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¿A qué suena la Luna? A Dani Martin

Por Saúl Quijada

Los días de lluvia tenemos dos opciones; o quedarnos en casa a refugio o calzarnos las botas de agua y salir a la calle a pisar todos los charcos que se cruzan en el camino, sean del tamaño que sea, con el único objetivo de pasarlo bien y recordar la infancia por un momento. Hay que reconocerlo, pisar charcos mola mucho.

Los charcos se han convertido en un recurso muy utilizado a nivel musical a la hora de hablar del amor. Sabina nos lo cuenta de esta manera:

“Pisando charcos bajo el aguacero
también se puede cantar un bolero.
Con estos labios que tanto han callado,
que tanto han mentido,
que tanto han besado”

Dani Martín, nuestro protagonista de hoy, también tiene su propia versión:

«Que me ayudes a enseñar mis cicatrices
Que me agarres con más fuerza el corazón
Que me digas que aunque toda sea difícil
En los charcos saltaremos tu y yo
En los charcos saltaremos tu y yo

Que me arranques las entrañas y me mires
Más adentro donde solo vivo yo
Que me saques esos miedos y los tires
A los charcos y pisarlos tu yo
Y en los charcos saltaremos tu y yo

Soltarás una a una mis cadenas
Nacerás cada día por amor
Me traerás con el pie la Luna llena
Tumbadita a mi lado del colchón

Lucharás por no perder la paciencia
Con este idiota que cien veces naufragó
Y tendrás que pintarme las estrellas
Cuando el cielo no las saque por temor»

Ahí está Dani Martín, ex cantante de El Canto del Loco, contándonos una historia de amor que culmina junto a unos charcos. La canción como no podía ser de otra manera se titula “Los charcos” y está incluida en el último álbum del madrileño “La montaña rusa”. Un disco grabado en los míticos estudios Abbey Road de Londres por donde han pasado The Beatles, Michael Jackson, Oasis, Freddie Mercury, Radiohead, Pink Floyd o Amy Winehouse entre otros.

El periodista musical, Juan Puchades considera que “son doce canciones de dolor y rabia, también de pasión y esperanza, que conforman un todo y que hay que entender como tal. Incluso “Madrid, Madrid, Madrid”, ese “regalo de Leiva” agazapado al final, cumple su función de epílogo. Un tema escrito espontáneamente para Dani cuando éste le contó a Leiva las cuitas de su vida reciente y el tipo de canciones con que estaba enredado. Una piedra preciosa que engarza perfectamente en la joya artesanal que es La montaña rusa. Porque se trata de eso, de artesanía de nivel facturada con cariño, entusiasmo y sentimiento para desembocar en un disco de altura. De mucha altura, y consciente de ello, y de las canciones que tenía entre las manos, Dani Martín se quiebra la voz cantando como si no hubiera mañana, rompiendo en mil pedazos la coraza y exponiéndose, porque sabe que la creación es riesgo, una aventura de la que desconoces el final y que hay que vivir dejándote en ella lo mejor de ti mismo. Solo así se vislumbran próximos los objetivos inalcanzables y únicamente de ese modo, poniendo todo el corazón, cobran vida las grandes obras. Y Dani Martín, no hay duda, ha grabado su gran obra, un disco incuestionable. Y “que se mueran de envidia”.

Que la luna y los charcos nos trasladen a la infancia por unos instantes. Feliz semana.