la Luna del Henares: 24 horas de información

¿Peatonalizamos? / Por Óscar Sáez

¿Peatonalizamos? / Por Óscar Sáez

La palabra peatonalización en Alcalá de Henares genera una especie de alergia, sarpullidos y picores que no cura ni el urbasón. Desde que Bartolo ganó las elecciones a Manuel Peinado al grito de ‘lo primero que haré será bajar los bolardos’ en 2003, ningún dirigente ha tenido agallas de afrontar la peatonalización. Ni en Cuarto Milenio. Hagan la prueba: pidan a un político que pronuncien ante un espejo la diabólica palabra, en plan Candyman: peat…, peatonaliz…, pe., p… Antes llegan a un acuerdo entre todos que pronunciarla.

Entonces, hace más de tres lustros, se criticó la peatonalización porque sería el fin de los comercios del Centro –es verdad, sólo hay que ver qué pasó después con la calle Mayor, que se llenó de bazares aunque los coches seguían pasando por la Plaza de Cervantes- y la gente dejaría de ir al Casco. Efectivamente, los días de más tránsito de público, véase por ejemplo el Mercado Cervantino o las Fiestas de Alcalá, la Plaza de Cervantes está abierta al tráfico y no se puede aparcar en el Pico del Obispo… Ah, no, espera, que el Centro está cortado al tráfico y no se puede aparcar donde pueden alojarse restos del edificio más espectacular que ha tenido Alcalá, con permiso de la Cisneriana. Incluso a veces se ha cortado la calle Libreros al tráfico, en un ataque sin precedentes al comercio del Centro, que casualmente se ha llenado de gente paseando.

plazadecervantes

Por lo visto, cuando se ha cerrado al tráfico la Plaza y se ha evitado aparcar en el Pico del Obispo, el mundo no se ha acabado. Incluso, la gente ha acudido en masa. El Centro se llena de turistas, visitantes y alcalaínos. Que vayan al Centro, igual no tiene que ver con los coches, sino con la oferta cultural, gastronómica y de compras que se presente. Si es buena -y hay se acondicionan lugares para aparcar-, la gente vendrá hasta en globo. Es momento de recuperar la palabra peatonalización, que no tiene que ser sólo cortar calles al tráfico, sino ampliar aceras, ganar espacios para el peatón.

¿Se imaginan una calle Libreros con aceras más amplias, donde puedan circular los coches, pero no aparcar, con terrazas, arbolado y ornamentación acorde a un centro histórico?, ¿sacar los autobuses del Centro como un día festivo? Ya se hace en otros lugares y el mundo no se ha parado. Si somos capaces de afrontar unas terceras elecciones y no nos da alergia ver la cara de Rajoy, Sánchez, Rivera o Iglesias, podremos andar 100 metros y pasear, disfrutar de nuestro patrimonio y olvidarnos de los coches.