Tan lejos y tan cerca.
¡Cómo puede uno añorar tanto a su tierra!
Sobre todo cuando uno la abandona por buscar un destino mejor para sí mismo y para sus descendientes, amando a sus ancestros.
A veces, tu tierra no te ofrece lo que necesitas y sales a la vida a buscarlo.
Los que se quedan, ponen sus esperanzas en ti y tu mochila viaja contigo con un extra de responsabilidad y de lágrimas al partir.
Nuestras amigas, compañeras de este pequeño mundo llamado CAJE viajaron solas o con sus maridos, alguna casi de niña, otros ya con familia forjada y aquí están , con su afán de ser de aquí, vivir aquí, pero sin perder su esencia.
Hace unos días pudimos pasar un día en el espacio que concentra lo mejor de cada país (FITUR – Feria Internacional de Turismo) y tras patear el globo, después de degustar, de ver paisajes maravillosos, nos concentramos en el pabellón de África.
Nuestros ojos, nuestros oídos y nuestro paladar se quedaron impregnados de Ghana, Argelia, Túnez y sobre todo de Marruecos.
Tambores que te transportan a un desierto. Un fuerte té caliente y dulce que abrasa el alma.
Las mujeres se abrieron y se transportaron. Volvían a estar en su país, acunadas por el manto de su música, aunque a sólo 20 kilómetros de Alcalá.
Esta semana, al inicio de las clases de español nos sorprendieron con un surtido de dulces hechos por dos mujeres con grandes conocimientos de repostería y cocina.
Mientras corría el té, hablábamos de gustos, nos hacíamos preguntas, leíamos textos, practicábamos frases, soltando risas aquí, con dulces de allí, como haríamos tú y yo.
Dos tardes a la semana y mientras sus hijos asisten a clases de apoyo pasamos un tiempo mejorando su español, preparando sus exámenes de nacionalidad, conmemorando fechas que nos hacen compartir vivencias: el día de la paz, de la mujer, el día contra la violencia de género, los Carnavales, el día de la lengua materna , animándolas a ser emprendedoras con sus conocimientos de repostería, a preparar su currículum y , sobre todo, estando juntas, sabiendo unas de las otras – hijos, trabajo, familia, – compartiendo nuestras vidas. Son momentos estupendos aprendiendo, disfrutando y celebrando la alegría del encuentro cada día.
“La mirada del otro me constituye”, dice el filósofo Sartre, “me hace ser lo que soy”. Nuestras amigas y nosotros mirándonos, nos convertimos en creadores de ese espacio de encuentro y de magia, de felicidad compartida: Gracias por darnos tanto, por hacernos personas.
Por Concha, Miguel, Paloma y Jacqueline (foto esta última). (Colectivo CAJE)
