Universidad de Alcalá. Plaza de San Diego.
¡Qué decir de un edificio y una institución clave para que Alcalá fuera declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad? Nunca he podido evitar asomarme al fondo de los pozos o de las fuentes y siempre he encontrado ese brillo que anuncia la petición de algún deseo. Una tradición esta, la de lanzar monedas al agua que nos viene de siglos atrás. Eso sí, lo que lanzaban los Celtas eran piedras. Por fortuna, sobre todo para nuestras fuentes, la costumbre prefirió cambiar a monedas…
Y hete aquí que a quién se dedica el patio donde está este pozo algo también tiene que ver con esperanza y monedas. A Santo Tomás de Villanueva, de afamada misericordia, se le suele representar dando limosna.
Pero mereció este patio de la Universidad no solo por eso, sino también por ser el primer alumno de la misma en ser elevado a los altares. Es más, él mismo, siendo ya arzobispo de Valencia y como agradecido antiguo alumno costeó la reedificación del colegio menor de los Agustinos descalzos.
En aquellos años ya se elevaba sobre el patio un friso en el que se puede leer una inscripción grabada por orden del cardenal Cisneros: “en luteam alim, marmoream nunc”, es decir, “en otro tiempo en arcilla, ahora de mármol”. La frase recuerda la respuesta de Cisneros ante la sorpresa del rey Fernando el Católico por lo modesto de los materiales del colegio mayor. Efectivamente el tiempo recubrió madera y ladrillo con piedra y mármol. Me pregunto si alguien llegó a pensar entonces –seguro que no, esto son cosas de tiempos modernos- en las monedas del pozo como fuente de cofinanciación.
Más allá de sus patios, merece la pena visitar la Capilla de San Ildefonso y el Paraninfo, lugar donde cada 23 de abril se entrega el Premio Cervantes de Literatura de manos de los Reyes de España.
