Un estudio reciente publicado en la revista Biological Conservation señala que el 41% de las especies de insectos localizadas en la Tierra están en declive y la tercera parte en peligro de extinción ¿Qué mensajes nos lanzan estas alertas? El profesor del departamento de Ciencias de la Vida, Arturo Baz, nos ayuda a descifrarlos
Arturo Baz. |
Insectos. No hay duda de que molestan y cuando se convierten en plaga perjudican nuestros intereses, pero cada vez somos más conscientes de que son fundamentales como polinizadores, como base de las cadenas tróficas…
-Profesor, para empezar, ¿sabemos cuántas especies de insectos hay en el mundo?
En la actualidad se conocen algo más de un millón de especies diferentes de insectos. Estas son las que están formalmente descritas, pero todos los años se describen varios miles de especies nuevas, lo que significa que el número real de especies de insectos ha de ser mucho mayor ¿Cuántas especies existen realmente? No lo sabemos, pero se puede intentar estimarlas. Una de las estimaciones más populares es la que habla de unos 30 millones de especies diferentes, aunque otras más recientes sitúan esta cifra en una horquilla de 5-10 millones de especies. En cualquier caso, son muchas más de las que conocemos. Teniendo en cuenta que la mayoría de las especies de insectos se concentran en las selvas tropicales del planeta, que de estas especies lo único que conocemos en muchos casos es su nombre y el lugar donde se observaron y que el estudio publicado en Biological Conservation se ha basado fundamentalmente en estudios realizados en el hemisferio norte, la proyección que realizan (41% en declive, 1/3 en peligro de extinción) creo que puede estar sobreestimada.
En cualquier caso, es una evidencia que los insectos, tanto en términos de biomasa como de diversidad, están sufriendo un dramático declive en muchas zonas del planeta. Este reciente trabajo ha revisado 73 estudios a largo plazo en diferentes lugares y con diferentes tipos de insectos y en todos los casos el resultado es el mismo: el número de insectos se ha reducido en los últimos años. En realidad, nos están mostrando con datos reales algo que muchos entomólogos con años de experiencia en trabajo de campo ya habíamos observado.
-¿Qué consecuencias puede tener este declive de las poblaciones de insectos?
Es probable que mucha gente lo vea incluso con buenos ojos. Al fin y al cabo, los insectos interfieren con la especie humana en muchos aspectos: son responsables de plagas agroforestales, viven en nuestras casas y pueden provocar o transmitir enfermedades…Sin embargo, su actividad resulta fundamental para el funcionamiento de los ecosistemas naturales. Participan activamente en el reciclaje de nutrientes, contribuyen a la reproducción de muchas especies de plantas mediante la polinización o la dispersión de semillas, se encuentran en la base de muchas cadenas tróficas (hay animales a los que denominamos insectívoros porque se alimentan casi exclusivamente de insectos) e, incluso, pueden actuar como controladores de muchas de esas plagas agroforestales a las que antes me refería. Su desaparición puede provocar efectos en cascada con consecuencias imprevisibles. En algunos casos, ya se han estudiado las consecuencias que podría tener la desaparición o reducción de estos insectos. Por ejemplo, en Europa, donde alrededor del 84 % de las especies de plantas cultivadas depende de la polinización por insectos, se calcula que el servicio que prestan estos polinizadores alcanza un valor de cerca de 153.000 millones de euros al año. No resulta difícil imaginarse el impacto económico que puede provocar una disminución de sus poblaciones, y no solo sobre las plantas cultivadas, si no sobre la mayoría de las especies de plantas silvestres.
-Es muy conocida la problemática del descenso de población de las abejas pero ¿hay otros casos igualmente significativos?
No hay muchos datos acerca de las consecuencias que podrían tener la desaparición de otros grupos, pero tenemos evidencias de lo que podría ocurrir en otros casos. Por ejemplo, uno de los grupos más afectados por la disminución de sus poblaciones (junto con las abejas y las mariposas) son los escarabajos estercoleros, es decir, aquellos que se alimentan de los excrementos que los animales depositan en el campo, disgregándolos y eliminándolos. ¿Qué efecto tendría la desaparición de este tipo de insectos? Podemos intuirlo, porque en algunos lugares del mundo donde se introdujo el ganado doméstico (ej. Australia y Sudamérica) y que no contaban con una fauna apropiada de escarabajos estercoleros los problemas surgieron en poco tiempo: solo en Australia, donde los excrementos del ganado doméstico se acumulaban en las praderas sin que nadie los hiciera desaparecer, se calculó una pérdida de 200.000 hectáreas anuales de pastos apropiados para el ganado con su correspondiente impacto económico. Esto obligó al gobierno australiano a poner en marcha un ambicioso y costoso plan para introducir especies de escarabajos estercoleros en Australia con el objetivo de crear una especie de minifauna capaz de procesar las toneladas de excrementos que se acumulaban en sus praderas. ¿Podríamos encontrarnos con este problema en Europa si el declive de estos insectos sigue al mismo ritmo? Es difícil saberlo, pero ya tenemos la evidencia de lo que podría ocurrir.
-Pero ¿por qué se está produciendo el declive acelerado de tantos grupos de insectos?
Como siempre son muchas las causas a las que se les puede atribuir este problema, pero hay algunas que destacan sobre las demás. Más del 60% de los casos documentados de declive de las poblaciones de insectos son atribuidos a cambios en el uso del hábitat (urbanización, industrialización o el incremento de la agricultura extensiva) y el empleo de sustancias químicas (fertilizantes, plaguicidas, herbicidas, contaminantes, etc). Otras causas identificadas como responsables de este problema serían la deforestación (el principal problema en las zonas tropicales y ecuatoriales), el calentamiento global (que afecta fundamentalmente a especies de montaña o de latitudes septentrionales) o factores biológicos, tales como la proliferación de parásitos y patógenos y la aparición de especies invasoras.
Resumiendo, los cambios en el uso del hábitat y la contaminación son los principales responsables de esta pérdida de biodiversidad y muy en particular, la intensificación de la agricultura, junto con el empleo masivo de plaguicidas sintéticos emerge como la causa fundamental del problema. La conclusión de los autores del trabajo que hemos citado es clara: ‘A menos que cambiemos nuestras formas de producir alimentos, los insectos en su conjunto irán por el camino de la extinción en unas pocas décadas’. Y aunque ahora somos incapaces de imaginar cuáles serán los efectos concretos que causará este problema, es seguro que se producirán y los veremos en unos pocos años.
(Entrevista y Fotografía de UAH)