la igualdad.
¿Hay que acabar con los juguetes sexistas o el rosa para las niñas y el azul para los niños?
-Por supuesto, pero es tarea difícil. No hay más que ver los catálogos de regalos en Reyes o los disfraces de Carnaval para comprobar que los micromachismos son potentísimos y complicado el erradicarlos.
¿Son los niños de ahora más machistas y controladores que la generación anterior?
-No diría los niños sino más bien los adolescentes. Parece que la posibilidad de controlar la conducta de los otros a través de las redes  ha hecho aflorar el intento de dominio y posesión sobre la pareja. Con el gran peligro además de manipular imágenes, situaciones, comentarios… He conocido, incluso, a algunas de mis alumnas adolescentes que han sido agredidas física y psicológicamente por sus parejas.
¿Cómo se puede fomentar la igualdad desde las instituciones?
-Las leyes no son suficientes; al aplicarlas hay que corregir en favor de las mujeres algunas cuestiones. Justicia no es dar a todos, hombres y mujeres, lo mismo, sino a cada cual lo que le corresponde, decía el filósofo Aristóteles y , partiendo de situaciones de desigualdad, lo justo es favorecer al que está sometido, al que carece de lo que otros tienen. Las cuotas de género me parecen un buen instrumento para equilibrar estas desigualdades. Promover puestos de responsabilidad a mujeres, favorecer la conciliación, implantar horarios razonables de trabajo, son medidas necesarias.
¿Le preocupa el auge de Vox y sus críticas a lo que denominan ideología de género?
– Muchísimo, me preocupa el auge de la extrema derecha negando la desigualdad y queriendo volver a ese engañoso culto a las mujeres-madre, a los pseudovalores familiares, cuando lo único que pretendes es frenar el progueso y acabar con los logros conseguidos. Tenemos próximamente que ejercer nuestro voto y hay que pensar bien a quién se lo damos.
Se acercan elecciones, cinco hombres como candidatos en los partidos con opciones de sacar una amplia representación en el Congreso, ¿así es más difícil?
-El hecho de que sean cinco hombres los candidatos a presidir el Gobierno no viene sino a dar fe de que la discriminación, la desigualdad real siguen existiendo: no es casualidad. Sin embargo, hay que albergar esperanzas: nuestro actual consejo de Ministras, el pasado 8 de marzo, sobre todo, son hechos para mirar el futuro con optimismo. Que el 8 de marzo del 2019 sea un paso más y potente para conseguir un mundo más igualitario, más justo, más solidario.