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Curiosidades de Alcalá: la Puerta de Madrid y el empedrado de las calles / Por María J. Vázquez Madruga

Curiosidades de Alcalá: la Puerta de Madrid y el empedrado de las calles / Por María J. Vázquez Madruga

La historia de Alcalá, contada por curiosidades muy desconocidas, nos la trae otra semana más la historiadora María Jesús Vázquez Madruga

Un asunto para el que el Ayuntamiento no tenía posibles en el pasado era el empedrado de las calles. En algunos casos, lo pagaban los vecinos y en otros, algún poderoso adinerado. Como el conde de Revillasigedo que también era marqués de Comillas. Pues bien, este señor tan noble pagó el empedrado de la calle de los Escribanos –hoy de Escritorios- en 1767. Si hoy se hiciera una cata arqueológica, seguro que saldría el empedrado del conde.

Y es que este nuestro Ayuntamiento nunca estuvo libre de problemas económicos. Pero esa es otra historia.

Cuando yo era pequeña –es que una tiene ya una edad…- coches, autobuses, etc, todo el mundo pasaba por el arco de la Puerta de Madrid. Porque era el único sitio por donde se podía. Naturalmente no existía la actual plaza peatonal en el interior de la Puerta, ni el paso junto al torreón de la muralla que tenemos hoy. Porque la muralla cerraba ese espacio (foto inferior Google Street).

Esto cambió en los años sesenta del pasado siglo. Aunque mucho antes ya existía la idea de abrir un paso lateral, aislar la Puerta de Madrid y dejarla peatonal: en el libro de Acuerdos del Ayuntamiento de 1915 queda reflejado el asunto: “Que se estudie aislar la Puerta de Madrid y tirar esa parte del muro del Archivo General Central”, desde el primer torreón junto a la Puerta hasta el torreón primero del interior de la ciudad. Por aquel entonces ya llevaba tiempo instalado el citado archivo en el palacio Arzobispal.

En 1968 el Ayuntamiento compra la casa junto a la torre y a la Puerta de Madrid para derribarla y abrir el paso lateral, dejando la propia Puerta de Madrid sin tráfico rodado.

Y se hizo. Por eso hoy aún puede verse en la muralla cómo quedó el muro original, (si con la Puerta a nuestras espaldas miramos hacia la primera torre del interior de la muralla, lo veremos como roto, inacabado), y el nuevo muro que se construyó de nuevo hasta el torreón esquinero, junto al que hoy pasa todo el tráfico al interior del centro histórico. Quede claro que esa parte es muy, muy moderna, aunque eso sí, la hicieron a imagen y semejanza del resto de la muralla. Quizá por eso muchos piensan que es original. No se engañe nadie, poco queda de la muralla original, muy poco.

Aunque aún queda menos de la picota, o sea, nada de nada. Desapareció hace mucho. Aunque alguna noticia de ella sí tenemos, por ejemplo, que en 1699 tuvieron que repararla. La picota era una construcción formada por una columna y rematada a veces por un capitel o una cruz o un motivo religioso o profano.  Y es que tener picota era muy importante, eso significaba tener jurisdicción propia y no depender de ninguna otra ciudad o población para enjuiciar, condenar o ajusticiar. Servía sobre todo, para exponer a los condenados públicamente, con la intención ejemplarizante de avisar, algo así como: Esto te puede pasar si te portas mal. Y también como demostración pública de la importancia del lugar en relación con otros como pueblos o aldeas.

Por María Jesús Vázquez Madruga