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No estoy gorda, estoy inundada / Por Anabel Poveda

No estoy gorda, estoy inundada / Por Anabel Poveda

Durante años he defendido que, si el cuerpo está compuesto por un 70% de agua, ¡yo no estoy gorda, estoy inundada! Pero llega un día en la vida de toda mujer péndulo (dícese de aquella fémina que cambia de peso cada cierto tiempo, por obra y gracia de las leyes científicas), que tienes que hacerte responsable de tus actos y tomar medidas drásticas.

En resumen: me he puesto a régimen, pero de los estrictos. La decisión, inaplazable, ha venido provocada por varios acontecimientos apocalípticos de esos que te hacen plantearte la posibilidad de coserte la boca una temporadita larga. Aquí van mis razones (de peso):

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Selfies

Que soy una fanática de los selfis lo sabe todo el mundo, incluyendo aquellos que piensan que si hace 15 años los hubiera patentado, hoy me estaría bañando en billetes de 500 euros. Llevo taladrando a mis amigos con autofotos con el modeluki de turno, la pila de años… no sé si porque fui una visionaria o una petarda de libro (igual un poquito de las dos cosas). El caso es que, cuando empiezas a salir en los selfis con cara de pan de hogaza; cuando te planteas que la foto la tiren desde un satélite, por aquello de parecer más delgada… hay que abandonar el libre albedrío gastronómico.

2

Armario

Hace unos meses que mi armario y yo no nos llevamos bien… se empeña en encoger la ropa a mis espaldas… la mete en la secadora, la lava a altas temperaturas, sin mi consentimiento, y creo que todo ha pasado a ser de la talla 36 porque no entro en nada… El caso es que no puedo más con este sentimiento de morcón extremeño y he empezado a comprarme vestidos modelo “bolsa de basura industrial” y no, ni me gusta, ni me representa, ni me favorece. Stop túnicas a lo Demis Roussos. Es lo que tiene la enajenación mental transitoria, que en el último ataque de dignidad mal entendida decidí tirar cualquier prenda que superara la talla 40, porque nunca jamás de los jamases me iba a volver a hacer falta, y pequé de optimista y de ilusa.

Bodas

Tengo dos bodas este año, en julio y en agosto, y un fondo de armario de vestidos de ceremonia que ni Carmen Lomana. ¿Problema? Que, de momento, no me vale ninguno y no está la economía para hacer inversiones innecesarias. Objetivo: poder utilizar cualquiera de los vestidazos que están cogiendo polvo en el armario (si consigo que el muy desagradecido no los encoja hasta convertirlos en outfit para la Barbie).

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Pereza metabólica

Parece ser que mi cuerpo ha entrado en una especie de pereza metabólica llamada hipotiroidismo… quienes lo sufren saben que no es fácil combatirlo, pero yo le he dicho a mi médico de cabecera que le voy a ganar la batalla sin medicación vitalicia… con deporte, una buena alimentación, aporte extra de yodo y actitud positiva. Tiroides querido, en mi cuerpo mando yo y te voy a espabilar a brincos. ¡Despierta pedazo de vago y ponte a trabajar que tienes mucho por hacer!

A los que crean que mis argumentos son frívolos les doy un plus: no he hablado de salud porque estoy sana como una manzana. Analíticas perfectas y sin enfermedades aparentes, ni dolores. Así que la decisión tiene que ver con sentirme bien conmigo misma. Ya os contaré si los próximos cuatro meses, tiempo mínimo que durará el proceso, consigo reconciliarme con el armario y con la báscula.