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Del Henares 2000 al Diario de Alcalá / Por Vicente Alberto Serrano

Del Henares 2000 al Diario de Alcalá / Por Vicente Alberto Serrano

Desde la Biblioteca de Babel

Aquella madrugada por fin moría el dictador. La mañana del 20 de noviembre muchos creyeron oír acordes de libertad en el desagradable soniquete de sus despertadores. ¿Despertaban de una pesadilla? ¿Habían sido realidad o un mal sueño las ejecuciones del 27 de septiembre? ¿Acaso tenían sentido las estrofas que Luis Eduardo Aute presintió al alba?: «Maldito baile de muertos, / pólvora de la mañana…». Esa misma mañana del 20 de noviembre, algunos que la noche anterior se habían acostado integristas, al afeitarse apreciaron gozosos frente al espejo que éste les devolvía un tímido pero esperanzador perfil demócrata. Ellos no perdieron el tiempo y raudos se pusieron manos a la obra, bien apuntándose a la lista de los partidos que comenzaban a pergeñarse, bien embarcándose en empresas con futuro, como podría ser –por ejemplo– un medio de comunicación. En Alcalá cierto grupo de prohombres de la ciudad –poco más de media docena– se reunieron en torno a un proyecto común: la creación de un semanario ‘independiente’ (sic) con ambiciosa idea de futuro, pretendida ya desde la propia denominación de su cabecera: “Henares 2000”. Sin embargo, como el título de la película, pero con mucho menos erotismo, apenas si lograron alcanzar las 9 semanas y media.

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Portadas de los dos primeros números de “Henares 2000”

El desencanto

Para tratar de dar la imagen de progresía y credibilidad que necesitaban frente a una escéptica población que por entonces ya superaba los 100.000 habitantes, los empresarios del proyecto decidieron fichar a dos jóvenes rebeldes con causa, que sin embargo, desde el primer momento, se volcaron entusiasmados en la compleja labor de rellenar las 32 páginas semanales. Lograron aglutinar numerosas firmas de los más diversos sectores e ideologías, tan obsesionados como ellos en inferirle un giro radical a una ciudad adormecida «…tras una noche tan larga». El primer número apareció el 12 de febrero de 1977, dos semanas después de la sobrecogedora matanza de los abogados de Atocha. En su portada un tema tabú: La larga huelga de Ibelsa. La semana siguiente el tema central lo ocupó una Mesa Redonda con las Asociaciones de Vecinos en la que sus representantes denunciaban: «…el interés especial del Ayuntamiento por desprestigiarnos, al ser nosotros los auténticos representantes de los intereses populares». Los concejales se sintieron ofendidos y reclamaron otra Mesa Redonda para defenderse de ciertas acusaciones, pero también para utilizarla como plataforma de promoción, al percibir la peligrosa cercanía de unas elecciones municipales. Ocuparon portada y páginas centrales en el número cinco, ‘privilegio’ que le negarían a Simón Sánchez Montero dos semanas después, cuando la junta de accionistas prohibió la publicación de una entrevista que se realizó durante su visita a la ciudad, y en la que se le había preguntado sobre la posible e inmediata legalización del Partido Comunista. Esta fue la gota que colmó el vaso del desencanto. Entre cerveza y cerveza, un mediodía en el bar Mila, punto de encuentro y desencuentros por aquella época, un ‘rojeras’ que se consideraba el paladín de la ortodoxia, acusó a ese par de rebeldes con causa, de estar vendidos al capital. Se fugaron aquella misma tarde. En compañía de dos jóvenes directores de cine, comenzaron un viaje iniciático que tenía como meta alcanzar Las Alpujarras, pero sobre todo la pensión de Yegen, donde Gerald Brenan había tratado de entender este laberinto español. El 9 de abril de aquel mismo año, el Partido Comunista de España era legalizado por Adolfo Suárez. El “Henares 2000” no tardó mucho en desbordarse y pronto sus aguas rebeldes se disiparon en el olvido, como un sueño imposible alcanzado por el aguijón letal de la intransigencia.

La muerte del “Diario de Alcalá”

Si evoco aquella imagen lejana es porque pretendo homenajear y lamentar la muerte del “Diario de Alcalá”, tras una larga agonía. Esta sí que ha sido una auténtica aventura periodística; nada que ver con aquel utópico sueño interrumpido, que hace casi cuarenta años no logró sobrevivir ni 9 semanas y media. Hoy la ciudad supera los 200.000 habitantes y a lo largo de casi 25 años, un plantel de grandes profesionales han tenido el mérito de conseguir mantener a diario un indispensable medio de comunicación que, aparte de una magnífica labor, acogían con generosidad a todo aquel que desease colaborar en sus páginas. Fue mi caso, me dejaron escribir con total libertad sobre lo que quisiera. Opté por comentar y compartir lecturas. Se supone que para sobrevivir un medio local de estas costosas características, resultaba necesario pagar ciertos peajes ideológicos y sobre todo esparcir mucho incienso. A veces sus lectores considerábamos exagerada la proporción y excesivos, tanto ciertos comentarios editoriales, como algunas cartas anónimas que, desde el insulto y la descalificación, rayaban el fundamentalismo. La crisis en el sector y también, posiblemente, el que la nueva corporación no se ha sentido muy gratificada por el botafumeiro ni favorecida en la crítica foto fija de estas últimas semanas, han dado al traste con un medio de comunicación esencial en una ciudad como esta, que necesitaba la denuncia desde todos los sectores y la seguirá necesitando. No les quepa duda que, a pesar de los reproches que el Diario ha recibido en muchas ocasiones, lo echarán de menos. Ojalá pueda regresar, renovado y más independiente que nunca, dispuesto a competir con el resto de estos otros informativos. Ya sé que lo de independiente no es más que una utopía. Hace treinta y nueve años (tal vez sirva de ejemplo) a Simón Sánchez Montero no le dejaron comentar algo que se haría realidad un mes después.