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La sorpresa de vivir en Alcalá / Por Óscar Sáez

La sorpresa de vivir en Alcalá / Por Óscar Sáez

Nacho Fernández, un todoterreno que lo mismo destaca en defensa como marca un gol de pillo para dar media Liga al Real Madrid con permiso de Cristiano Ronaldo, se ha convertido en el mejor embajador de Alcalá de Henares, tras afirmar en una entrevista reciente que sus compañeros se extrañaban de que viviera en Alcalá de Henares, que le encantan sus calles y perderse en el Parque Natural. La noticia causó entonces cierto revuelo en los medios nacionales. También los cronistas destacan la normalidad de Nacho, como en la crónica de José Sámano en El País, y lo ejemplifican con su decisión de vivir en Alcalá. No en Las Rozas, en la Finca o en La Moraleja. En Alcalá de Henares. Deben pensar, y es aquí cuando nos deben hacer pensar a los de aquí, que somos un municipio del extrarradio, o un pueblacho o vete a saber. Y quizás tengan razón, pero sólo a veces.

Alcalá, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, ciudad universitaria y universal, sigue siendo universalmente desconocida para buena parte de los seis millones de madrileños a los que da pereza ir hasta la Cuna de Cervantes, figura a la que tenemos un tanto manoseada.

Si entre todos cuidáramos la imagen de Alcalá, empezando por la limpieza o el río Henares, si nos preocupáramos más por sumar que por restar, si dejáramos de mirarnos las pelotillas de nuestro ombligo, si atendiéramos más los detalles que nos hacen únicos -ni siquiera conocemos el programa de Clásicos, un festival único en la región que se celebra en unos días-, si nos importara tanto el vecino de al lado como solucionar la política nacional, si además de oír, escucháramos y, además de ver, miráramos, si sacáramos a relucir nuestro amor por Alcalá más que sus defectos, quizás y sólo quizás, a los compañeros de Nacho y a los periodistas de Madrid no le soprendería tanto que le gusta vivir en Alcalá: una ciudad tranquila, segura, con un bonito Centro Histórico, con una moderna y dinamizadora universidad, con un paraje natural como los Cerros, y todo cerca -y a la vez lejos- de Madrid.