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Joan Margarit y la canço de bressol / Por Vicente Alberto Serrano

Joan Margarit y la canço de bressol  /  Por Vicente Alberto Serrano

Desde La Oveja Negra

En 1967 la empresa discográfica Edigsa lanzó al mercado el primer elepé de Joan Manuel Serrat. El año anterior ya habían editado un álbum recopilatorio de Els Setze Jutges (Los Dieciséis Jueces), titulado Audiencia pública. En él se recogían trece interpretaciones de los miembros que hasta entonces componían el grupo que conformaba los orígenes de la Nova Canço (Serrat era uno de ellos). Del mítico long play del Noi del Poble Sec, se extrajeron dos de los temas más significativos para componer un sencillo. En la cara A, con La tieta nos narraba un descarnado retrato de la soledad. En la cara B, Canço de bressol homenajeaba a su madre originaria de Belchite; nana que irrumpía con un rotundo estribillo en castellano, mientras que el resto de la letra, en catalán, dejaba traslucir las penosas consecuencias de los desastres de una guerra no tan lejana, pero obligada a caer en el olvido. Es muy posible que a través de ese single se alcanzaran lograr entre nosotros parte de los fines últimos que pretendían los legendarios y esforzados protagonistas de la Nova Canço: dar a conocer su lengua. Al menos algunos comenzamos a interesarnos, desde aquel momento, no solo por sus canciones, sino también por los poetas de un idioma tan cercano, pero forzosamente tan alejado y anulado por los férreos rigores censoriales de una dictadura vencedora que aspiraba llegar por el Imperio hacia Dios.

Canço de Bressol per a la Joana

Casi cincuenta años después descubrimos otra canço de bressol, la sobrecogedora canción de cuna que Joan Margarit dedicó a la pérdida de su hija en uno de los poemas que componen la edición bilingüe de Joana (Ed. Hiperión). En 2014 el poema quedó recogido en el disco No era lluny ni dificil, recitado por él, acompañado al saxo por su hijo Carles. Jazz y poesía fundidos sin fisura alguna: «Duerme Joana./ Y que este Loverman –oscuro y trágico/ del saxo de tu hermano en Montjuïc–/ te pueda acompañar/ toda la eternidad por los caminos/ que tan sólo la música conoce.» Entre el Serrat de entonces y el Margarit de hoy, se conjuga un nexo de unión por el que a lo largo de cinco décadas hemos ido descubriendo –a través de la canción– buena parte de la poesía catalana contemporánea. Al principio fue el propio Serrat el que nos adentró en la fuerza y el vigor de los versos de Joan Salvat-Papasseit. Raimón puso música y voz a a las Cançons de la roda del temps de Salvador Espriu. El corrosivo humor de Pere Quart quedó bien patente en la versión que Francesc Pi de la Serra hizo de El burgués. Guillermina Motta se atrevió cantar a Gabriel Ferrater en su album Visca lamor y Lluís Llach dedicó un cálido homenaje a Miquel Marti i Pol en el disco Poetes. Tras la música, algunas antologías bilingües nos sirvieron de brújula necesaria para recorrer los versos de aquella cultura que según José Agustín Goytisolo había sufrido una larga y quebrada historia. Fue precisamente su antología Poetas catalanes contemporáneos (Ed. Seix Barral) la que nos ayudó a completar el mosaico con algunos nombres de los que aún nos quedaban por conocer sus poemas: Josep Carner, Carles Riba, J.V. Foix, Mariá Manent, Roselló-Porcel o Joan Vinyoli. Y después, por supuesto, en la completísima Antología esencial de la poesía catalana contemporánea, (Ed. Espasa Calpe) preparada por José Corredor-Matheos. La concesión del Premio Cervantes a Joan Margarit más que sorprendernos, nos ha gratificado. En el capítulo XVI de la segunda parte de El Quijote, Cervantes, a la par que hace un encendido elogio de la poesía, defiende la diversidad lingüística: «…todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus conceptos.» En uno de sus poemas, titulado El saqueo, Margarit lo inicia con estos versos: «De niño intentaron arrancarme la lengua/ que mi abuela me hablaba/ al regresar del campo mientras atardecía.» Nosotros tenemos el privilegio añadido de que Margarit es el traductor de su propia obra al castellano.

Todos los poemas

La emblemática colección Austral, que sufrió una renovación estética bastante cuestionable cuando pasó a depender de la editorial Planeta, acometió hace un par de años el ambicioso proyecto de publicar, en un solo tomo, la obra completa del poeta Joan Margarit exclusivamente en castellano, sin recurrir a una necesaria edición bilingüe. En cada reimpresión, junto a un cambio de cubierta, añade el último poemario del autor y por supuesto varía las fechas finales de una obra poética que se inicia en 1975 y que en la última edición alcanza el año 2017 con la inclusión de Un asombroso invierno. Con más de setecientos poemas y por encima de las mil páginas, el volumen sobredimensiona la sensibilidad de cualquier lector de poesía. Para aquellos que estamos acostumbrados a la serenidad de espigar entre las breves ediciones de cada título, regresando una y otra vez a un poema concreto, adentrándonos en su intensidad y en el caso de poemas en otras lenguas, comparando la musicalidad con el texto originario en páginas enfrentadas. En las declaraciones de Joan Margarit a un periódico, afirmaba que: «Entender un poema no es más que meterse en él y salir luego. Si sales más ordenado y más consolado de lo que has entrado, lo has entendido.» Las editoriales Hiperión y Visor nos han venido ofreciendo en estos años la obra poética de Margarit en cuidadas ediciones bilingües. A través de ellas hemos sentido, en todo momento, una íntima complicidad con el autor cada vez que volvíamos a manosear sus páginas, a su relectura lenta para procurarnos nuevas claves. No sabemos si después hemos salido más ordenados, pero sí transformados. Con Margarit hemos compartido los mismos gustos por la música cuando nos ha obligado a revisitar, desde el Loverman de Charlie Parker, a las Variaciones Golberg, deteniéndonos en Chet Baker y Lluís Claret. Hemos añorado con él una isla del tesoro al rememorar los perfiles más íntimos de nuestra infancia y adolescencia. Nos ha transmitido el dolor por la pérdida de los seres queridos… En estos días de confinamiento, a través de sus manoseados libros, trasteando por sus poemas, hemos querido entender –al menos– una parte del tiempo transcurrido entre aquella Canço de bressol de Serrat que se negaba a ser labrador y esta otra nana buscando la eternidad que solo la música conoce.

Un Paraninfo vacío

Será un 23 de abril con la tribuna del Paraninfo alcalaíno vacía, por eso creo que hoy, más que nunca, tenemos una cita obligada con el poeta, porque como él ha llegado a afirmar: «La persona que lee un poema lo que busca es ser leída ella misma, es poder decir al terminar el último verso: Éste, o ésta, soy yo».

 

(El poeta catalán Joan Margarit fue nombrado Premio Cervantes 2019. La gala de entrega del galardón más importante de las letras hispanas se hubiese celebrado el 23 de abril en la Universidad de Alcalá)