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El procés de Aquiles / Por David Arranz

Al igual que muchos, la cuestión catalana estaba produciéndome cierto desasosiego. Ver cómo amigos independentistas estaban en una galaxia diferente a  la mía, que no necesariamente errónea, generaba en mi cuanto menos preocupación. Ahora parece que todo este sinsentido se ha visto calmado después de la aplicación del artículo 155 y esperemos que las elecciones y la navidad ayuden a unir familias y amistades que el procés había deshecho.

Sin embargo hay pocas “verdades” más verdaderas en la discusión patria que la falta de independencia judicial. Esa realidad ni discutida ni discutible que previsiblemente copará las sobremesas navideñas a lo largo y ancho de la geografía nacional como un argumento demoledor y contra el que no caben más peros.

Curioso yo, decidí aventurarme en aquello del derecho comparado y decidí buscar sobre cómo son elegidos los magistrados del Tribunal Constitucional alemán o conocido comúnmente en cualquier tasca como el Bundesverfassungsgericht. En el caso español, sabemos que el Alto Tribunal está compuesto por doce Magistrados, dos los elige el Gobierno, otros dos el órgano que representa a los jueces (CGPJ), y ocho más son elegidos por Senado y Congreso, siendo necesaria una mayoría de tres quintos. Como ven, cae más repartido que el premio de la Bruixa d´Or.

En el caso del Tribunal impronunciable alemán, el sistema de elección es inversamente proporcional a su facilidad para ser nombrado. Los Magistrados son ocho, elegidos a partes iguales por Congreso y Senado. Eso sí, deben ser elegidos en ambas cámaras por una mayoría de dos tercios, que si tiramos de calculadora nos cuesta un 6% más de consenso el kilo de Magistrado. Este sistema es similar en otros países de Europa como Francia o incluso Bélgica, un ejemplo que sin duda nos viene al pelo.

Tengo que decir que en cinco años que llevo en Alemania jamás he escuchado a nadie decir que el Tribunal que defiende la ley de leyes no es imparcial. Sin embargo, coincidirán conmigo en que el sistema para elegirlo tiene sus similitudes… o incluso en el caso español parece, y digo que al menos parece, más compensado entre diferentes organismos.

Pienso que esta cosa ha venido de muy lejos, y demasiado lejos que ha llegado. Pero la defenestración de la justicia y de todo el Estado de Derecho en general es tan grave como torticera. El sistema no será perfecto pero es propio de una democracia europea del siglo XXI. Para mi es todo un orgullo como ciudadano, no que existan pero sí que hayan caído pesos pesados como Mario Conde, exministros como Rodrigo Rato, o ilustres como la hermana y el cuñado del Rey, y todo esto mientras gobierna el PP y reina Felipe.

Hace unos años eran los sindicalistas los que decían aquello de “ni respeto ni comparto” cuando se hablaba de una resolución judicial que les hacía torcer el morro. Hoy en día son los dirigentes de Podemos y hasta hace no mucho los flirteos de Pedro Sánchez con los mismos, los que intentaban deslegitimar las instituciones que insisto, aunque no perfectas, han servido para que este país alcance sus mejores cotas de progreso, bienestar y democracia de la historia.

Ese Estado de Derecho como conjunto y no el PP como elemento individual, es el que está enfrentando y ganando al órdago secesionista. Justicia, Gobierno y las Cámaras Alta y Baja están demostrando que cuentan con los suficientes resortes para confrontar este ataque sinsentido a nuestra democracia. No obstante, el éxito no es la aplicación del 155 en sí misma, sino el respaldo que este país y sus gentes están otorgando a las instituciones, incluyendo a la Corona que jamás había alcanzado los actuales niveles de popularidad.

Es concretamente este respaldo el que está limando la credibilidad de aquellos que intentaban acabar no con unas siglas sino con el propio Estado de Derecho. Podemos es un partido que necesita tener constantemente encendida la calle porque de lo contrario sería incapaz de movilizar a un electorado tan disperso. Para ello siempre ha atacado a las Instituciones del Estado de Derecho, restando credibilidad a su actuación y poniendo en duda su imparcialidad, algo que en la enorme mayoría de los casos sabían que era manifiestamente mentira. Ese ataque torticero y su actitud del “cuanto peor, mejor” es lo que se les está volviendo en contra, haciendo que se despeñen en todos los sondeos porque nuestras instituciones, aunque no perfectas, están funcionando para defender a todos los españoles y nuestra Democracia.

David Arranz es analista de transformación de negocio en BMW, Múnich.