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Fernando del Paso, esencialmente diplomático y extraordinariamente mexicano

Por Leandro Fernández

Decir que ha sorprendido -en el selecto mundo de las letras- el reconocimiento de Fernando del Paso como maestro de la lengua castellana es no conocer los denominadores comunes con los que habitualmente se ha premiado a los literatos allende los mares. Esto no lo decimos en La Luna de Alcalá, lo dijo Jorge Edwards en una de las conferencias que dio en Alcalá, bajando las escaleras del salón superior de la Hostería del Estudiante. En tono de broma el chileno afirmó aquello de que «yo cumplo una de las dos condiciones fundamentales para poder ganar el Cervantes; soy diplomático pero no soy mexicano». Y miren por dónde, hoy el galardonado con el premio cumple aquel binomio ganador que adelantó Edwards. Y es que aquellos premiados de corte clasista que hoy pasean por alfombra roja con la mismísima reina del papel couché casi siempre vienen envueltos en una especia de pátina distinguida e indiana que marca una parte de la esencia de la literatura más clasista del continente castellano de Las Américas.

La uruguaya Ida Vitale contaba con preferencias destacadas, el nicaragüense Sergio Ramírez estaba en la terna, el peruano Belli y el argentino Piglia también figuraban con estima, al igual que el venezolano Rafael Cadenas. Como contraprestación española en el año en que tocaba americano figuraban el extraordinario Francisco Nieva. También Muñoz Molina u otro de los Goytisolo. El sexto hombre, Fernando del Paso, resultó vencedor. El sexto mexicano, tras Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco y Elena Poniatowska. Con su nombramiento se celebran las treinta ediciones y se premia a un sólido y polifacético escritor que alcanzó la cumbre con su quijotesco, descriptivo, detallista y universal Noticias del Imperio, un novelón de extraordinaria factura como cronista. Seguidor aventajado de los seguidores espalidados del gran Cervantes; Joyce, Flaubert o Faulkner su manera de escribir se contagió de su carrera como locutor de radio en la BBC durante tres lustros y anteriormente de su condición de redactor de anuncios publicitarios.

Sin duda un premio merecido, académico y esencialmente diplomático y extraordinariamente mexicano.