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Conventos de clausura. Lo que nunca has visto. Carmelitas Descalzas

Entramos con las cámaras donde habitualmente no dejan entrar a nadie, el Convento donde estuvo Santa Teresa de Jesús en la Calle Imagen

Alcalá es una histórica ciudad llena de secretos, de tesoros ocultos, algunos de ellos inaccesibles para la mayoría de los complutenses. Dentro de muchos de los muros por los que usted pasa existen verdaderas obras de arte, espacios de descanso espiritual, alejados del mundanal ruido. La Luna de Alcalá quiere ser los ojos de todos ustedes y acceder a los lugares a los que es difícil acceder. Con el Convento de las Carmelitas Descalzas, en la calle Imagen, comenzamos un serie de reportajes de tesoros ocultos de Alcalá, dignos de coleccionar.

Convento de las Carmelitas Descalzas

Uno de los patios del convento de las Carmelitas Descalzas de Alcalá de Henares

Casi por primera vez en 500 años, una cámara de televisión, la de La Luna de Alcalá, entra en el convento de las Carmelitas Descalzas, ubicado en la calle Imagen, en pleno corazón del Casco Histórico de Alcalá. Sus paredes encierran una historia de casi cinco siglos, nombres propios como el de la fundadora de la orden Sor María Jesús Yepes, el de Santa Teresa de Jesús -ahora se celebra el V Centenario de su nacimiento- o Sor Luisa de Belén de Cervantes, la hermana del vecino más ilustre de Alcalá y cuyos huesos se han convertido en objeto de deseo para los investigadores después de que Madrid ‘encontrara’ los del autor del Quijote.

Pero más allá de los nombres, visitar el convento de las Carmelitas Descalzas es echar la llave al ruido y al bullicio que hay más allá de sus muros. La paz y la espiritualidad se transmiten en el edificio, ocupado por 23 monjas, que se encargan de mantener el espíritu de la comunidad.

Dentro del edificio, llama la atención su claustro y patios interiores y, sobre todo, la espectacular escalera de Covarrubias, una auténtica obra de arte que Santa Teresa de Jesús veía desde su celda, la misma siempre que visitaba el convento. En dicha celda, todavía se conservan cartas y el atril en el que leía.

Además de la oración, las hermanas también realizan labores de imprenta, encuadernación y artículos religiosos que venden luego en una tienda de la calle Santiago, que forma parte del convento.