la Luna del Henares: 24 horas de información

¿Eres poco optimista? Aprende cómo serlo más

De acuerdo con ciertos estudios, todo apunta a que el optimismo es el camino más corto para lograr la felicidad. Pero, ¿es el optimismo algo con lo que se nace y, por tanto, hay que conformarse con el nivel de optimismo con que nacimos… o es algo que puede aprenderse?

La eterna pregunta es si el vaso está medio lleno, o está medio vacío. Ante esta cuestión, los optimistas no se centran en lo que falta, sino en lo que hay. El diccionario define el optimismo como “la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable”.

Las personas optimistas son aquellas que ven los aspectos favorables de las situaciones, miran al futuro con esperanza y consideran los baches algo temporal y reversible

Las personas optimistas son aquellas que ven los aspectos favorables de las situaciones y miran al futuro con esperanza. Aquellos que son negativos y pesimistas, al creer que su estado de ánimo es permanente, sólo consiguen limitar su felicidad de manera considerable. En cambio, los optimistas consideran los baches algo temporal, reversible, y piensan que el futuro les traerá algo mejor.

Un ejemplo es cuando se planean unas vacaciones con los amigos. Mientras que las personas optimistas se muestran ilusionadas, pensando en lo bien que lo van a pasar, y no pueden esperar a terminar los preparativos y que llegue el día, las pesimistas tienden a pensar en las incomodidades de esos preparativos, hacer el equipaje, los contratiempos que puedan surgir en el viaje, etc.

Aquellos que son negativos y pesimistas, al creer que su estado de ánimo es permanente, sólo consiguen limitar su felicidad

Esas personas que sólo se centran en los inconvenientes, que ven el vaso medio vacío y que piensan en aquello negativo que puede ocurrir, deberían pensar en desarrollar un punto de vista más optimista. Porque, y esto es cierto, el optimismo puede aprenderse.

El optimismo se puede aprender

Psicólogos como Martin Seligman, considerado el padre de la Psicología Positiva coinciden en que hasta las personas más cínicas pueden llegar a aprender a ser optimistas y mejorar sus vidas.

Psicólogos como Martin Seligman y Carol Dewck coinciden en que el optimismo puede aprenderse y que es algo al alcance de todos

Por su parte, la investigadora estadounidense y autora del libro “Mindset” Carol Dewck, también considera que el optimismo puede aprenderse y que es algo al alcance de todos a través de lo que Dweck denomina “mentalidad del cambio”, que consiste en ser consciente de tres aspectos fundamentales:

  • Todas las personas son cambiantes.
  • Crecemos siempre que asumimos el riesgo de aprender cosas nuevas.
  • Cuando somos conscientes de que somos dueños de nuestro destino, el optimismo

Mientras los pensamientos negativos sólo limitan a las personas, los positivos las hacen propensas a la acción

Consejos para ser más optimista

  • Rechazar las creencias de tipo negativo. Hay muchos dichos populares que se encuentran arraigados en la sociedad y que nos limitan si pensamos en ellos, como por ejemplo “Siempre hay alguien mejor”, “No trates de destacar”, “Espera siempre lo peor”, “Todo el mundo miente”… Hay que dejar completamente de lado este tipo de creencias negativas.
  • Cambiar a positivo lo que decimos de nosotros mismos. Mientras los pensamientos negativos sólo limitan a las personas, los positivos las hacen propensas a la acción. Cambiar pensamientos negativos como “No voy a poder hacerlo” por pensamientos positivos como “Me va a salir muy bien” aportan emociones positivas y podremos actuar de la manera correcta.
  • Optimismo realista. El optimismo debe ser basado en algo real, ya que el optimismo ingenuo también es perjudicial. Por ejemplo, no podemos pensar que vamos a captar la atención del público simplemente con nuestra presencia, si tenemos que hablar ante un grupo numeroso de gente. Hay que tener preparado y ensayado todo. Cuantas menos cosas dejemos al azar, más optimismo podremos tener. La preparación es el camino a la suerte y al éxito.
  • Pensar en el mejor resultado posible. Imaginemos que vamos a jugar un partido de fútbol. Tenemos que pensar en eso que nos podría producir ansiedad (mucho público viéndolo, la importancia de ese partido si es una eliminatoria o una final…). A continuación, imaginemos lo mejor que podría pasar (voy a marcar el gol decisivo… voy a marcar dos o más goles…), lo peor (voy a fallar una ocasión clarísima que podría habernos ayudado a ganar y haré el ridículo) y una situación intermedia (voy a jugar bien aunque no sea el mejor del partido, y no voy a estar nervioso). La clave está en que si imaginamos el mejor escenario, será más complicado que pensemos en el más desfavorable.
  • Esperar lo mejor. Si nos preguntamos qué puede pasar, debemos hacerlo positivamente.. Por ejemplo, preguntas como “Qué es lo que más me gustaría”, “Qué cosas buenas me van a pasar este mes” o “Qué es lo que me va a salir bien” ayudan a centrar la mente en pensamientos positivos.
  • Transmitir positividad. Siempre que sea posible debemos tratar de contagiar nuestro optimismo, nuestra sensación de felicidad, y rodearnos de personas optimistas y positivas.
  • Si no nos rendimos, la suerte nos acompañará.

Sección ofrecida por Psicólogo Alcalá de Henares

http://psicologoalcaladehenares.com/