Cristina Cocca ha sido la ganadora del XXV Certamen de Poesía José Chacón por su trabajo ‘Sin esperar el alba’. El jurado formado por Tomás Ramos y Luis de Blas eligieron esta obra de los 191 trabajos presentados. Esta es la obra:
I REGRESO
Llegas así, de pronto, sin esperar el alba.
sin saber que los sueños
no finalizan nunca con la primera luz.
Y sé que no pudiste
olvidar el camino que fuera inaugurado
al borde de mi puerta, tampoco los balcones
por donde alguna vez atardeció
el callado rumor de la nostalgia.
Pero quizás recuerdes,
que al filo de mi calle,
se oficiaba el ritual de tu regreso.
Entonces separabas la nieve de tus ojos
y con el sol vencías
al último glaciar del calendario.
No pudiste olvidar
que nunca hubo distancias.
Y llegas sin que nombres la tristeza,
sin pronunciar el nombre del otoño
mientras tu cuerpo
madruga entre mis brazos.
Por eso te recibo
como recibe el agua los pies del caminante,
como si le entregara
una fruta a la sed que va olvidando
rescoldos en tu vientre.
Ahora desordenas las nubes del invierno
y todos tus paisajes me tiemblan en la lluvia.
Y preguntas qué ha sido de aquel tren
en el que huyó despacio la derrota,
de esa llave perdida entre los muebles,
de aquel perro que siempre te aguardaba
sombreando tu ausencia.
Me preguntas si alguno de los dos
no quiso ser océano imbatido,
no quiso tener patria en los naufragios
ni deshojar los bosques para cavar de nuevo
el sitio de los árboles
II CELEBRACIÓN
Puedo sentir el peso de tu abrigo
encima de mis hombros
y, casi de memoria, conocer
la dimensión completa de la casa,
la eclosión de la noche en tus umbrales
y el reloj de pared donde se afilan
las agujas del tiempo.
Creo que aún sonríes en todos los retratos
y las cosas conservan el lugar de tus ojos.
Ni siquiera he borrado las fechas ya cumplidas
que escribo en tus cuadernos
pero jamás sabré
porqué han estado siempre vacíos los desvanes
y solo una maleta
envejecía al fondo del armario.
Me acuerdo del café
que sevías al ritmo de las once,
las ascuas del hogar
que fueron apagando tinieblas y diluvios
tu costumbre aritmética
de doblar casi en cuartos los manteles,
el perfume del pan y las castañas,
la total permanencia de los ritos.
Y me ofreces la médula
profunda de las rosas, este verdor de lima
sobre los nuevos troncos que me enciendes
y la mesa tendida en tus jardines
con el vino escanciado
en la celebración de tus palabras.
III DESCUBRIMIENTO
Quizás no sepas
que los días se acercan de repente
mientras la luz nos abre
celosías de azogue en nuestra alcoba.
Y te asombra que el sol
estrene los cristales y llegue hasta tu ropa
el calor de la vida
A veces el recuerdo
nos abate, nos habla con esa íntima voz
con que la luna
nos arde en transparencias.
Entonces inventamos algún otro lenguaje
para poder hablar con las estatuas,
para poder pedir
el agua en los desiertos.
Quizás ya no se note
que fue larga la ausencia del abrazo
porque siempre escribimos
con tintas indelebles nuestras cartas de amor
y con letra mayúscula,
ese tacto de asombro
cuando toda tu piel fue mi caricia.
Llegas así, de pronto, sin esperar la tarde.
Sin saber que los sueños se van desmadejando
en todos los crepúsculos.
Tu cuerpo como ofrenda
y en mis manos, la lumbre.
Y muy lejos de aquí,
aquella luz que nunca fuera olvido