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La revolución pendiente, inaplazable / Por Vicente García

Asistimos en estos días a la semana de lucha mundial contra el cambio climático, que culminará el próximo 27 con la convocatoria de una huelga mundial estudiantil y de consumo y las miles de manifestaciones en todo el planeta, que tratarán de visibilizar y concienciar sobre el mayor y más acuciante problema que afronta la humanidad en la actualidad, la situación de emergencia climática derivada del cambio climático.

Es indudable que cada vez hay una mayor concienciación ciudadana al respecto, impulsada por una juventud que nos interpela y nos exige soluciones sobre el futuro que les estamos robando.

También es verdad, que el Capitalismo Salvaje, en su enésima adaptación, se disfraza de un nuevo capitalismo verde, intentando dominar el tsunami social que está cuestionando un sistema depredador, insostenible, ineficaz y que nos ha llevado al borde del abismo que hoy transitamos.

En Alcalá hemos tratado sobre esta situación de emergencia climática en la Semana de la Solidaridad, y hemos constatado, como cada vez más personas, asociaciones y colectivos, compartimos análisis, propuestas y objetivos ante la alarmante situación actual y, sobre todo, apocalíptico futuro cercano que nos estamos labrando.

También son tiempos de postureo, donde aquellos que han tenido un mayor cupo de culpa en el presente estado de las cosas, aparecen en actos públicos y se envuelven en grandes frases prefabricadas que construyen discursos, correctos en lo formal, pero inmorales cuando se comparan palabras y hechos. Cuántos discursos de líderes, ya sean internacionales, nacionales, o locales, se llenan de expresiones biensonantes, mientras su quehacer diario se llena de acciones que se contraponen con lo que dicen.

Muchos y muchas hablarán de “transición ecológica, des carbonización de la economía, cuidado de nuestros entornos naturales, rehabilitación y sostenibilidad de bla, bla, bla,….”. En esta situación de emergencia climática, nosotras tenemos la capacidad y el poder de cambiar las cosas. Eso es lo que verdaderamente asusta al mismo capitalismo salvaje de siempre, ahora apellidado verde, que las personas podemos cambiar las cosas que ellos no quieren que cambien.

Por eso, la mayor revolución que tenemos pendiente, es la del pensamiento, la de la inteligencia de las personas, que conformamos una sociedad, cada vez más consciente de la magnitud del problema y de la urgencia de las soluciones a aplicar. Podemos acelerar el cambio de paradigma económico, social, cultural, que el cambio climático nos va a obligar a acometer. Simplemente tenemos que pararnos a pensar, y luego actuar en consecuencia.

Con nuestros modos de alimentarnos (¿Es sostenible comer una pieza de fruta, fuera de temporada y que ha sido cultivada en condiciones laborales de semiesclavitud a miles de kilómetros de distancia?).

En nuestras formas de vestirnos (¿Es justo y sostenible comprar una camiseta por 3€ si se ha confeccionado por niños y niñas obligadas a trabajar, y en condiciones infrahumanas, a miles de Km., por las mismas multinacionales textiles que alardean de plantas logísticas y tiendas verdes y eficientes?).

Con nuestras formas de consumo (¿De verdad tenemos que seguir acumulando cosas que la mayoría de las veces no necesitamos, para conseguir esa sensación de falsa felicidad que el mismo sistema capitalista nos inocula?¿Cada cuánto tiempo nos vemos a obligados a comprar teléfonos, tablets, televisiones, de su último modelo, que como todos, han sido fabricados con una obsolescencia programada predefinida?. ¿Sómos conscientes de que el consumismo se nutre, en muchos casos, de guerras para la esquilmación de recursos ?)

Con nuestras formas de desplazarnos (nos han obligado a trabajar en polígonos industriales degradados, incomunicados, sin transporte público colectivo o en ciudades próximas que carecen de transporte público colectivo con otras de su entorno). Esto nos obliga a tener un vehículo, generalmente un coche para desplazarnos a nuestro puesto de trabajo, y en muchos casos uno por cada miembro de la unidad familiar que trabaja, con el consiguiente gasto de combustible, revisiones, averías, ruedas, seguro, etc. El coche ha pasado de ser un plus a ser una necesidad, casi un castigo. ¿De verdad que la solución a esto es dotar de plazas de aparcamiento, aunque su falta en muchos barrios es un serio problema, o sería mejor, más eficiente y sostenible un servicio de transporte público colectivo que asegurara nuestra movilidad a nuestros trabajos, domicilios y municipios cercanos?

Nuestras formas de tratar los residuos que generamos ( Si dejáramos de comprar y utilizar plásticos de manera desmedida e innecesaria, comprando a granel para evitar envases que acaban en nuestros mares y en nuestra cadena alimentaria, si compostaramos nuestros residuos orgánicos, si recicláramos, reutilizáramos, si consumiéramos responsablemente, si contribuyéramos, en definitiva, al necesario residuo cero, evitaríamos que el triste monumento a la desfachatez humana que representa la montaña de millones de toneladas de mierda que todos los días se presenta ante nuestra mirada en Alcalá, se reprodujera en otras ciudades, contaminaran nuestros ríos, nos envenenaran.)

Nuestro urbanismo y modelo de ciudad (¿Necesitamos más desarrollos residenciales o es más necesario rehabilitar nuestros barrios, hacerlos más eficaces medioambientalmente, más sostenibles, con una movilidad racional y ecológica? ) Vivimos en uno de los entornos más contaminados de la Unión Europea, la configuración del terreno hace que la contaminación de Madrid, se traslade por la chimenea natural que supone el Valle del Henares, haciendo que algunas de sus ciudades, aparezcan entre las de menor calidad del aire en Europa. ¿Nos podemos permitir convertir en suelo productivo parte de nuestro patrimonio natural? Hay infinidad de preguntas que debemos hacernos y contestarnos aplicando el filtro de una mirada ecológica. Hay otros retos que contribuirán al cambio de paradigma que se nos echa encima.

Todos ellos, según sean afrontados, abren ante nosotras bifurcaciones, que nos llevan a posibles realidades, bien utópicas, bien distópicas. La igualdad efectiva entre mujeres y hombres nos ofrece una realidad utópica, la resultante del desarrollo del mundo de los cuidados, donde éste sea puesto en valor, retribuido justamente, que propicie la corresponsabilidad, conciliación, que acabe con la segregación laboral por razón de género, que permita la llegada de mujeres a sectores donde les es negada la entrada y se encuentran subrepresentadas.

También la realidad distópica de seguir condenando a un círculo cerrado de precariedad, de trabajo temporal y a tiempo parcial no deseado a las mujeres, obligadas a suplir el Servicio Público que debería prestar el Estado, en condiciones laborales y salariales escandalosas. ¿Hay alguna actividad más digna o necesaria que la que desempeñan las personas cuidadoras de nuestros hijos e hijas, o de nuestros mayores?

También la Digitalización está suponiendo ya un cambio transformador de nuestras formas de producir, consumir, relacionarnos, etc. y de igual manera, contribuye al cambio de paradigma que hablamos y también presenta la misma bifurcación, según la gobernanza que se haga de su desarrollo. Por un lado la realidad utópica, donde el aumento de la productividad que los avances tecnológicos propician, son puestos al servicio de las personas, permitiendo reducir las jornadas laborales, potenciando la economía del ocio, contribuyendo a la formación continua de las personas trabajadoras y asegurando una renta básica universal a quienes tengan peores oportunidades de adaptación.

La realidad distópica que nos muestra la Digitalización, que empieza a parecerse peligrosamente con la realidad, es la de la concentración de la riqueza en cada vez menos manos, con grandes corporaciones mundiales que se apropian de cada vez mayor parte de la cadena de valor de los bienes y servicios que producimos, y que inevitablemente lleva implícita la precarización del mundo del trabajo, y por lo tanto de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población mundial, la clase trabajadora.

Lo estamos comenzando a sufrir con las mal llamadas plataformas de economía colaborativa, que no son más que formas de neo esclavitud, que ocultan, para precarizarlas y desposeerlas de derechos, las relaciones laborales de toda la vida entre empleador y empleado, entre patrón y obrero. Ante la emergencia climática y medioambiental, se nos ofrece la posibilidad de repensar nuestro presente y la huella que hemos dejado en el planeta, y caminar hacia un mundo mejor, de reequilibrio entre norte y sur, donde nuestras formas de alimentarnos, de vestirnos, de consumir en general, de producir, de movernos, etc. contribuyan a curar las heridas causadas a nuestra aldea global, o al menos a minimizarlas, construyendo a la vez un nuevo paradigma con sociedades más justas, solidarias, que sustenten su modus vivendi en consonancia con los recursos naturales de que disponen y no a costa del expolio de la otra parte del mundo a la que condenamos a una espiral sin salida de pobreza, como sucede con el Continente Africano, Centroamérica y América del Sur, etc.

La realidad distópica, ya la estamos avistando, si seguimos negando la realidad, y escondiendo la cabeza como un avestruz, hasta que la DANA de turno se aleje, en pocos años contaremos los refugiados climáticos por millones y habremos llegado a un punto de no retorno, donde las consecuencias de lo que ya hemos hecho y de lo que nos resistimos a hacer, serán catastróficas y definitivas. Además de hacerlo individualmente, las organizaciones políticas, sindicales, colectivos, asociaciones etc., deberían abordar un proceso de análisis y consiguiente replanteamiento de todos sus postulados, una vez aplicada una adecuada perspectiva medioambiental acorde a la situación de emergencia climática que sufrimos y esta reflexión debería ser más profunda cuánto más representatividad se tenga.

En CCOO Henares, así pretendemos hacerlo, aplicando un filtro, una mirada, con una perspectiva tanto de género como medioambiental, en todas y cada una de las medidas que acometemos o proponemos. En escasas semanas, nuestra ciudad, dará un paso más hacia un nuevo P.G.O.U. (Plan General de Ordenación Urbana). También aquí se nos puede presentar una bifurcación que nos lleve por distintos caminos y nos conduzca a distintas realidades. Una utópica y otra distópica. En su momento analizaremos lo que en este sentido se proponga y opinaremos al respecto.

Las propuestas que realicemos en vivienda, modelo productivo, movilidad, dotaciones, etc. estarán sujetas a la correspondiente perspectiva de género y medioambiental, pues creemos que a un mismo punto se puede llegar por distintos caminos. Que nadie espere postureo en CCOO.

Secretario General CCOO Henares