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La Cultura: igualdad y libertad / Por Francisco Peña

La Cultura: igualdad y libertad  /  Por Francisco Peña

En su discurso de ingreso en la Real Academia decía Antonio Machado: Difundir la cultura no es repartir un caudal limitado entre los muchos para que nadie lo goce por entero, sino despertar las almas dormidas y acrecentar el número de los capaces de espiritualidad.

Sin un acceso equitativo y libre a la creación intelectual, los ideales de igualdad, libertad y fraternidad o solidaridad, que están en la base de la democracia, carecerían de sentido.

Uno de los grandes problemas de la sociedad actual radica en la desigualdad económica entre clases, pero esa desigualdad se convierte en crónica cuando se añade una desigualdad cultural. La cultura permite la información necesaria para que cada ser humano adquiera la conciencia de su propia valía porque, y vuelvo a citar a Machado, por mucho que un hombre valga nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre.

Ayer tuve el placer de entregar el premio José Chacón de poesía a un poeta andaluz. Y van 28 ediciones de un concurso cada vez más popular. Los 168 poemas que se presentaron corresponden a otras tantas personas que se han tenido que plantar frente al papel en blanco para desgranar la realidad con las palabras, para crear un mundo nuevo a partir de la página en blanco, como dice Salinas… y a cada uno de los poetas, sean de mejor o peor calidad, el esfuerzo los ha hecho más libres.

De eso se trata.

Contemplar el Teatro Salón Cervantes lleno a rebosar un fin de semana tras otro para ver, por ejemplo, “7 años”, una excelente obra de teatro de José Cabeza, en la que se denuncia el poder deshumanizador del dinero… nos hace más libres, porque tomamos conciencia de nuestra realidad.

Seguir el ciclo de conferencias que se imparte un martes al mes en el Corral de Comedias de Alcalá para conocer “La huella de Alcalá en la cultura y en la historia” y descubrir los personajes que han dejado su impronta entre los muros de nuestra ciudad y cuyas palabras todavía tienen vigencia, es hacer más nuestra la ciudad y conocer nuestra historia para mejorar nuestro presente.

La cultura es un ámbito para la calidad de vida en común, que puede y debe traducirse en integración social. Vivimos más y con más horas dedicadas al ocio; depende en gran medida del desarrollo de actividades culturales el que vivamos mejor y en mayor armonía.

Nuestras sociedades nos ofrecen además nuevos retos, que pueden ser afrontados exitosamente con una adecuada política cultural. Por ejemplo, puede ayudarnos a comprender mejor a las personas que proceden de otros países y que contribuyen con su trabajo al bienestar de Alcalá y de España o para mejorar el diálogo entre generaciones.

La semana pasada se presentó la 19 edición del Festival de Clásicos en Alcalá, en noviembre disfrutamos de la representación de un don Juan cada vez más popular, el Festival de Cortos ha adquirido una destacada notoriedad internacional, la Fábrica del Humor llenó de reflexiones de Forges los balcones de la calle Mayor, las constantes exposiciones, el cineclub, los títeres, la programación cada vez más variada del Corral de Comedias… todo ello configura una oferta cultural amplia, variada, rica.

Alcalá es Patrimonio de la Humanidad y está demostrando que este nombramiento no solo se asienta en los edificios, sino que se apoya en la vida, en el desarrollo de la actividad cotidiana, para ofrecer a todos los vecinos y visitantes una muestra de tolerancia, respeto y convivencia. Y eso solo se consigue con la cultura.

La UNESCO afirma: Fuente de intercambios, fuente de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la biodiversidad para los seres vivos (Declaración universal de la UNESCO sobre la diversidad cultural, artículo 1).

Y con esta premisa de la UNESCO, los gobiernos locales deben constituirse como agentes mundiales de primer orden, como defensores y promotores del avance de los derechos humanos. Ellos los son portavoces de la ciudadanía y al mismo tiempo, generadores de conciencia ciudadana. El diálogo entre identidad y diversidad, individuo y colectividad, se revela como la herramienta necesaria para garantizar tanto una ciudadanía cultural planetaria como el desarrollo de las culturas.

Alcalá va por buen camino.