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Los libros de la Luna / Malandar, de Eduardo Mendicuti

…cuando Antonia traía el frutero mi madre daba tres golpecitos con el cuchillo pequeño en el vaso para el agua, exigía silencio, se concentraba y decía, sin apartar la vista de los kiwis:
—Ahora, Señor, bendice esta fruta rara que ha traído mi hijo
.

La Algaida. Patria e infancia literaria de Eduardo Mendicutti. Patria e infancia literaria de muchos lectores. Recuerdo, y recuerdo perfectamente, a pesar de que ya han pasado casi treinta años –que se dice pronto, treinta años ya—, cuando cogí El palomo cojo, su primera novela, al menos para mí, y comencé a leer. El palomo cojo es una de las obras más bellas de la literatura española. Y es, sin lugar a dudas, un punto y aparte en la literatura española contemporánea. A ella hay que añadir, es de ley, Fuego de marzo, una nueva incursión en esos vidas entrañables e inolvidables del universo del escritor. Quizá, sin exagerar, el mayor exponente de la que yo llamo “literatura sureña española”. Para que me entendáis, lo que Fanny Flag, la autora de Tomates verdes fritos, es a la literatura norteamericana.

 

Malandar, Eduardo Mendicutti, los libros de la Luna

 

Malandar es un regreso a nuestra infancia. A esa infancia que se quedó anclada en una playa de Cádiz, incendiada de dunas de fina arena candente. Es nuestra vuelta a Comala, porque Miguel, el protagonista, vuelve a La Algaida y a Malandar, igual que nosotros volvemos, con él, de su mano, porque nos dijeron que allá vivía nuestra infancia. Nuestra maltrecha e inocente infancia. Y allí la encontramos, de nuevo, anclada en esas dunas, dunas de recuerdos que nunca mueren, aunque ahora el mar no llegue hasta el muro que guardamos en nuestra memoria, sino que ha retrocedido más de cien metros, ciento cincuenta metros según dicen en el pueblo, pero da igual. En nuestra memoria se guardan postales de tonos sepia que nos transportan a amores que nunca se olvidan, a calles que siguen estando, a frutas prohibidas y a placeres deseados. A caminos que yacen casi desaparecidos en el tiempo, pero que, al poco de pisar suelo, vuelven a ser visibles a nuestro entendimiento.

Eduardo Mendicutti tiene la habilidad de escribir con sentimientos. Y sus palabras, sus bellas, divertidas, a veces inventadas, otras rescatadas, palabras que plasma en sus libros, nos llegan como ninguna otra.

—Y un mojón con alcauciles —protestó ella. Eso era algo que Rocío, la niñera, decía mucho cuando quería decir nanay. (p. 28)

Rara es la vez que, ante ciertas frases, no podemos aguantar la risa o, al menos, una delatora sonrisa de satisfacción. Y es que los textos de Eduardo on un prodigio de inventiva y de literatura oral, algo que, sinceramente, es muy difícil de transcribir literariamente sin ser banal ni jartible.

Las señoras no roncan. Eso dijo mi madre cuando yo le conté que doña Milagros, la madre de don Irineo, roncaba como una hormigonera. (p. 48)

Uno no puede ser objetivo cuando los sentimientos están a flor de piel. Y eso es lo que indefectiblemente me ocurre cuando me pongo con cualquier libro de Eduardo Mendicutti. Es tal su capacidad de absorber la cotidianidad de las cosas más sencillas y darles vida, con valentía y dignidad, y además, con una soberbia pátina de barniz literario, que pocos, muy pocos son capaces de crear.

Estuvimos un rato jugando a los bolindres con piñones que cogíamos allí mismo, de las piñas que caían al suelo, y cuando nos aburrimos nos quedamos sin saber qué hacer hasta que Medinilla, que tenía el retorcimiento pegado a la lengua, según Antonia, dijo:
—Yo creo que ese delincuente cochambroso puede estar por aquí. Mi madre dice que lo han visto por la estación de trenes, y por el parque de la Victoria, y por las dunas, espiando a los hombres y a los niños cuando orinan.
A mí me entraron inmediatamente unas ganas horrorosas de orinar.
(p.88)

Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948) es autor de más de una docena de obras, entre las que destacan Siete contra Georgia, Una mala noche la tiene cualquiera, El palomo cojo (adaptada al cine por Jaime de Armiñán), Los novios búlgaros (adaptada al cine por Eloy de la Iglesia), Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy, El beso del cosaco, El ángel descuidado, California, Ganas de hablar, Mae West y yo y Otra vida para vivirla contigo.

Malandar, otra joya de la literatura sureña española y un nuevo viaje a la infancia, esta vez con billete de vuelta, a las dunas de la playa de nuestros recuerdos.

 

CRÍTICA DE JAVIER (LIBRERÍA CERVANTES)

Malandar
Eduardo Mendicutti
Tusquets Editores
316 Páginas
18 €

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