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Escenas navideñas en el portal público / Por Antonio Campuzano

Escenas navideñas en el portal público  /  Por Antonio Campuzano

Ni siquiera en tiempos de nacimiento y adoración son capaces de ponerse de acuerdo los autores de las conclusiones demoscópicas sobre las posibilidades electorales de unos y otros. Este tiempo de liturgia de consenso tampoco ha facilitado la concordia de las proyecciones.

El CIS dice que el Psoe refuerzas sus posiciones y los encargos de la prensa menos afecta al Gobierno, casualmente, coloca al partido fundado por el primer Pablo Iglesias por debajo del centenar de escaños, en la raya definitoria de las hecatombes. Entre tanto, las cabezas pensantes de la calle Génova han decidido dar la patada a la banqueta en el patíbulo para que se sostenga Ciudadanos sobre su propio cadáver. Para que Vox se demuestre irrelevante se necesita absorber todo el voto de Cs, en medio de las guerras externas entre Cs y PP e internas en el propio PP. Todo ello sin destacar los mínimos escalofríos que provoca el entendimiento entre los socios de gobierno, Psoe y Unidas Podemos.

Las reyertas entre PP y Cs pueden dar alguna brillantez a los periódicos en estos días. Arrimadas tendrá que decir antes o después algo que dañe la carrocería del vehículo conservador español. Begoña Villacís, en el Ayuntamiento de Madrid, pasará un quinario para elegir las prendas de vestir un día sí y otro también. No sabrá qué decir, no sabrá qué ponerse. Las amistades de Cs y PP en Andalucía pueden sufrir un gran quebranto. La realidad del acuerdo de Gobierno entre Psoe y Cs en la ciudad de Alcalá de Henares no pone el énfasis en el momento presente, sino en el de dentro de 18 meses, con motivo de la celebración de las próximas elecciones municipales. ¿Con quién tocará entonces acordar las cosas? No parece que acuda en la reedición del presente acuerdo lo que haya pasado con Cs, aquel rutilante anuncio social liberal de Albert Rivera. Ciudadanos ya está metido dentro del trazo perpetrado por Emmanuel Carrère, en Conviene tener un sitio donde ir (Anagrama, 2017), “asco entristecido”, como el superviviente húngaro del gulag. Como decía Galdós, nada como la cara de asombro del pelotari cuando advierte, ya ejecutado el manotazo, que le han quitado de en medio el frontón. Cs, en 2019, quizá no exista en Alcalá.

El juego de sumas y restas entre Pedro Sánchez y Yolanda Diaz tampoco genera aburrimiento. Si bien se adivinan demasiadas bondades entre las opciones más optimistas de la ministra de Trabajo, necesitada de explosión de solidaridad del cartel anunciador del inicio de Podemos, o sea, Pablo Iglesias, ya recobrada su libertad de acción y omisión. Naturalmente que el espectáculo por la hegemonía del PP que están deparando Pablo Casado y Ayuso contiene carga física y química de primer orden. El adelanto electoral en Castilla y León inicia acontecimientos de agitación en el Partido Popular que pueden ir despejando las condiciones de convivencia entre los dos líderes claramente enemistados, pese a haber nacido casi en idénticas condiciones de adversidad, y que ello une mucho. Casado espera de Isabel Ayuso algo contrario a lo que enuncia Carrère en la obra citada, “la ligereza de quienes no sufren las coacciones de su ego”. Ayuso no está a gusto con sus posesiones y quiere proyección a “ultramar” de Madrid, para lo cual necesita que en Madrid nadie ose criticar su poderío incontestable. En 2019, Casado cooptó a Ayuso. El 4 de mayo se presentó sin que Casado interviniese ni mucho menos. Y ahora, sencillamente, Ayuso no quiere que nadie ose perturbar su visión de la comunidad de Madrid desde el punto de vista organizativo  y también gubernamental. Y desde ese principio de mando en Madrid, quizá eleve la vista para otras visiones más colonizadoras.

Habrá ambiente con total seguridad, máxime cuando en la película sale, no de figurante precisamente, Miguel Ángel Rodríguez, para quien la máxima que exige es la expuesta por Rafael Sánchez Ferlosio, en Campo de retaman (Literatura Random House, 2015), “el que quiera mandar guarde al menos un último respeto a quien ha de obedecer: absténgase de darle explicaciones”. Rodriguez no quiere el ejercicio del temple de gaitas con Casado, en quien no tiene depositada su complacencia. Llegará un momento en que Ayuso deberá abstenerse tanto de Casado como de Rodríguez. Ése será el final o quizá el triunfo definitivo.