Si las piedras hablaran… Cuántas veces no lo habremos escuchado y cuántas horas de conversación nos darían las del Palacio Arzobispal. Residencia fortaleza de los arzobispos primados, es decir, preeminentes, los más importantes del Reino. Y esto en el siglo XIII equivalía a centro religioso pero también político.
Imagino aquellas conversaciones cruciales, como aquella con un joven audaz que soñaba con descubrir las Indias y cuyo ímpetu contagió a la mismísima Isabel la Católica. Porque sí, aquí tuvo lugar la primera reunión de la reina Castellana con Cristóbal Colón. Aquí arrancó la historia del descubrimiento de América…
Imagino también las carreras nerviosas por sus pasillos cuando en una de las alcobas nacía la hija menor de los Reyes Católicos, Catalina de Aragón futura reina de Inglaterra tras las nupcias con Enrique VIII. También aquí nacería Fernando I de Habsburgo, hijo de Juana la Loca y emperador alemán como sucesor de Carlos V, I de España…
Y como las piedras no hablaban, a mediados del siglo XIX se trajo aquí el Archivo General del Estado. Pero los papeles, que sí hablan, también arden y como compartían sede con el cuartel de tanques y municiones un terrible accidente también se los llevó por delante. La explosión y el incendio que la acompañó destruyó miles de legajos, pero también buena parte del palacio y auténticos tesoros como el artesonado mudéjar del Salón de Concilios, la escalera de Covarrubias, el patio de Fonseca, el patio del Aleluya, la fachada del patio del Ave María, o el primer Museo Arqueológico de la ciudad. Pero la de ese incendio es otra historia que contaremos más adelante, porque de eso sí que nos hablan las piedras.
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