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Marsé viajó al sur / Por Vicente Alberto Serrano

Marsé viajó al sur  /  Por Vicente Alberto Serrano

Desde La Oveja Negra

 

En el otoño de 1962 Juan Marsé viajó al sur. En compañía de Antonio Pérez y el fotógrafo Alberto Ripoll Guspi recorrieron, a lo largo de casi un mes, buena parte de la Andalucía Occidental. Contratados por la mítica editorial Ruedo Ibérico que desde París trataba de mantener una lucha desigual contra las mentiras del franquismo. El proyecto consistía en escribir una crónica realista, y por supuesto de denuncia, sobre la verdad social de aquellas tierras. Con un objetivo parecido al de Campos de Níjar de Juan Goytisolo y Caminando por Las Hurdes de Antonio Ferres y Armando López Salinas que en 1960 habían logrado burlar la censura y se publicaron en este país por la editorial de Carlos Barral. Aunque el Régimen seguía empeñado en falsear su realidad de miseria cara al exterior, esperando al turista dos millones. Otros libros tuvieron peor fortuna y fueron censurados sin pudor, como el de Alfonso Grosso y Armando López Salinas, Por el río abajo, donde se describían las condiciones extremas de los campesinos del delta del Guadalquivir cuando «Todavía –escribía Antonio Ferres– la amargura y el miedo era el alimento de nuestro pueblo». Hubo que esperar seis años para que se editase en París por la Librairie du Globe en su colección Ebro.

Juan Marsé y la cubierta del libro “Viaje al sur” (Ed. Lumen).

Juan Marsé y la cubierta del libro “Viaje al sur” (Ed. Lumen).

Sin Antonio Pérez

A pesar de que Antonio Pérez, fundador entre otros de Ruedo Ibérico, se descolgó del proyecto, tal vez por diferencias con José Martínez, director de la editorial, Marsé entregó al año siguiente su personal visión de aquel desolado sur, trabajo del que además se sentía plenamente satisfecho, al igual que el fotógrafo que aportó casi un centenar de clarificadoras imágenes, acordes con el texto. Por inexplicables razones, el libro no solo no se llegó a publicar entonces, sino que además ha permanecido extraviado hasta hace pocos meses.

Retorno al pasado

En la extensa y clarificadora introducción titulada “Historia de un libro perdido”, Andreu Jaume, el editor de Viaje al sur de Juan Marsé (Ed. Lumen), nos detalla las vicisitudes en la localización del texto íntegro entre los archivos del Instituto de Historia Social de Amsterdam donde se conserva todo el fondo de la labor editorial de José Martínez al frente de Ruedo Ibérico. La razón es que el Viaje al sur, según le aclararía después a Jaume el propio Marsé, se entregó finalmente con el título cambiado: Andalucía, perdido amor e incluso con el seudónimo de Manolo Reyes (El pijoaparte, que sería más tarde protagonista de Últimas tardes con Teresa). Gracias a las gestiones de Almudena Rubio, historiadora que trabajaba en aquel Instituto, se consiguió finalmente al texto original y también, tras otros complejos contactos, acceder a parte del material fotográfico de Albert Ripoll Guspi. En el mes de agosto ha aparecido por fin la primera edición de esta obra no póstuma, sino extraviada. Lamentablemente nuestro admirado Juan Marsé no ha alcanzado a verla impresa. Escrita tras Encerrados con un solo juguete que supuso en 1960 su reconocimiento como narrador, quedando finalista del premio Biblioteca Breve, Viaje al sur hoy ha supuesto todo un regalo inesperado para sus incondicionales lectores.

Cubiertas de dos libros dedicados a Andalucía.

Cubiertas de dos libros dedicados a Andalucía.

De Sevilla a Málaga

En el limitado espacio de apenas un mes, Marsé consiguió recorrer ese territorio que yo siempre he sentido tan cercano y del que creía conocer a fondo su paisaje y sus gentes. Durante años acompañé a la escritora finlandesa Vivi-Ann Sjögren y al fotógrafo Paco Serrano por los mismos lugares. La lectura de Viaje al sur me ha enriquecido y perfilado aún más los contornos en la evocación a aquella geografía, a través de la certera visión de un escritor que también bajó hasta la Andalucía olvidada para denunciar la injusticia y las mentiras de una dictadura que pretendía maquillar, o más bien ocultar la penosa situación de las clases más humildes. Marsé pateó los mismos lugares en los que yo pasé buena parte de mi adolescencia y juventud: Sevilla, Jerez, Sanlúcar, El Puerto, Cádiz, Vejer, Algeciras, La Línea, Fuengirola, Torremolinos, Málaga… En su prólogo de 1963 afirmaba: «Es difícil escribir una crónica del sur sin cierta amargura y sin caer en la tentación de insultar a alguien». Me hubiese gustado compartir con él amarguras y recuerdos; insultar a más de uno y evocar entre los dos la huella que nos dejaron peculiares personajes del terreno. Mientras que él me hablaría del Niño del Lunar, al que conoció en Jerez y entre chato y chato de vino le contó la historia de cómo los frailes le arruinaron su negocio de la Plaza de Abastos. Yo le trataría de describir el enrevesado físico del cantaor José el Negro, al que conocí en El Puerto, su forma de hablar y sobre todo su modo de sentir el martinete y la soleá. Contarle la historia de cómo un señorito bodeguero y flamencólogo lo tuvo semisecuestrado para que le interpretase solo a él los cantes antiguos. Han pasado casi sesenta años desde aquel viaje. Mientras tanto, a lo largo de todo este tiempo, Juan Marsé nos ha ofrecido lo mejor de la narrativa en castellano. Sus personajes ya forman parte de nuestro imaginario. Ahora hemos recuperado su lejana crónica, personal visión sobre los pueblos del sur. Lectura imprescindible para regresar allí, con el libro bajo el brazo y comprobar y valorar aun su vigencia, tras los supuestos efectos del progreso.

El autor de este artículo en la playa de Sanlúcar, junto al Guadalquivir y frente al Coto de Doñana. (Foto: Esperanza Santos).

El autor de este artículo en la playa de Sanlúcar, junto al Guadalquivir y frente al Coto de Doñana. (Foto: Esperanza Santos).

La edición de Lumen

La obra casi completa de Juan Marsé está siendo recuperada por la editorial Lumen en nuevas e impecables ediciones. Incluso anuncia la próxima aparición de Notas para unas memorias que nunca escribiré, libro en el que trabajaba el autor antes de su muerte. Viaje al sur ha supuesto la recuperación de un texto que debió publicarse en aquellos años grises pero convulsos. Una labor magnífica de Andreu Jaume como editor quien además complementa el volumen con un apéndice que contiene la interesante correspondencia que intercambió el autor con José Martínez, su presumible editor de entonces. Sin embargo habría que señalar la mala reproducción de las fotos de Albert Ripoll Guspi. Parece mentira que esta editorial fuese en otro tiempo la creadora de la colección “Palabra e imagen” donde los textos de autores como Neruda, Carpentier, Cavafis, Grosso, Cortázar, Matute, Delibes, Aldecoa… se complementaban con magníficas fotografías fielmente reproducidas en blanco y negro. En esta ocasión se han empeñado en realizar el diseño a dos tintas y han prescindido del negro para reproducir las fotografías. Lo que debería haber sido una contundente documentación gráfica esencial para complementar el texto, –la serie del barrio de El Zapal por ejemplo– ha quedado empastada en otro color y han perdido toda la fuerza y el desgarro que seguramente el fotógrafo pretendió al realizarlas.